Ciencias Alternas

Ser uno con la Luz

En la medida en la que lo deseemos y le pidamos al Creador que nos dé la ayuda para separarnos de todas las intenciones egoístas que tenemos, en esa misma medida lo que hacemos puede realmente durar para siempre y solo ser de la Luz

Dr. Moisés Matamoros Muñoz

Ciudad de México, 6 de marzo de 2023.— En la porción Tetsavé, el Creador da mandamientos a Moshé, comienza con las palabras Veatá Tetsavé: “Y tú ordenarás”, pero no menciona el nombre de Moshé, solo usa la palabra “tú”. Esto es importante porque los kabbalistas señalan que es el único momento en la Torá desde el nacimiento de Moshé en el que no se menciona su nombre.

El Baal Haturim da una explicación para esto. Al momento de la caída del becerro de oro, el Creador quería destruir a todos los israelitas, pero Moshé le dijo al Creador: “Tienes que perdonarlos y eliminar el juicio; si no lo haces, puedes borrarme de Tu libro”. Y aunque el Creador aceptó la solicitud de Moshé y perdonó a los israelitas, el Baal Haturim explica que la frase “Bórrame de Tu libro” se manifestó para Moshé en la porción Tetsavé, porción en la que su nombre no es mencionado. Ese es el entendimiento literal de por qué el nombre de Moshé no es mencionado en esta porción, pero, por supuesto, sabemos que todo tiene un entendimiento más profundo.

Entonces, ¿cuál es el conocimiento profundo en cuanto a la ausencia del nombre de Moshé en la porción Tetsavé y cómo se relaciona con lo que ocurrió cuando Moshé se sacrificó completamente para salvar a todos los israelitas? Los kabbalistas enseñan que la respuesta es que una persona puede provocar cambio y atraer Luz y bendiciones infinitas en la medida en la que haya eliminado completamente sus intenciones personales del proceso. Y eso fue lo que hizo Moshé.

En última instancia, el alma más elevada, un tsadik o persona justa, es alguien que no hace nada para sí mismo; la única motivación detrás de lo que hace es ayudar a los demás. Cuando Moshé le dijo al Creador que debía eliminarlo de Su libro a menos que el juicio y la negatividad fuesen eliminados de los israelitas, en esencia Moshé estaba diciendo: “Mi único propósito en la vida es dar a los demás”. Y en ese momento Moshé alcanzó el nivel de eliminación completa del ego y la motivación egoísta de cada acción que hizo por el resto de su vida, y se volvió uno con el Creador.

¿Por qué? Porque cuando eliminamos nuestro ego por completo, nos unimos completamente con la Luz del Creador, no seguimos existiendo como una entidad separada de la Luz. Cuando llegamos a ese nivel podemos traer cualquier bendición, eliminar cualquier juicio y traer sanación. Por lo tanto, vemos que la razón por la que Moshé no es mencionado en esta porción no es un castigo; más bien es la recompensa más grande de todas. Es el indicador de lo que logró Moshé: llegó a un estado en el que ya no existía como un individuo diferente y particular. Moshé se convirtió en la Luz del Creador y, debido a eso, los kabbalistas explican que todo lo que Moshé hizo duró para siempre, porque renunció por completo a su ego e intenciones ocultas.

Y esa es la energía disponible para nosotros en Shabat Tetsavé; podemos pedir la eliminación de nuestros deseos personales de lo que hacemos para llegar a un estado en el que ya no estemos separados de la Luz. Podemos ser uno con el Creador y, del mismo modo en el que la Luz del Creador puede sanar y traer bendiciones, nosotros también podemos traer bendiciones.

En ese estado podemos hacer todo lo que la Luz del Creador hace porque ya no estamos separados. Es el estado supremo que Moshé alcanzó en este Shabat y el maravilloso regalo que podemos pedir. En la medida en la que lo deseemos y le pidamos al Creador que nos dé la ayuda para separarnos de todas las intenciones egoístas que tenemos, en esa misma medida lo que hacemos puede realmente durar para siempre y solo ser de la Luz.

Esto está escrito en la pared de la compañía de empréstitos de George Bailey en la película ¡Qué bello es vivir!. Ese es un sentimiento hermoso que se aplica a todo lo que el Creador nos ha otorgado misericordiosamente en esta vida. La belleza de una bendición no es tenerla, sino que podamos compartirla con los demás, enriqueciendo de ese modo la vida de aquellos que apreciamos y haciendo del mundo un mejor lugar gracias a ello.

Dios le dice a Moshé que mientras cuente a los israelitas, debe indicarles que den medio shékel. Luego se le pide a Moshé que use el dinero para la Tienda de Reunión, convirtiéndola en un monumento al Creador por los israelitas. Al hacerlo, Dios le dice a Moshé que ese medio shékel es santo.

No siempre asociamos el dinero con la santidad. Sin embargo, aquí el Creador le dice a Moshé que el shékel en efecto es santo cuando lo usamos como vehículo para el bienestar de la gente. Por supuesto, no nos referimos a la moneda ni al papel, o al dólar con respecto al shékel. Más bien se explica que el dinero es energía, un aspecto de la Luz y que podemos dirigir su uso según nuestro libre albedrío.

Cada uno de nosotros es bendecido con dones. Algunos, ciertamente, tienen el don de la riqueza, pero otros puede que tengan el don de la sabiduría, la música o el liderazgo. Algunos son creativos, tienen la habilidad de escribir grandes novelas o componer preciosos sonetos, mientras que otros son brillantes matemáticos o genios innovadores. Del mismo modo que cada uno de nosotros tiene una chispa divina, también recibimos dones divinos.

Qui Tisá es la llave que abre el baúl que contiene el tesoro de plenitud, una fórmula secreta con la que podemos hacer que todo sea santo en nuestra vida. Esta porción viene a enseñarnos que lo único que debemos hacer para estar satisfechos con una bendición, lo único necesario para hacerla santa, es encontrar una manera de compartirla con los demás.

Esta semana es un momento maravilloso para encontrar nuevas maneras de impartir al mundo los dones que Dios te dio. Te sugiero que tomes una hoja de papel y la dividas en dos columnas. En la izquierda, haz una lista de todas las cosas con las que has sido bendecido, en la derecha piensa en una manera de compartir cada bendición con alguien más.

¿Usamos nuestro hogar solo como un techo bajo el cual vivimos nosotros solamente o lo abrimos a los demás, creando una atmósfera cálida y acogedora en la que nuestros amigos también pueden encontrar refugio, compartir y desarrollarse? ¿Silenciamos nuestra voz creativa y guardamos nuestro talento solo para nosotros o encontramos una manera de publicar nuestra música en redes sociales, actuamos en obras de teatro locales o escribimos nuestro primer cuento como una manera de alegrar a los demás? ¿Guardamos nuestra espiritualidad solo para nosotros o compartimos sabiduría con quienes desean aprender? ¿Mantenemos el puño cerrado mientras decimos: “¡Lo mío es mío y de nadie más!” o abrimos las manos y sentimos una fracción de lo que debe sentirse ser la Luz al ofrecer nuestra beneficencia a alguien más?

Si podemos tomar lo bueno que tenemos y compartirlo con otro ser humano, lo convertimos en algo santo.

¿Acaso no es una hermosa verdad que por cada acto de compartir que realizamos el mundo se vuelve mucho más santo?

Fuente: www.kabbalah.com

@moises.matamoros

Fotografía: Miranda Álvarez

Acerca del autor

Elizabeth Franco