Uno de los principales investigadores del México prehispánico del siglo XX murió la noche de este martes a los 93 años de edad
Revista Protocolo
Ciudad de México, 2 de octubre de 2019.— Durante más de 60 años, el antropólogo, historiador, filólogo y filósofo Miguel León-Portilla se dedicó al estudio de los pueblos del México prehispánico, al grado de ser considerado un referente del pensamiento y la literatura náhuatl. Esta gran historia en busca de documentar el patrimonio cultural de las culturas originarias de este país, concluyó la noche de este martes, con su muerte a los 93 años de edad.
Nacido el 22 de febrero de 1926, León-Portilla retomó el trabajo de Manuel Gamio y Ángel María Garibay, en una labor que recoge y estudia el mundo indígena: su visión, su historia, sus creencias y tradiciones, su literatura, su pensamiento y sabiduría.
Maestro en Artes por la Universidad de Loyola, en Los Ángeles, California, en 1956 recibió el doctorado en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con la tesis La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, bajo la guía del padre Garibay.
Cuando publicó esa obra, muchos creyeron que estaba loco, pues planteaba que los indios tenían una filosofía, a partir de planteamientos que descubrió en la poesía náhuatl.
“Eso me atrajo mucho. Fui a ver a Garibay, empecé a estudiar náhuatl con él. Él me ayudó mucho, me fue abriendo los ojos hacia los materiales que yo necesitaba para construir tal hipótesis de una filosofía náhuatl; y gracias a eso pude acercarme a lo que pensaban, algunos tlamatimine, o sabios, que se planteaban preguntas existenciales”, señaló en una entrevista en 1998.
A través de los códices, se acercó a la imagen cósmica, tanto temporal como espacial, para entender la visión del mundo en que se desarrolló el pensamiento de este pueblo.
“Continué mi indagación para saber qué pensaban acerca del hombre, acerca del más allá, acerca de la divinidad —comparando lo que ellos nos dicen con lo que sería el pensamiento tradicional del mundo indígena— y eso me llevó a suponer que se podía hablar de un pensamiento filosófico.”
A partir de ahí, Miguel León-Portilla encabezó un movimiento para entender el mundo indígena, en la era precolombina y la actual. Sin embargo, su principal obra es Visión de los vencidos, publicada en 1959 y es un documento que reúne fragmentos de cómo fue vista la conquista, desde el punto de vista mexica. Este trabajo fue seguido por otras recopilaciones de fuentes incas y mayas.
Entre su vasta obra, se encuentran títulos como Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares (1961), El reverso de la Conquista (1964), Trece poetas del mundo azteca (1967), Nezahualcóyotl. Poesía y pensamiento (1972), Literaturas indígenas de México (1992) y Quince poetas del mundo náhuatl (1994).
Otro reconocido antropólogo, Eduardo Matos Moctezuma señaló que León-Portilla supo dar la palabra a quienes les había sido arrebatada. “Les diste forma a las voces negadas por medio de la palabra escrita para darla a conocer e irradiarla por el /mundo a otras muchas lenguas. De esta manera nos diste la razón de ser de quien padece la injusticia e hiciste tuya la palabra del vencido para esgrimirla en contra de la injusticia hacia el indígena de ayer pero también a favor del indígena de hoy.”
Pero además de dedicarse al estudio de las culturas prehispánicas, León-Portilla trabajó en defensa de los derechos de los pueblos indígenas y apenas el año pasado, destacaba que la solución del problema de la pobreza en estas comunidades “no es regalar dinero, pues este no les sirve para nada. Hay que brindarles la posibilidad de ponerse de pie, de ser dueños de su destino”.
Al participar en el foro “Pobreza y cultura indígena en México”, se reconoció como un enamorado de la cultura indígena, a la cual dedicó todas sus investigaciones, porque reconocía que “no queremos tener indios de museo” y que hay que dejarlos vivir con dignidad.
“Los indígenas nos dan sus lenguas, que son metáforas maravillosas de un mundo de riqueza insospechada” y es que, por ejemplo, dijo, la palabra educación “viene del latín educatio, que significa sacar al otro de la rudeza de la ignorancia, y en náhuatl ixtlamachiliztli: acción de dar sabiduría al rostro ajeno. ¿Qué bonito, no? ¿Verdad que es mejor?”.
Entre 1955 y 1963, León-Portilla desempeñó los cargos de subdirector y director del Instituto Nacional Indigenista Interamericano. Desde 1963 y durante más de una década fue director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y entre 1974 y 1975 fue nombrado cronista de la Ciudad de México.
Desde 1988 fue investigador emérito de la UNAM y en 1995 ingresó a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en el área especial de antropología e historia.
Participó en la fundación de la Casa de los Escritores en Lenguas Indígenas y recibió numerosas distinciones: 25 doctorados honoris causa de universidades de México, América Latina, Estados Unidos y Europa, además de premios y condecoraciones concedidas en México, Bolivia, Perú, Cuba, Estados Unidos, España, Francia, Italia y otros países. Desde 1957 fue profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.