Cultura

La Rama, tradición navideña única del sureste mexicano

La tradición dice que hay que acudir de casa en casa, con una rama decorada con motivos navideños, para esperar a cambio dinero o comida

Texto: Luis Felipe Hernández Beltrán

“¡Hola, qué tal, ya estamos aquí!
Aquí está la rama que les prometí,
que les prometí venir a cantar,
pero mi aguinaldo me tienen que dar”

Aquí está La Rama, para que los lectores no la pierdan de vista

Las noches decembrinas en los estados del sureste de México, principalmente Campeche y Veracruz, están armonizadas por un canto especial, generalmente, en voz de niños que alegremente van de casa en casa a pedir una aportación, ya sea económica o de comida (si es fruta o dulces, mejor); a esa tradición, de la cual se desconoce su origen pero se tiene conocimiento que se realiza desde principios del siglo XX, se le llama “La Rama”.

Previamente, es toda una práctica buscar, unos días previos a las posadas, entre todos los árboles, una rama idónea en el que en su largo pueda ser decorada con esferas, guirnaldas y demás ornamentación tradicional navideña.

Una vez decorado tan peculiar elemento, requisito indispensable, como dicta la tradición, comienza una peregrinación, en donde los habitantes de las casas, esperan a sus visitantes a los que les otorgará un aguinaldo simbólico, pero previamente, deberán ser conquistados con el canto en verso, que gira alrededor de la rama, así como el hacer referencias a elementos tradicionales de la Navidad:

“Buenas noches, damas,
Buenas, caballeros,
a cantar venimos
al Rey de los cielos”.

Aunque existe una letra original, de autor desconocido y registrada por el dominio público, esta ha variado siempre dependiendo del ingenio y creatividad que cada quien le dé:

“Venimos de lejos,
a traerte a la rama
recíbela atento,
hoy y mañana”.

El agradecimiento por recibir la recompensa, también tiene su cántico, señal de que la rama fue bien recibida en la morada que se eligió para ser visitada y con ello despedirse de los caseros:

“Ya se va la rama
muy agradecida,
porque en esta casa,
fue bien recibida”.

Pero también, con el mismo ritmo, está un verso dedicado a los aguafiestas, a aquellos que decidieron ignorar y con ello no dejar pasar la buena vibra de los portadores de la rama:

“Ya se va la rama
muy desconsolada
porque en esta casa
no le dieron nada”.

Revista Protocolo

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