Cultura

Especialistas suman conocimientos a favor del patrimonio paleontológico

Paleontólogos y arqueólogos buscan desarrollar investigaciones integrales y dar un nuevo impulso a los estudios de prehistoria

Especialistas suman conocimientos a favor del patrimonio paleontológicoAproximadamente en 40 por ciento de los salvamentos arqueológicos que se realizan en la cuenca de México (DF y sus áreas conurbadas con los estados de México, Puebla, Morelos e Hidalgo) se descubre fauna pleistocénica como el mamut, aun cuando no es el único organismo de gran tamaño que aparece, razón por la que los arqueólogos requieren de la intervención de un paleontólogo que resuelva dudas puntuales, como determinar a qué especie pertenecen los restos hallados e indicar la manera de conservarlos y transportarlos.

Con el fin de dotar a los arqueólogos de mayores conocimientos sobre este tipo de vestigios, así como para impulsar el desarrollo de investigaciones integrales, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), por conducto de la Coordinación Nacional de Arqueología, llevó a cabo el Primer Curso-Taller de Paleontología dirigido a dichos especialistas.

La actividad también forma parte de una serie de acciones que el INAH ha puesto en marcha con el fin de dar mayor impulso a las investigaciones paleontológicas y de prehistoria en México, toda vez que ambas áreas del conocimiento tienen una larga tradición en el país, desde el siglo XIX.

De acuerdo con el paleontólogo Joaquín Arroyo Cabrales, investigador del INAH y ponente del curso, actualmente en México se tiene conocimiento de alrededor de 800 sitios donde se han hallado animales pleistocénicos que vivieron durante los últimos 40 mil años; un número considerable de ellos, aproximadamente 50 por ciento, están concentrados en el centro del país, en los estados de México y Puebla, y en el DF, donde el desarrollo de obras de urbanización públicas o privadas ha permitido su descubrimiento, salvamento, estudio y conservación.

El paleontólogo explica que una de las vertientes de investigación de los vestigios del Pleistoceno es identificar la fauna extinta que pudo haber convivido con el hombre, aquella que pasó los límites del Pleistoceno al Holoceno y de la cual hay muy poca evidencia en México, ya que la mayoría tiene una antigüedad mayor a los diez mil años, mientras que en Sudamérica se han descubierto animales extintos de siete mil a ocho mil años.

Entre la fauna extinta que los primeros pobladores de México debieron conocer, mencionó, además de los mamuts, a caballos y camellos prehistóricos, perezosos gigantes y gliptodontes. Explica que en general hay un conjunto de fauna asociada a los pastizales, donde habitaron los mamuts, camellos, caballos, que estarían distribuidos en lo que actualmente es el Altiplano mexicano y que en su momento eran los pastizales. Ese conjunto llegó hasta la cuenca de Valsequillo, en Puebla.

Hay otro conjunto que se distribuye en las vertientes costeras, son animales de climas tropicales, como los gonfoterios, perezosos terrestres y los gliptodontes.

Esos animales formaron parte del ambiente en el que habitaron los primeros humanos de América, de manera que su estudio permite identificar las relaciones que establecieron, algo fundamental para el arqueólogo; en términos biológicos, “nos interesa analizar cómo fueron evolucionando las especies hasta el momento en el que se extinguen o pasan al presente”.

En tanto, el paleontólogo Eduardo Corona Martínez, investigador del Centro INAH-Morelos y también ponente del curso, explica que otro aspecto importante es la microfauna, como roedores, aves y reptiles, localizados en los sitios arqueológicos, sobre todo prehistóricos o de poblamiento humano temprano, ya que esta microfauna proporciona información más precisa sobre los paleoambientes.

En ese sentido, se busca despertar el interés de los arqueólogos por este tipo de fauna, por ejemplo la familia de los anátidos (patos, cisnes y gansos) y otras aves acuáticas; las del orden passeriformes (pájaros canoros), las salamandras y las serpientes, todas ellas han sido registradas en localidades mexicanas del Pleistoceno, lo que nos ayuda a entender cómo se formó un sitio desde el punto de vista de su historia natural.

El biólogo explica que la investigación de paleoambientes con indicios de presencia humana comprende en términos cronológicos, para el caso de México, el periodo de transición que va del Pleistoceno Tardío al Holoceno, que inició alrededor de 35 mil años, aunque la gran mayoría de hallazgos en México ubican su franja cronológica alrededor de los diez mil años y hasta los cuatro mil años antes del presente.

Es en este último límite donde se detecta la presencia de poblaciones humanas con una incipiente actividad agrícola, que completan su dieta con fauna obtenida mediante cacería y que también pudo ser aprovechada, explica Corona Martínez.

En los estudios prehistóricos cobra particular interés la recuperación y análisis de materiales de origen biológico, tales como restos de hueso, piel y concha de animales, o bien restos de vegetales, como semillas y polen, porque su análisis aporta información clave para la reconstrucción del medio ambiente y las prácticas desarrolladas por los colectivos sociales, debido a que en ocasiones son las únicas evidencias físicas de estos grupos, advierte el investigador.

En el curso-taller también participó el maestro en ciencias Luis Espinosa Arrubarrena, jefe del Museo de Geología de la UNAM, quien habló de los conceptos básicos de paleontología, fósiles, escala del tiempo geológico, los procesos de fosilización; así como el técnico de laboratorio Aurelio Ocaña Marín, quien participa en los procesos de conservación de los materiales desde hace 50 años.

Un aspecto que despertó el interés entre los arqueólogos fue el de la conservación y embalaje para su trasportación de los restos de huesos de animales del Pleistoceno, toda vez que, a pesar de sus grandes dimensiones, se trata de materiales sumamente frágiles.

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