Cultura

Detallan el simbolismo de los animales sacrificados y ataviados como dioses en Tenochtitlan

Detallan el simbolismo de los animales sacrificados y ataviados como dioses por los mexicas

El investigador del INAH, Leonardo López Luján, indicó que, en su mayoría, los depredadores adornados por los mexicas se asociaban con el orden militar. En el Templo Mayor se han encontrado 32 superpredadores, entre lobos, pumas, jaguares y aves rapaces, vestidos con armas u ornamentos de guerreros

Revista Protocolo

Ciudad de México, 27 de mayo de 2022.— En tiempos prehispánicos, una de las características principales de las sociedades mesoamericanas era la repetición, manifiesta en ciclos calendáricos, palabras o prácticas rituales que una cultura tomaba de otra para crear su propia identidad y, a la vez, encontrar formas de innovación.

Un caso concreto, relativo al uso de animales depredadores que fueron sacrificados y ataviados con los atributos de alguna deidad o de un plano cósmico, fue expuesto por el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Leonardo López Luján, en el coloquio “Imitación, adopción e innovación en Mesoamérica”, organizado por El Colegio Nacional.

En la ponencia, coescrita con los arqueólogos adscritos al Proyecto Templo Mayor (PTM), Alejandra Aguirre Molina e Israel Elizalde Méndez, evocó el modo en que los mexicas durante el siglo XV usaron una práctica que retomaron de los toltecas pero que, incluso, puede rastrearse hasta la época teotihuacana, casi mil años antes del poderío tenochca.

En los años cuarenta, expuso López Luján, titular del PTM, el arqueólogo Jorge Acosta exploró la Zona Arqueológica de Tula, asentando que el Edificio B de esta ciudad podía leerse como una sucesión de órdenes militares, esto a partir de los frisos que lo circundan y que incluyen imágenes de cánidos, felinos y aves rapaces que, en algunos casos, devoran corazones.

“Sabemos, además, de la presencia de guerreros ataviados como mariposas en la parte superior del Edificio B, los llamados Atlantes de Tula”, puntualizó el investigador.

Las exploraciones conducidas desde 1978 en el Templo Mayor de Tenochtitlan, detalló, han revelado la presencia de decenas de miles de individuos animales que se agrupan en más de 500 especies.

Si este número se reduce solo a las especies de superpredadores —aquellas que no tienen un cazador natural en su hábitat—, puede establecerse que existen 32 individuos encontrados con insignias, armas o con atavíos en el Templo Mayor.

Conforman tal grupo: siete lobos mexicanos (Canis lupus baileyi), siete pumas (Puma concolor), dos jaguares (Panthera onca), un halcón peregrino (Falco peregrinus), 13 águilas reales (Aquila chrysaetos) y dos aguilillas (Buteo sp.)

López Luján comentó que, aunque se tienen registros de tiburón, los contextos con vestigios de este superpredador no lo muestran ataviado.

Al hablar de los ornamentos que acompañan a dichos animales, el arqueólogo señaló que estos consisten en ajorcas, cinturones, pectorales, orejeras, narigueras, cascabeles o armas de diversos tipos.

“El simbolismo de casi todos los ornamentos nos lleva al orden militar, sabiendo que los cascabeles se usaban como amuletos en batalla, y observando que los mexicas vistieron como guerreros a muchos animales”, refirió en torno al reciente hallazgo de una hembra jaguar en la Ofrenda 178, la cual portaba un atlatl (propulsor de dardos), y al de dos aves rapaces de la Ofrenda 179, vestidas con insignias de oro, jade y concha para emular al dios de la guerra, Huitzilopochtli.

Otros datos, dijo el arqueólogo, tienen que ver con el carácter exótico de los animales, mismos que, al proceder de regiones sumamente alejadas de Tenochtitlan, debieron ser alojados dentro de espacios como el vivario de Moctezuma, descrito en numerosas fuentes históricas y crónicas del siglo XVI.

“Esto es muy claro en el caso de las águilas, ya que a menudo sus esqueletos tienen las alas fracturadas, pero a la vez muestran que estaban bien alimentadas y que llegaron incluso a una edad senil. Eso nos indica que fueron criadas por el ser humano, ya que, en su medio natural, un águila que no puede volar simplemente muere”, finalizó.

(Fotografías cortesía de la Dirección Medios INAH)

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