Cultura

El INAH restaura Cristos procesionales para la Semana Santa

Cuatro imágenes religiosas del Estado de México, que datan del siglo XVIII, volverán a salir a las calles el Viernes Santo

Proceso de restauración de la Virgen Dolorosa. Foto Mauricio Marat INAHEl Señor de las Tres Caídas, La Dolorosa y El Señor de la Paciencia son algunas de las esculturas virreinales pertenecientes a comunidades del Estado de México que volverán a salir en procesión el Viernes Santo, luego de haber recobrado su belleza y movilidad con las tareas de restauración efectuadas por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Muchas piezas procesionales permanecen durante todo el año en los altares de las iglesias, y en la Semana Mayor la comunidad las lleva por las calles donde se exponen a los rayos del sol, la lluvia o cambios bruscos de temperatura, lo que ocasiona que la madera aumente de volumen y se contraiga con riesgo de sufrir grietas y desprendimientos de su pintura, amén de otros deterioros que se originan durante su manipulación.

Entre las imágenes religiosas —que fueron atendidas por expertos del Seminario Taller de Restauración de Escultura Policromada, de la Escuela Nacional de Restauración, Conservación y Museografía (ENCRyM)— sobresale El Señor de las Tres Caídas, el cual tiene un mecanismo que, al ser activado, provoca la flexión de las rodillas simulando caerse, lo que permite representar las tres caídas de Jesús en su recorrido al monte Calvario.

La restauradora Fanny Unikel, de la ENCRyM, explicó que la escultura data del siglo XVIII, y llegó al taller porque el mecanismo metálico y la piel que cubre parte de las articulaciones estaban deteriorados, por lo que se sometió a limpieza, se fijó la policromía y se recuperó el funcionamiento de la unidad modular. Una vez intervenido regresó a su comunidad, donde continúa utilizándose durante Semana Santa.

Asimismo, los especialistas devolvieron la movilidad a la Virgen Dolorosa, también del siglo XVIII. Su peculiaridad radica en que sus manos se acercan a la cara, lo que hace parecer que está llorando. En su intervención se atendió el dispositivo que le permite hacer dicho movimiento; y con ello se rescató una tradición perdida, pues nadie en la comunidad sabía de su funcionamiento. Para la recuperación del mecanismo oculto realizaron radiografías y tomografías.

El Señor de la Paciencia, del siglo XVIII, es otra de las tallas de madera que fueron restauradas. La obra sobresale por los efectos de realismo que provoca su policromía y porque se emplearon otros materiales, como vidrio para fabricar sus ojos, hueso que colocaron en las aberturas de las heridas, pelo natural y dientes que la hacen ver como si tuviera vida. Es una imagen muy apreciada por la comunidad y sólo sale del templo durante la Semana Mayor.

Otra pieza intervenida en la ENCRyM fue el Cristo Yacente, del siglo XVII, perteneciente a una comunidad de Aguascalientes. La escultura permanece en su féretro durante el año y en Semana Santa forma parte de la procesión y la representación de la Crucifixión. El proceso de restauración comprendió la recuperación de la policromía y de la forma escultórica, la cual había sido cubierta por diversas intervenciones que modificaron su apariencia y evitaron que las articulaciones pudieran moverse, efecto fundamental en las esculturas procesionales antiguas.

Labor con comunidades para preservar tradiciones

Además de los deterioros que llegan a presentar las piezas religiosas por su utilización durante las procesiones, se suman aquellos originados por el desconocimiento de su manejo y cuidado, por lo cual el INAH, por conducto de la Dirección de Educación Social para la Conservación, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), trabaja en conjunto con las comunidades para alcanzar un equilibrio entre la tradición y la conservación.

La restauradora Blanca Noval desarrolla una labor entre las comunidades para concienciarlas sobre la importancia de preservar sus esculturas devocionales. Un ejemplo es San Felipe del Progreso, Estado de México, donde tres esculturas del siglo XVIII Jesucristo, Ecce Homo, la Dolorosa y San Juan, se atendieron a solicitud de la población debido a que presentaban daños ocasionados por el uso, como suciedad, pérdida de dedos de las manos, faltantes en la policromía e intervenciones inadecuadas en los goznes de los brazos del Ecce Homo.

Las restauraciones consistieron en limpieza, fijado de escamas de la policromía, pegado y resane en los dedos. Se recuperó el mecanismo interno que permitía que los brazos y cabeza se levantaran.

Una vez terminado el trabajo, dijo la especialista, las tallas fueron entregadas a la comunidad junto con un documento con indicaciones para su correcto manejo y traslado durante las procesiones.

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