No todo son albercas, discotecas y “pueblear”; el ir a Morelos es ir a disfrutar de una comida sinigual
Texto y fotos: Luis Felipe Hernández Beltrán
Es muy común entre amigos y familiares escuchar las expresiones: “¡Vamos a echarnos un cuernavacazo o cuautlazo o temixcazo!”, “¡Vámonos a pueblear a Morelos”, cuando se planea vacacionar, aprovechar los puentes o simplemente salir un fin de semana.
El estado de Morelos es el destino turístico por excelencia de los capitalinos, el ideal para desestresarse por un rato del caos y bullicio de la Ciudad de México; la mayoría aprovechan para ir a sus tierras por la cercanía, por lo económico, por el clima caluroso, por los pueblos mágicos y coloniales, los balnearios, la vida nocturna, entre otros factores.
Pero hay un detalle muy importante que este estado ofrece también a los miles de turistas que acuden a sus tierras: su vasta gastronomía.
Una vez cruzada la frontera con la Ciudad de México (CDMX), hay una parada obligatoria para descansar un poco del viaje y estar alimentado para continuarlo; en diferentes orillas de la carretera, hay cientos de puestos con antojitos tradicionales, como quesadillas, gorditas, tlacoyos, tacos de guisado, etcétera. ¡Pero eso no es todo! Al adentrarse en cualquiera de sus 33 municipios hay otras opciones tradicionales, características y únicas para disfrutar o mejor dicho, implementando un lenguaje más “chilango”: ¡Para alimentar a la solitaria!
El pipián verde, las tostadas de tuétano, las gorditas de manteca, albóndigas rellenas de chicarrón, mixiote, barbacoa de chivo o borrego, quesadillas de chapulines, son solo algunos de los platillos que comparte Morelos con otros estados, pero que tienen un sabor diferente.
Pero hay otros, que más que ser únicos del estado en general, son característicos de algunos poblados y en muchos casos, son el referente cuando se habla de esas regiones:
Cecina de Yecapixtla: Gracias a la cecina, el municipio de Yecapixtla, al oriente del estado, se ha hecho famoso mundialmente, pues es uno de los productos mexicanos que se exporta a todo el mundo, y se sabe también que vienen consumidores de otros países únicamente para disfrutar y llevarse a sus naciones kilos de raciones grandes y voluminosas.
Y no solo es famosa por su sabor, sino también por la forma en como se prepara, ya que no se utiliza tecnología alguna, sino las manos de sus productores.
Primeramente, de la pierna o el lomo de las reses, se busca la carne más delgada, se aplana y se corta en tiras, y con un poco de sal, se pone bajo el sol para que se cueza por tiempo de hasta dos horas, simplemente, para que agarre sabor.
Una vez terminado este proceso, se le unta manteca de cerdo y después se fríe con aceite vegetal hasta que quede bien cocida.
Tamales de mojarra de Coatetelco: Aunque el estado no es productor de pescado, su cercanía con otros estados con mar, como Guerrero, hace que también se preparen guisos a base de pescado; los tamales de mojarra de Coatetelco, al sureste de Morelos, son especiales, a diferencia de otros tamales, la mojarra se parte en dos, se le quitan los huesos y espinas y en medio se le pone la masa tradicional del tamal, al momento de freírse, se le ponen hojitas de epazote para que agarre sabor; una vez cocidos, están listos para disfrutar.
Se sabe que en ningún otro lado, incluidas las zonas mexicanas con mar, se disfruta este producto, por lo que aunque su principal contenido es de otras zonas, su elaboración y distribución es morelense.
Rompope de Tehuixtla: En el municipio de Jojutla, a diferencia de otros lugares, este se hace de manera artesanal, es decir, su fabricación es casera sin necesidad de maquinaria alguna.
Se utiliza leche bronca que se revuelve con canela y se pone a calentar en cacerolas de acero para lograr la cocción, y una vez caliente, se le agregan otros ingredientes como huevo, alcohol, vainilla y un poco de colorante amarillo. Una vez lograda toda esta revoltura, se pone a enfriar y se le hecha el etanol. Es justo esa manera en que se elabora, lo que lo hace único y diferente, según expertos, es un sabor especial, agradable al paladar, que no se encuentra en ningún otro lado. Es el souvenir ideal para llevar a casa y compartirlo con los amigos.
Así que cuando vaya a Morelos, no solo haga planes de los lugares para divertirse, relajarse o conocer su cultura, también échele un ojo a los restaurantes o, ¿por qué no?, a los puestos callejeros o mercados fijos o sobre ruedas, pues también ahí hay un tesoro gastronómico y único de México. ¡Su paladar se lo agradecerá!
Revista Protocolo
