Cultura

El beso, lenguaje del alma

El beso es uno de los saludos más afectuosos y cariñosos que se pueden realizar. Lamentablemente, se ha convertido en algo muy habitual, hasta entre personas que no tienen trato social ni familiar, lo que no me parece correcto es entre varones, por supuesto, para los usos y costumbres de mi país (Argentina).
Patricia Elena Blanco Ratti

El beso como saludo es uno de los males sociales que venimos padeciendo desde hace mucho tiempo, el cual pienso, va a ser muy difícil de cambiar.

Besamos socialmente porque estamos condicionados a realizarlo, por los usos y costumbres imperantes para hacerlo, lamentablemente. Si sentimos afecto o no por la persona que tenemos que besar muchas veces lo tenemos que hacer con dolorosa falsedad. Por qué no podemos evitarlo y no marcamos lo correcto, no lo queremos hacer pero tampoco, condicionados por los hábitos actuales, lo podemos evitar.

Es incorrecto, considero, que en el momento de la presentación o del encuentro lo más oportuno es, si no es un amigo íntimo, o una persona ya conocida, darse la mano, ya que el beso demuestra afecto, y cariño; entonces se lo debemos dar a quien conocemos y queremos, por ser el gesto que demuestra nuestros sentimientos más importantes, por ser el acto más maravilloso que brota de nuestro corazón. Entonces no es correcto besar a alguien que nos han presentado por primera vez.

El número de besos también suele variar por los usos y costumbres, de un lugar a otro, de una cultura a otra, de una familia a otra y por los hábitos trasmitidos por su familia y origen, para un francés es correcto de una manera, que tal vez para un chino no lo es.

Los españoles, por ejemplo, suelen dar dos besos en la mejilla, mientras que los franceses se dan tres, existen otros países, como Rusia, en los que los hombres se besan entre ellos, allí, quede claro, las costumbres y maneras lo permiten y es lo correcto.

A pesar de estas diferencias, en occidente el beso se suele, dar tanto en público como en privado, lo cual no es muy habitual en otras culturas como la oriental. De hecho, existen países como China, en los que besarse en público es una costumbre de mal gusto. Los orientales son las personas que menos utilizan el beso como forma de saludo.

En China, cuando se saludan entre sí, en vez de estrechar la mano del otro estrechan afectuosamente la suya propia, por supuesto que ellos sostienen que su forma es más higiénica y discreta que la de los occidentales, por cuanto evita el contacto de manos no muy limpias o portadoras involuntarias de males infecciosos, con manos transpiradas, o excesivamente vigorosas.

Piensen realmente qué pensarán los chinos de la forma que tienen ciertos indígenas de Oceanía de saludarse, que al encontrarse refriegan sus narices uno con otro: ¡por supuesto que esto será la forma más rápida de trasmitir una epidemia de gripe!

En Japón nadie se besa con nadie, ni siquiera entre familiares. Todos se hacen una reverencia. Los japoneses son un pueblo que respeta mucho sus costumbres y sus mayores. Ellos realizan una reverencia, cuanto mayor es la jerarquía de la persona que se saluda mayor es la inclinación y duración de la misma. De esta forma permiten no establecer emociones profundas.

Y para los estadounidenses es correcto un solo beso, aunque ellos lo utilizan de forma muy discreta.

En Connecticut (EU) la ley aún prohíbe a los esposos besarse en domingos y fiestas de guardar. En Turquía están prohibidos los besos en las pantallas de cine.

En el trabajo

En el trabajo no debo de besarme con mis compañeros de trabajo, será suficiente dar los buenos días o la mano, tratarnos de usted, eso sería lo correcto dado que simplemente voy a trabajar, jamás se besan en el ambiente, jefes y compañeros de trabajo, por más compañerismo y espíritu de trabajo que tengan.

Ahora, fuera del trabajo podemos ser amigos darnos un beso y tutearnos.

Un beso es decir te amo sin hablar

Hay sentimientos que las palabras no pueden contar, por eso el beso, la mirada, una sonrisa, son el lenguaje más lindo y maravilloso que nuestro corazón y alma desean dar.

El beso es el acto de tocar, de rozar algo con los labios, a un hijo, a un niño, a los padres, a quien queremos y le queremos expresar lo que sentimos.

Difícil es encontrar el origen del beso, tal vez desde la succión del bebe, al tomar del seno de su madre, obteniendo así el mayor placer, que le hará recordar la tranquilidad, seguridad, afecto y satisfacción que tenía del contacto con su madre, y querrá trasmitir luego como un tesoro que esconde en su corazón, dando el beso.

O tal vez sean las primitivas tribus y sus hábitos de olfatearse y olerse, quizá sean las primeras noticias del acto de besar.

Aparece como una instintiva forma de demostrar afecto y se cree que se da por primera vez de la madre hacia su hijo, es ese sentimiento, que entre suspiros, lágrimas y aliento roza esa maravillosa parte de nuestro ser, nada más hermoso que Dios me haya permitido tener este placer que me cuesta expresar con palabras, es ese beso primero que le di a mis hijos.

Imborrable y supremo

Tal vez debamos remontarnos hasta el hombre primitivo y notar cómo su mujer masticaba los alimentos para dárselos en forma de puré a sus crías en la boca, quizás este acto de amor primario, es el origen del beso. O simplemente observar a las aves y ver como con su pico dan de comer a sus crías.

O la teoría más reciente que dice que los cavernícolas arrugaban la nariz por causa de la necesidad de sal para complementar su dieta, de repente les dio la necesidad de lamer el rostro de sus amigos para recoger el sudor, que contenía la sal que necesitaban y así nació el beso.

Distintos besos

En la antigüedad clásica tenemos el beso sagrado, éste era el beso que se utilizaba para adorar a las divinidades. Sin querer los cristianos lo seguimos utilizando realizándolo a nuestras imágenes en acto piadoso de fe.

Los griegos besaban el pecho de sus superiores y los emperadores extendían la mano delicadamente para ser besada por los campesinos.

Los reyes africanos obligaban a besar el suelo que recién habían pisado.

En cuanto al beso en la boca entre hombres no es nuevo. Esto ya se usaba en la edad media, pero sólo estaba permitido entre los de una misma posición social. Si era un funcionario, entonces se besaba la mano y si era alguien más importante, era necesario agacharse y besar el suelo.

A partir del siglo II se introdujo en la misa besar en la boca a otro creyente como símbolo de paz, era en latín osculum pacis.

Actualmente los fieles en la misa nos damos la mano lo cual tiene la misma lectura. Los sacerdotes sólo se dejaban besar su pie o sus vestiduras.

Probablemente, podemos incluir dentro del anterior, el beso de la codicia y de la traición que ya nos da testimonio la Sagrada Biblia.

El primero es el que Jacob le da a Isaac, su padre, y le hace creer que es Esaú, el primogénito; con la intención de quedarse con la jefatura de la familia.

El otro es el de Judas, cuando da a Cristo un beso en la mejilla, con éste entrega al Hijo del Hombre y se condena para siempre.

Siglo VI

Otros datos históricos acerca del beso especifican que fue hasta el siglo VI que el beso era simplemente el acto de afecto entre una madre y su hijo y a partir de ahí comienza a ser también el acto de expresión entre adultos.

Durante la Revolución Industrial el beso es censurado en forma pública, quedando reducido simplemente al ámbito privado, fue realmente censurado así que en esos momentos estaba prohibido y mal visto el acto de besarse en público.

Luego y ante esta censura que realmente no gusto nada utilizaron el acto de besar como actitud de rebeldía y libertad, allá por los años sesenta, la gente se rebeló y para demostrarlo, ante lo prohibido, comenzaron a besarse y en público.

Tenemos también dentro de la historia el beso que se daba con respeto a la mayor jerarquía, o sea a las personas que tenían y tienen un nivel social alto, por ejemplo, las personas que pertenecen a la iglesia y ésta las ha investido con una gran jerarquía: cardenales, obispos, en este caso el beso demuestra un grado alto de respeto, más que de afecto o cariño.

Históricamente, se habla de besar el suelo cuando la persona que teníamos delante era de gran relevancia.

En otras culturas como la celta, se decía que el beso tenía poderes curativos.

Para los romanos el beso era el acto de trasmitir vida, por eso “besaban” en la boca al difunto cuando éste exhalaba con la intención de conservar su alma.

En la Edad Media, el caballero que besaba a una dama estaba obligado a casarse con ella, inmediatamente y si besaba a un hombre que no fuera su marido era juzgada como adúltera.

A partir de la Edad Media, el concepto de osculum cambia y da origen a cuatro tipos de beso distintos.

En el medievo estuvo presente en los rituales feudales. Era el acto de fidelidad entre el vasallo y su señor.

A las damas se les besaba la mano, pues era un atrevimiento besarles en la cara.

Aunque todavía en algunas sociedades el beso aún no es aceptado, en otras partes del planeta Tierra sigue vigente. Ya sea para demostrar afecto, cariño, ternura o amor; un beso será siempre bienvenido; siempre y cuando se dé con respeto y discreción.

“Si el saludo se dirige a una señora, su usará el beso de manos, y a los caballeros, una mera cortesía con la mayor modestia y gracia. Cuando una señora de edad da un beso a una joven, ésta lo debe recibir con agrado, pero nunca de tomar la iniciativa, porque sería una libertad fuera de tiempo.”
(Reglas de urbanidad de señoritas año 1859 D. Julián Mariana)

A fines del siglo XVII, los ingleses eran el pueblo que más utilizaba el beso como saludo. Tuvieron que abandonarlo dada la gran epidemia de peste bubónica que asoló Inglaterra en 1665, y que se propagó fácilmente debido al beso.

A partir de ese momento ya nadie besó como antes.

Leyenda

La mitología dice que Psique, alma en griego, debido a su belleza era envidiada por la misma Afrodita, quien envió a Cupido a que le lanzara una flecha para enamorarse del hombre más horrible y ruin que encontrase, pero éste en lugar de hacerlo quedó enamorado de la mujer y se la llevó a su palacio donde la escondió y donde se reunía con ella cada noche con la condición de que ella no encendiera la luz de la vela y averiguara sobre su identidad y así el podría protegerla.

Psique lamentablemente empezó a extrañar a sus hermanas, Cupido cumple su deseo de verlas, y ahí comienzan los problemas, sus hermanas empezaron a preguntar sobre su marido hasta que Psique obligada confesó que no sabía nada de él.

Ellas la incitaron a que descubriera quién era, así que en mitad de la noche Psique intrigada y obligada encendió una lámpara para verlo, sin querer una gota de aceite de ésta cayó sobre la cara de Cupido, que se despertó y desilusionado, abandonó a su amada.

Psique arrepentida de lo que había hecho, suplicó a Afrodita que la ayudara a recuperar el amor de Cupido, rencorosa y con envidia ésta le impuso realizar cuatro tareas imposibles para un humano, la última de ellas era buscar un cofre al Hades.

Llegando allí, Perséfone, diosa de la ultratumba le dijo que sólo debe abrirlo al llegar a su palacio; Psique, no soportó la intriga y no pudo esperar llegar al palacio y lo abrió encontrando “el sueño eterno”.

Psique cayó en la hierba dormida para toda la eternidad, pero Cupido, se apiadó de ella, la rescató, y le dio un beso, el cual le devolvió la vida.

Bueno, ahora queridos amigos me despido esperando que me permitan como siempre desnudar mi alma, y compartir con ustedes la carta al amor de mi vida, y les digo que a pesar de todo piensen que el amor verdadero será lo que salvara al mundo.

Carta al amor de mi vida… y simplemente… a mi primer amor…

Amor:

Sabes que, todos sabemos lo que es el tiempo, todos sabemos lo que es la vida, pero lo que no sabemos es lo que es el amor hasta que alguien nos lo hace sentir.

Simplemente una mente que imagine, un oído que escuche y un corazón que sienta, serán necesarios para sentir lo más lindo que Dios nos dio en la vida que es el amor y sentir que nos amen.

Y ese primer beso soñado con ilusión, que como me dijo él “quedó grabado con esa felicidad pura que teníamos”. Ese amor divino que todavía llevo en el corazón y la memoria.

Me pregunto, ¿el primer amor es para siempre? , tal vez sí, tal vez la vida vuelva a unir nuestro camino, o simplemente quedará escrito entre suspiros, ilusiones y anhelos. No lo sé, lo que sí sé, es que hoy volví a avivar el fuego de aquella pasión que durmió en nuestros corazones.

Y realmente me doy cuenta que el amor verdadero fue esa comunión que nació entre nuestros dos corazones y almas juveniles, es ese amor que quizá no tiene final, que siempre quedará vivo, mientras se recuerde. No lo separa mares, tiempo, nada lo destruye.

Este amor juvenil, de sueños y de ilusiones donde no cabe lo imposible. Donde la belleza es eterna, no porque todavía tenga mi belleza juvenil, sino por que él todavía me ama.

Es el amor que atesora en una cajita, con temerosa ilusión, donde no hay odio, sólo recuerdos maravillosos y puros.

Sueños con aromas, imágenes que se atesoran y que sólo son nuestros y que nadie nos los quitara.

Es esa caja de recuerdos que tiene con miedo sin abrirla pensando que tal vez y sin querer me hizo sufrir, y sí sufrí porque yo simplemente lo amaba; no por lo maravilloso que él era, sino por lo que era yo cuando estaba con él.

Es esa parte de mí que creía que había perdido; él es simplemente mi pasado maravilloso, y este presente con ilusión, con olor a los jazmines de aquella primavera en Plaza San Telmo, donde me tomó de la mano para guiarme; él es lo más lindo de mí. Así que cómo se puede olvidar, es ese amor que permanecerá en la tierra y nos acompañará al cosmos infinito, es ese amor que siente el que simplemente lo transito, así que digo: tranquilo y en paz ya está, aunque simplemente quede grabado en nuestros corazones, somos dichosos, pudimos decir lo que sentíamos en secreto y de ahora en más queda simplemente para él y para mí.

Bueno me voy pensando que todo esto empezó porque recordé aquel primer beso en una primavera de tiempo atrás, que espero repetir sintiendo lo mismo que en aquel momento.

Te ame, te amo, y te amaré…

Hasta el reencuentro.

Un beso

Patricia

Revista Protocolo

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