Se recuerda el momento de la última cena, en que Jesús comunica a sus apóstoles que uno de ellos lo venderá a los sacerdotes que lo andan persiguiendo
Texto: Luis Felipe Hernández Beltrán
La última cena, después de la crucifixión, ha sido el capítulo bíblico en el que se han inspirado pintores para realizar distintas obras de arte que han trascendido por todo el mundo.
Ese mismo pasaje del libro más reproducido de la historia, es en torno al cual giran los textos y actividades de algunos días de la Semana Santa.
Aunque el Jueves Santo se hacen las escenificaciones sobre el tema en los distintos templos católicos, ortodoxos, cristianos y evangélicos, los evangelios del Miércoles Santo señalan el momento en que Jesús les comenta a los 12 apóstoles que será entregado a sus enemigos por uno de ellos. Ante la sorpresa de los discípulos, quienes le empiezan a cuestionar en primera persona si alguno de ellos sería el traidor, él, en secreto, le dice a San Juan que aquel a quien le dé un pedazo de pan remojado en la copa que se sirvió a él, será quien lleve a cabo la misión. Por lo que, momentos más tarde, el hijo de Dios, le otorga esa pieza de pan a Judas Iscariote, quien con anterioridad fue a recibir las 30 monedas de plata con las que los sacerdotes, quienes veían para mal la figura de Jesucristo, le pagaron.
En recuerdo de aquel acto que llama al arrepentimiento por los males cometidos de los profesantes, algunos aconsejan dar 30 monedas, de la denominación que sea, a gente necesitada, como un ofrecimiento a Dios.
La tradición de los feligreses es ir, como de costumbre, a misa, sin algún ritual extra. Los sacerdotes católicos, siguen oficiando las misas con túnica morada.
Revista Protocolo
