Para algunos, un ansiado periodo vacacional, para otros, días de reflexión y sacrificio
Por Alejandro Barragán
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| Crucifixión, de Diego Velázquez |
En México existe libertad de cultos, sin embargo, la gran mayoría de la población profesa el catolicismo. Este país no tiene una religión oficial, según lo previsto en la Constitución de 1917 la cual declara a México como un estado laico, sin embargo, la Semana Santa y la Navidad son concedidas por las autoridades como periodos vacacionales.
Semana Santa es la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Esta época es la más importante para la comunidad católica en todo el mundo.
Las celebraciones inician con el Domingo de Ramos, día en el cual se conmemora la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén; la celebración continúa con los días jueves y viernes santos, en los cuales se recuerda la última cena de Jesús con los apóstoles así como su aprehensión, martirio y muerte por crucifixión.
Finalmente concluye con el Sábado de Gloria y el Domingo de Resurrección, la primera fecha está destinada a la espera de la resurrección, celebrándose finalmente este hecho el domingo.
En la mayoría de los estados, incluyendo la capital del país, el Distrito Federal, se realizan representaciones acerca de la pasión y muerte de Jesucristo. La escenificación, con personas, imágenes religiosas o ambas, incluye a Jesús y personajes como los apóstoles, María Magdalena, Poncio Pilatos, y múltiples personajes incidentales.
En ciudades coloniales como Taxco, Guerrero; Querétaro; San Luis Potosí y San Cristóbal de las Casas, Chiapas, además de la representación del Vía Crucis (camino de la cruz) son realizadas procesiones solemnes donde los participantes en ocasiones se someten a flagelaciones físicas conmemorando el sacrificio de Jesús o como un compromiso personal por algún milagro recibido.
Entre las procesiones más reconocidas de México se encuentra la Procesión del Silencio en San Luis Potosí desde hace 61 años. Por otra parte quizá la representación más famosa de la pasión y muerte de Jesús sea la realizada por los habitantes de los ocho barrios de Iztapalapa en la ciudad de México, tradición ininterrumpida desde hace más de 150 años.
La Semana Santa es, pues, un periodo de reflexión y sacrificio para la comunidad católica en México, así como un periodo vacacional obligado para el resto de los habitantes del país sin importar la religión profesada por cada uno.
Finalmente es prudente recordar en estos días próximos a las celebraciones de Semana Santa las palabras de Satish Kumar, activista y ecologista indio, en su más reciente visita a México: “la ciencia y la espiritualidad se necesitan de manera recíproca pues la ciencia sin moralidad ni ética se convierte en herramienta de crímenes atroces, en contraste, la espiritualidad sin ciencia se convierte en dogmas y fundamentalismos extremos”.
Revista Protocolo
