Ciencias Alternas

Restaura tu paz interior

Restaurar la paz, no solo es terminar una guerra, sino en medio de la guerra ver la manifestación de Dios en su modo más sublime y más puro

Dr. Moisés Matamoros Muñoz

Siempre estamos donde aprendemos más y nosotros elegimos el lugar donde se obtiene el aprendizaje. Hace unos días me escribía una persona que tiene seguimiento conmigo y me decía “el universo se niega a que suelte a N…”; corrección, el universo no niega nada y menos soltar a alguien. El juego del ego pareciera ser que nos arroja a falsas ideas sobre nuestras propias decisiones. La gran enseñanza es saber que nosotros creamos las situaciones y nosotros tenemos el poder de cambiarlas.

Caer en el juego del estrés es justamente pensar que las circunstancias tienen la culpa de todo, y entonces me estreso en querer cambiar todo, anhelando un control que nunca llegará. La elevación de la conciencia nos lleva a restaurar la idea que “toda circunstancia llega para cambiarme, entonces desecho la idea de cambiar la circunstancia”. De esto se trata restaurar la paz, no solo es terminar una guerra, sino en medio de la guerra ver la manifestación de Dios en su modo más sublime y más puro.

Escuchando a Tania Karam, una de las autoras sobre Ángeles y Arcángeles más reconocida en el mundo de habla hispana, rescataba la reflexión sobre algunos consejos para desechar el estrés. Quisiera retomar algunas ideas sumando pensamientos personales e iluminaciones de Kabbalah, con el propósito de centrarnos en recuperar la paz interior y con ello, abonar a la paz exterior.

  • Acepta la suavidad y la ternura. No ser tan duro y exigente consigo mismo permitirá que el sentimiento de amor fluya desde un terreno menos áspero. Ser tierno es permitir que la energía femenina se libere en su máxima expresión. Nada resta un gesto de amabilidad y compasión hacia el prójimo. Expresara el papa Francisco en junio de 2017: “¡No le tengan miedo a la ternura! La ternura dignifica, la ternura es el lenguaje de Dios. ¡No teman a la ternura, vayan adelante! Comprométanse con el corazón: entonces sí van a decir cosas de verdad que no sean de compromiso, sino cosas que construyan el futuro.”
  • Date permiso de ser vulnerable. Saber que no es posible hacer todo, conocer todo o acertar en todo, permite una clara conciencia de humildad. Experimentar debilidad lleva a la plena certeza que la única fuerza radica en Dios, ya lo expresó San Pablo en 2 Cor 12, 10: “Por eso me complazco en las debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y angustias por amor a Cristo. Porque cuando soy débil entonces soy fuerte”. No es malo atravesar crisis, lo complejo es cuando no adquiero la responsabilidad que conlleva la crisis, dicho de otro modo, hay negativa ante el aprendizaje que quiere ser entregado.
  • Tómate tu tiempo, no hay prisa. La pregunta es ¿por qué insistes en querer controlar todo? Las circunstancias están hechas para cambiarte a ti, para tu transformación, deja de querer cambiar el escenario y mejor baila, disfruta, goza. Como expresara la primera regla espiritual de Kabbalah “haz la pausa, ¡qué placer! Confía realmente en que los tiempos de Dios son perfectos, que nada sucede antes o después y que por más que agites el reloj, cada segundo caerá en el momento preciso. Toda gestación requiere tiempo y paciencia. Contra nada ni nadie hay carreras o competencias, todo es un flujo perfecto de luz.
  • Deja de quejarte y dedícate a ti. Un síntoma de que requieres ayuda es si no te estás dedicando el suficiente tiempo a ti. Si todo lo enfocas en trabajo, o en otras cuestiones ajenas a tu proyecto personal, debes parar, y replantearte la dirección de tus objetivos. No quiere decir que ya no dejes de hacer algo por los demás, o por otras causas ajenas a ti. El mensaje es claro: no te victimices, no llores como fracasado lo que no supiste defender como triunfador. Deja de insultar al clima, al tiempo, a la comida, al vecino, a la enfermedad, al insomnio. Mejor aprende a administrarte mejor y desarrolla más alegría.
  • Haz lo que te apasiona. Pero primero debes tener claro qué te apasiona, si esta frecuencia no está lista para responderse, estás ante un reto muy grande: descubrir la pasión es encontrarte a ti, es explorar tu tesoro más hondo, tu anhelo más claro. Invierte en ti, en tus gustos, en tus manifestaciones de alegría que sean acordes a tu crecimiento personal. Dedícale tiempo a aquello que tanto te conecta y te gusta, quizás sea un espacio no explorado que te permita trascender.
  • Ofrece un esfuerzo extra. Recuerdo bien mi paso por la vida religiosa cuando pertenecí a la fraternidad lasallista. Íbamos de paseo los domingos a escalar montañas, y la palabra de aliento del director al encabezar el ascenso era “siempre da un paso más” y es que es justo esa la diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario, ese pequeño “extra” hoy es un buena oportunidad para preguntarte ¿dónde necesito dar ese extra?, ¿qué más es posible y no lo estoy viendo?, ¿entre mi agotamiento de dónde puedo sacar fuerzas para continuar? No te conformes con “dar una mano” si puedes dar las dos.
  • Sé agradecido. ¿Agradeces al universo la vida que te da día a día?, ¿agradeces el alimento que te llevas a la boca?, ¿agradeces que es posible que leas estas líneas? En resumen, la vida es un acto de gratitud, es permitir que se alejen unos y puedan ingresar otros. Incluso las malas experiencias o aquellas que no resultaron como tú anhelabas son ocasión para elevar dichos y hechos de agradecimiento al cielo.
  • Cuidando a otros cuidas de ti. Estos meses a través de la experiencia del resguardo nos han enseñado muchas cosas, una de ellas es saber cuidarse. No exponerse al juego del tentador, dado que el ego así se manifiesta “no necesitas cuidados, tú puedes todo”. Reconocer que procurar la salud, el bienestar, la comunicación, el amor, etc., es una manera contundente para saberse protegido y a su vez proteger a otros. A esto se llama corresponsabilidad, trabajo interdisciplinario, relación amorosa.
  • Busca motivaciones. Cuando tienes un plazo límite ajustado, la presión que sientes te obliga a esforzarte y mantenerte concentrado hasta que termines el trabajo, en lenguaje coloquial le llamamos “trabajo bajo presión”. Hace que dejes de postergar y comiences a trabajar. Si eliminas ese plazo, podría parecerte más difícil terminar una tarea. Eso ocurre porque sin un poco de estrés hay poco incentivo para hacer tu mayor esfuerzo. Sin presión, “puedo hacerlo mañana”.
  • Sé consiente de tus prioridades. Dicho de otro modo: no te distraigas, o como dijera la ya sonada canción de Luis Miguel “no culpes a la noche…” nadie es responsable de las elecciones que tomas. Pregúntate siempre ¿qué es más importante y qué puedes poner en segundo plano? Cuando canalizamos el estrés de manera adecuada, puede ayudarnos a librarnos de las distracciones y mantenernos concentrados en el ser y el hacer del momento.
  • Siempre cree en ti. Cuando enfrentamos situaciones estresantes y las superamos, aprendemos algo en el proceso: podemos llegar a lograr grandes cosas. No llegamos a nuestro potencial a pesar de los desafíos de vida, sino gracias a ellos. Se necesita mucha presión para convertir un trozo de carbón en un diamante. Sentir estrés nos enseña a lidiar con él. La clave es aprender a convertir el estrés en energía positiva en lugar de permitir que nos destruya. Por eso nunca hay que dejarse de mirar, pero sobre todo mirarse de manera íntegra y recordar que siempre hay caminos, siempre hay posibilidades.

Quizá no seamos capaces de eliminar el estrés de nuestra vida por completo, pero podemos aprender a usarlo en nuestro beneficio y descubrir la bendición escondida que trae consigo.

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