Ciencias Alternas

Los arcontes y los Ángeles caídos

Los Ángeles caídos son en realidad, de los primeros ángeles que Dios creó pero que se alejaron de él y comenzaron a cuestionarlo, lo que motivó que fuesen desterrados del cielo y, muchos de ellos, enviados al infierno

Dr. Moisés Matamoros Muñoz

Los arcontes son seres celestiales enviados por la Luz para cuidar el plano terrenal de las injusticas que se producen en nuestro aquí y ahora. Se dice que provienen de un poder muy antiguo que los convierte en verdaderas autoridades de la moral y la ética, por eso se afirma que han existido desde el nacimiento de los dioses.

La palabra arconte, del griego archai, significa origen o comienzo. En la antigua Grecia se conocía como arcontes a los habitantes destinados a convertirse en la autoridad suprema, fuese política o religiosa. Dictaban las normas, las hacían cumplir e impartían castigos a los descarriados.

La figura del arconte ha sido reconocida en numerosas mitologías y civilizaciones como la celta y la azteca, y algunas han conseguido nombrar hasta 12 arcontes.

Esto no significa que no haya más, sino que nunca se han materializado en nuestro plano. Los arcontes son eficaces y poderosos intermediarios. Son la conciencia y, en cierto modo, el ente físico que se encarga de llevar a cabo todo lo que la Luz necesita ejecutar. Ellos son una gran autoridad.

Es lógico pensar que estos seres poseen un gran poder, pero hay mucho más. Su fuerza y gracia son celestiales, divinas. No necesitan hablar, aunque lo hagan, y no necesitan luchar, aunque porten armas arcanas. Su mera presencia es una revelación que despeja la mente y el espíritu.

Suelen aparecer bajo la forma de un humano, hombre o mujer, de piel y cabello azul, blanco o dorado. La mayoría posee enormes alas angelicales aunque no las necesitan para volar y moverse a voluntad. Pueden transportarse más allá del tiempo y del espacio material, y estar a cada segundo en un lugar distinto. Los arcontes hablan su propia lengua celestial y también un lenguaje de oscuridad.

Aun así, pueden comunicarse con cualquier otro ser usando su empatía, de manera que se hacen entender aunque no se conozca ni una palabra del idioma angelical.

El aura del arconte es una de sus cualidades más llamativas. Cuando el arconte se manifiesta, su aura es de pura bondad y sus ojos se muestran comprensivos y llenos de amor. Si el arconte debe tomar una actitud más correctora, su aura se transforma en un amplio halo luminoso de protección para sí mismo y para las criaturas de buen corazón que estén presentes.

Si el arconte debe mostrarse hostil ante una criatura malvada, su aura se convierte en halo amenazador sediento de justicia al que muy pocas criaturas infernales escapan, ya que debilita y merma la voluntad. Un arconte presenta también la capacidad de atravesar la oscuridad y la penumbra con su mente, permitiendo a sus ojos ver todo lo que esconden las sombras.

Un arconte procura no hacer nunca daño. Es raro que luche contra un enemigo y, si lo hace, usa su poder para neutralizar, no para dañar. Sin embargo, si su oponente es realmente malvado, puede provocar la temida ira del arconte. En ese momento el arconte se convierte en la venganza personificada y no dudará en usar todos sus recursos para atacar y castigar a la criatura.

Parte de este enorme poder es amplificado por el arma que portan. Suelen usar espadas, tridentes o lanzas rúnicas. Estas runas arcanas poseen la capacidad de ampliar los poderes sobrenaturales y celestiales del arconte hasta el punto en que pareciera que el mismo dios que envía al arconte se hubiese personado.

Es por eso que estas armas no se usan realmente para la lucha cuerpo a cuerpo. Los arcontes no necesitan luchar físicamente, aunque pueden hacerlo si lo desean. Los arcontes presentan, además, ciertas resistencias naturales que los hacen más invulnerables. Pueden crear círculos mágicos contra el mal y no se ven afectados por los elementos como el frío, los rayos, etc.

Ha habido una interpretación sobre los arcontes, que es errónea, ya que se afirma que son “ángeles negros” o “ángeles caídos”, y cabe destacar que en el mundo energético siempre va a existir el contrapeso a la parte de Luz que se trabaja, sin embargo el ego es el que tiende a hacer siempre las divisiones.

Para hablar de un ángel caído se requiere de mayores elementos que determinen esta existencia. Los Ángeles caídos son en realidad, de los primeros ángeles que Dios creó pero que se alejaron de él y comenzaron a cuestionarlo, lo que motivó que fuesen desterrados del cielo y, muchos de ellos, enviados al infierno. A estos se les conoce como caídos de Dios o Ángeles caídos.

La fuente principal para conocer a los ángeles caídos es el Libro de Enoc, una antigua obra religiosa judía, atribuida por tradición a Enoc, el bisabuelo de Noé, que contiene material único sobre el origen de los demonios y de los gigantes, la explicación sobre por qué algunos ángeles cayeron del cielo, e incluso una explicación de por qué el Gran Diluvio fue moralmente necesario.

Estudios han estimado que las secciones más antiguas del Libro de Enoc, principalmente el “Libro de los Vigilantes”, datan de alrededor del año 300 a. C., y la última parte, el “Libro de las Parábolas”, del siglo I a. C.

Contrario a lo que se cree, el Libro de Enoc no es parte del canon bíblico utilizado ni por el judaísmo ni por el catolicismo en general, sino solo por las iglesias cristianas ortodoxas de Etiopía y Eritrea.

Sin embargo, la mayoría de las denominaciones o tradiciones cristianas sí aceptan que este libro tiene algún interés histórico o teológico.

Fue encontrado en los Rollos del Mar Muerto, está escrito principalmente en Ge’ez (lengua de Etiopía y de ahí que sea aceptado en ese país), aunque también contiene fragmentos en arameo, griego y latín.

Al principio, los Ángeles caídos pertenecían al grupo celestial que salvaguardaba los inicios de la humanidad. Fueron creados específicamente por Dios para velar por el hombre, y se les otorgó de entendimiento y libertad.

Estas características llevaron a que muchos de estos ángeles comenzasen a cuestionar a su creador, alejándose de él y cometiendo diferentes “pecados” lo cual llevó a que Dios los expulsara del cielo, desterrándoles al infierno. La mayoría de los ángeles cayeron por lujuria, aunque también por vanidad como motivos principales. Por un lado, encontramos los bíblicos como Lucifer; pero por otro encontramos el Libro de Enoc, en donde vemos que cayeron 200 ángeles en total, con Semyazza como líder principal, aunque no el único, ya que eran 20 líderes en total. A estos se les conoce como los “Vigilantes”.

También llamados Grigori, fueron enviados por Dios a la Tierra para velar por la humanidad, estos se enamoraron de las hijas de los hombres, y, tras hacer un pacto entre ellos, se casaron y engendraron hijos con ellas, sabiendo cuál sería su destino.

Sus hijos fueron los Nephilim mencionados en La Biblia, semidioses gigantes, hijos de ángeles y humanas. Pero no solo ha sido por lujuria, incluso en el caso de los Grigori o Vigilantes, muchos cayeron por enseñar a los hombres el arte de la guerra y la creación de armas, entre otra serie de conocimientos que creó el desequilibrio entre los primeros hombres. Para ello se debe tener en cuenta que cada Grigori está asociado a un tipo de sabiduría diferente.

www.moisesmatamoros.com

Países que nos están viendo

ALIANZAS