Cultura

Conjunto de la silla presidencial de Benito Juárez vuelve a lucir completo

La silla presidencial, pendones y un dosel se aprecian en la muestra Los 100 días que hicieron al México moderno

El sitial se aprecia en la exposición Los 100 días que hicierón al México Moderno. Foto Melitón Tapia/ INAH
El sitial se aprecia en la exposición Los 100 días que hicierón al México Moderno. Foto Melitón Tapia/ INAH

Una mudanza separó la historia. Un conjunto de muebles que engalanó los actos solemnes de Benito Juárez en su último periodo de gobierno: la silla presidencial enmarcada de un pendón, pabellones con los mismos exquisitos entorchados y un dosel que coronaba el sitial del Benemérito de las Américas, ha vuelto a reunirse 73 años después de integrarse a los acervos del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.

Thalía Montes Recinas, historiadora de este espacio museístico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), realizó una investigación que hoy permite no solo apreciar este “ajuar” en la exposición Los 100 días que hicieron al México moderno. El debate por la Constitución 1916-1917, sino conocer también su devenir como icono de legitimidad, tanto así que figuras como Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Francisco Villa y Venustiano Carranza posaron con él.

Seis años atrás, en los copiosos acervos del Museo Nacional de Historia (MNH), la investigadora del INAH reparó en un pendón con un bordado espléndido del águila republicana al centro. La pieza formó parte del montaje Águila real, símbolo vivo de México, en dicho recinto.

Los detalles del pendón, incluido el terciopelo rojo y los entorchados en hilo de plata, llamaron su atención porque parecían coincidir en factura con una pieza emblemática del museo: la silla ceremonial de Juárez con tallas de majestuosas águilas en los descansabrazos. Era la primera pieza en encajar de un rompecabezas de dimensiones aún desconocidas.

La siguiente pista no tardó en llegar. En un seminario dedicado a la historia de la imagen, Thalía Montes observó una fotografía de los fondos de la Fototeca Nacional, en la que Venustiano Carranza, a la postre jefe del Ejército Constitucionalista, está sentado en la silla juarista, pero esta aparece enmarcada por el citado pendón y unos laterales con los mismos detalles en los bordados, destacando el monograma de la República Mexicana y el gorro frigio con la inscripción “Libertad”.

Con la asistencia de María Esther Gámez González, conservadora del Depósito de Colecciones del MNH, se localizaron los aterciopelados laterales, que desplegados alcanzan 11 metros de ancho por siete de largo, y que a falta de una restauración —que se llevará a cabo posteriormente— lucen solo un par de sus secciones en la exposición Los 100 días que hicieron al México moderno.

El conjunto de la silla presidencial de Juárez da para diversos análisis, entre ellos, la arqueóloga María de Lourdes López Camacho ha reparado en la presencia de símbolos prehispánicos tallados tanto en la silla como en el dosel. Representaciones de chalchihuites (piedras verdes) bordan los descansabrazos de las sillas, igualmente aparecen en el dosel, donde también se aprecian representaciones de rayos solares y puntas de obsidiana.

Benito Juárez fue miembro masón desde 1847, de manera que en la silla juarista y su ajuar conviven insignias masónicas: el gorro frigio, la escuadra, la balanza, etcétera, con alegorías prehispánicas que lo vinculan a los tlatoanis mexicas.

Por su parte, el historiador Juan Manuel Blanco, del Museo Nacional de Historia, concluye que no es gratuito que la hechura de este corpus corresponda al segundo gobierno de Juárez durante la llamada República Restaurada. El conjunto responde a una historia más universal y se liga a los ceremoniales de la corte efectuados en la instauración de las repúblicas, dicha parafernalia incluía la elaboración de tronos en una especie de “construcción simbólica de la nueva entidad”.

Revista Protocolo

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