Ciencias Alternas

2020: El año que nos enseñó a buscar la paz

La mejor forma de tener una conciencia de paz es estar abiertos a seguir creciendo

Dr. Moisés Matamoros Muñoz

«Dios nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros». Así aclama el salmo 66, y como ocasión de fin de año, es bueno hacer conciencia que Dios ha querido hacer resplandecer su amor en cada ser humano, aun en medio de lo complejo que ha sido este transitar. Es particularmente significativo que al inicio de cada año nuevo Dios proyecte sobre nosotros la luminosidad de su amor incondicional.

Es en nombre de esta Luz que hemos llegado hasta aquí, nuestra alma ha hecho la elección de seguir evolucionando. Desgraciadamente algunos han vivido el aprendizaje desde la enfermedad, el dolor, la pérdida, incluso la muerte, sin embargo estamos llamados a seguir bendiciendo nuestro caminar.

No obstante el mundo esté aún lamentablemente marcado por focos de tensión y de contraposición causados por crecientes desigualdades entre ricos y pobres, por el prevalecer de una mentalidad egoísta e individualista expresada por un capitalismo financiero disoluto, además de diversas formas de terrorismo y de criminalidad, la Luz nos confirma que las múltiples obras de paz de las que el mundo es rico, testimonian la innata vocación de la humanidad hacia la paz. En cada persona el deseo de paz es aspiración esencial y coincide en cierta manera, con el deseo de una vida humana plena, feliz y bien realizada.

El hombre está hecho para la paz que es don de Dios. Es paz con Dios, el vivir según su voluntad, según su plan, y en actitud de rendición ante el designio divino. Es paz interior consigo mismo, y paz exterior con el prójimo y con todo lo creado. Sí, la paz es el bien por excelencia a invocar como don de Dios, y al mismo tiempo, de construir con cada esfuerzo.

Nos podemos preguntar: ¿cuál es el fundamento, el origen, la raíz de esta paz? ¿Cómo podemos experimentar en nosotros la paz, a pesar de los problemas, las oscuridades, las angustias, la enfermedad?: no peleemos con el mensajero y obtengamos el aprendizaje del mensaje; dicho sea de otro modo, no nos conflictuemos con lo que pasa, dejemos que pase y no perdamos la enseñanza. Porque la mejor forma de tener una conciencia de paz es estar abiertos a seguir creciendo, aun la prueba más difícil o más “injusta” puede traer bendiciones escondidas para nuestro proceso. Optar por la paz interior es no descomponerse, agitarse, alterarse incluso por la noticia más catastrófica. La paz es custodiar en la mente y el corazón la calma y la serenidad: ¡Haz la pausa, qué placer!

Permitimos que demasiadas cosas entren en nuestro corazón y que nos alteren con regularidad, desde asuntos mundanos como alguien que se atraviese en el tránsito hasta asuntos mayores de la vida que no siempre resultan exactamente como esperábamos y planificábamos. No obstante, la Luz nos invita a ser la personificación de la paz interior. A no inmutarse ni dejarse persuadir. Que nuestra única preocupación sea conectarse con la Luz del Creador.

En estos días de fin de año, tenemos una oportunidad inusual y única de echar un vistazo a nuestro camino espiritual y evolución. Podemos vez la raíz de la oscuridad de la que vinimos, de quién sabe cuántas vidas atrás, y podemos ver nuestro destino: la versión perfeccionada de nosotros donde todo nuestro potencial está manifestado. También podemos ver dónde estamos en nuestro camino espiritual.

¡Qué buena oportunidad tenemos para ver toda la película de nuestra vida! (no sólo donde estamos ahora) desde el punto de vista de nuestro crecimiento espiritual. Usualmente, vemos nuestra vida como alguien que está entrando al cine una hora después de que comenzó la película. ¿Por qué? Porque pensamos que la película de nuestra vida, el viaje de nuestra alma, comenzó cuando nacimos, y termina cuando dejamos el mundo. Pero este no es el caso; nuestra alma ha estado en este viaje desde el momento en que el mundo fue creado, y continuará hasta la eternidad. Esto también es la fuente de nuestra confusión y dudas, porque cuando llegas tarde a una película, no entiendes quién le está haciendo qué a quién y por qué. ¿Suena familiar? Si pudiéramos ver lo que ocurrió anteriormente, si alguien pudiera decirnos, todo estaría mucho más claro.

¿Cuál es la causa de que no tengamos paz mental? Nuestras dudas. ¿Qué va a ocurrir mañana? ¿Estoy haciendo lo que se supone que tengo que hacer? ¿Le agrado a él o a ella? ¿Esta es la persona para mí? ¿Este negocio es para mí? ¿Tendré éxito o fracasaré?

Si pudiéramos saber, con total certeza, que donde sea que estemos y lo que sea que hagamos nos está llevando al mejor escenario de nuestra vida, tendríamos paz mental verdadera. Ver la película completa durante esta semana nos ayudará a llegar ahí.

En la Sagrada Escritura se afirma que «Dios creó el hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó» (Gn 1,27). Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien, capaz de conocerse, de poseerse, de entregarse libremente y de entrar en comunión con otras personas. Al mismo tiempo está llamado a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y amor que nadie más puede dar en su lugar. En esta perspectiva admirable, se comprende la tarea que se ha confiado al ser humano de madurar en su capacidad de amor y de hacer progresar el mundo, renovándolo en la justicia y en la paz. San Agustín enseña con una elocuente síntesis: «Dios, que nos ha creado sin nosotros, no ha querido salvarnos sin nosotros». Por tanto, es preciso que todos los seres humanos cultivemos la conciencia de los dos aspectos, del don y de la tarea.

También la paz es al mismo tiempo un don y una tarea. Si bien es verdad que la paz entre los individuos y los pueblos, la capacidad de vivir unos con otros, estableciendo relaciones de justicia y solidaridad, supone un compromiso permanente, también es verdad, y lo es más aún, que la paz es un don de Dios. En efecto, la paz es una característica del obrar divino, que se manifiesta tanto en la creación de un universo ordenado y armonioso como en la redención de la humanidad, que necesita ser rescatada del desorden del pecado. Creación y Redención muestran, pues, la clave de lectura que introduce a la comprensión del sentido de nuestra existencia sobre la tierra.

Nosotros no vivimos en un mundo irracional o sin sentido, hay una lógica moral que ilumina la existencia humana y hace posible el diálogo entre los hombres y entre los pueblos. La “gramática” trascendente, es decir, el conjunto de reglas de actuación individual y de relación entre las personas en justicia y solidaridad, está inscrita en las conciencias, en las que se refleja el sabio proyecto de Dios. La paz es también una tarea que a cada uno exige una respuesta personal coherente con el plan divino. El criterio en el que debe inspirarse dicha respuesta no puede ser otro que el respeto de la “gramática” escrita en el corazón del hombre por su divino Creador.

Uno de los principios kabbalísticos básicos es que la cantidad de Luz que una acción espiritual revela depende de nuestro entendimiento de su poder. Por eso, se nos invita a encender una vela cada día primero de mes, y con ello es pensar en la gran Luz que estamos revelando. Este entendimiento, junto al encendido físico de las velas, trae a nosotros la Luz de los milagros.

Una vez que entendamos el poder y la oportunidad que nos trajo 2020 y que nos traerá 2021, comenzaremos a apreciar el gran obsequio que está disponible para nosotros cada día, cada instante, cada momento.

¡Feliz y Arcangelical año nuevo!

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