Ciencias Alternas

Feliz Día de la Madre – El divino femenino

Hoy nos podemos sentir inspirados a crear un nuevo mundo, para hacer de cualquier infierno un paraíso, eso hacen siempre las mamás

Dr. Moisés Matamoros Muñoz

En este día tan especial, con mucho cariño sea enviada una felicitación a cada mujer que ha engendrado vida, con todo el corazón y con muchísimo agradecimiento. Hoy recordamos de manera especial a nuestro linaje femenino por el que todos estamos aquí, con gran aprecio y honra. Sin embargo, bien sabemos que no es la única ocasión para ello, pero la fecha nos ayuda a integrar esta energía en nosotros.

Estamos viviendo una época donde necesitamos cada vez más un equilibrio amoroso entre la energía masculina y femenina. Cabe destacar que todos los seres humanos poseemos y desarrollamos ambas energías, que no tienen nada que ver con la identidad o preferencia sexual de la persona. Hoy se habla mucho del empoderamiento de las mujeres y que para que ello suceda, lo masculino tiene que perder poder, para que de algún modo pueda darse este balance, pero esto no es así.

Reconocer el divino femenino no significa la omisión del divino masculino, nadie ni nada pierde poder. Hay una gran diferencia entre tener poder y tomar poder. Sin embargo nadie es más poderoso a costa de la debilidad de otro. Este equilibrio nos representa tener en claro en nosotros:

  • Acción
  • Dirección
  • Movimiento
  • Paternidad / Maternidad
  • Generosidad
  • Estímulo
  • Abundancia material
  • Responsabilidad
  • Fuerza
  • Concentración
  • Luz / sombra
  • Claridad
  • Inteligencia
  • Autoridad (en su forma más pura)
  • Transformación
  • Crecimiento

El poder femenino es sinónimo de fuerza y resurrección, sin desconectar la masculinidad. La sanación de este divino femenino viene en la experiencia de resignificar el abuso, el control, la subyugación, la vergüenza, el victimismo entre otras muchas vivencias por las que todos hemos atravesado momentos de debilidad. Reconocerlos desde una experiencia de aprendizaje, viene a darnos unidad en la fuerza y reconocimiento al clan femenino del que todos venimos, esa semilla que ha visto germinar la vida y que gracias a ellas: tatarabuelas, bisabuelas, abuelas, mamá, tías, primas, etc., hoy estamos aquí.

Como nos enseña la Kabbalah, Adán y Eva no representan a un hombre y una mujer en nuestro mundo. Se refieren a fuerzas que otorgan (el hombre) y reciben (la mujer), esto es, dos fuerzas de la naturaleza. Son en realidad el Creador y los seres creados. La Biblia nos habla sobre la conexión entre ellos, la forma en que el ser creado obtiene placer del Creador, se llena de placer y entonces se convierte en egoísta. Este es el pecado, la caída de las almas en este mundo.

En otras palabras, la historia de Adán y Eva trata de nuestras raíces espirituales más elevadas y no sobre un hombre y una mujer. Somos descendientes de Adán y Eva, pero ellos son las fuerzas espirituales que gradualmente se materializaron y llegaron a este mundo después de muchas etapas.

Hoy podemos abrazar aquello a lo que nos estamos resistiendo para explotar nuestro potencial de Luz. No hemos experimentado como especie ningún momento en nuestra evolución en el que ambos géneros hayan desplegado su máximo potencial, en el perfecto balance de los opuestos, donde cada uno contiene algo del otro, manteniéndose en un permanente flujo armónico.

Es tiempo de que tanto lo divino femenino como lo divino masculino encuentren su poder inherente, y precisamente, eso es lo que estamos viviendo en este momento histórico. Los hombres necesitan aprender a ser hombres y las mujeres necesitan aprender a ser mujeres. Esto pasa por dejar de enfocarse en lo que el otro está haciendo, pensando, sintiendo. Hemos pasado tanto tiempo fuera, con la atención y la energía en lo que el otro nos está haciendo, quitando, lo que está necesitando, que nos olvidamos permanentemente de que la respuesta está siempre dentro de nosotros.

Enaltecer y amar tu divino femenino es abrazar los aspectos de quien eres, como hombre o como mujer, deja de pensar en el otro y empieza a conectar con tu poder, tu origen es poderoso y por esto tu destino también, eres cocreador. El anhelo del otro es el anhelo del otro en mí, como una madre que lleva en su seno a su hijo.

Seamos mejores vasijas que resguarden la vida, ser vasija no solo es recibir Luz; sobre todo, es transformarla y compartirla. La decisión de qué hacer con los recursos materiales, intelectuales, afectivos, sociales, espirituales, etc., que nos han sido dados es una decisión de índole espiritual, pero que tiene importantes consecuencias en el mundo material.

Dicho en otras palabras, ser vasija no significa “no hacer nada” y esperar pasivamente que la Luz llegue para recibirla. Nadie requiere de otro para darle sentido a la vida, sin embargo hoy tenemos la oportunidad de enaltecer el rol de la mujer para cambiar la realidad desde su esencia. Hoy nos podemos sentir inspirados a crear un nuevo mundo, para hacer de cualquier infierno un paraíso, eso hacen siempre las mamás.

“No es casual que lo femenino y masculino sean diferentes, operamos en dos sistemas paralelos que funcionan simultáneamente. Necesitas Luz para tener vasija y una vasija para manifestar la Luz”.

“Dios usa lápiz labial”

Karen Berg.

www.moisesmatamoros.com

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