Representantes de las distintas áreas de la escena mexicana manifestaron su felicidad por el reconocimiento al “Maestro” escenógrafo
Texto y fotos: Luis Felipe Hernández Beltrán
Recientemente, la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes vivió una noche de contrastes: quienes suelen estar tras bambalinas en los diferentes espectáculos, ahora ocuparon las butacas principales del público; el público, que siempre va al teatro a aplaudirle a algún artista, ahora le aplaudió a un escenógrafo; y un escenógrafo que ha realizado más de 200 escenografías de los principales montajes teatrales de México y otras partes del mundo, tuvo una humilde pero iluminada escenografía para su reconocimiento.
Alejandro Luna era condecorado con la Medalla Bellas Artes por sus 50 años de vida en el mundo del arte, así como sus aportaciones a la escena mexicana en las áreas de escenografía, iluminación y docencia.
Si lo comparáramos con un espectáculo teatral en el que el realizador de la decoración de Don Juan Tenorio era el personaje principal, el primer acto tuvo la proyección de un video, en donde reconocidos realizadores teatrales como Luis de Tavira, dieron testimonio del trabajo del homenajeado; y un segundo panel en el que los también escenógrafos Luz María Aguilar Zinser y Alberto Villareal contaron anécdotas de quien llamaron su maestro. Juan Meliá, coordinador nacional de Teatro de Bellas Artes fue el moderador.
El “clímax” de la obra llegó al final cuando María Cristina García Cepeda, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), dio el galardón al homenajeado, quien se limitó a decir “gracias”. Sin reverencia alguna, los aplausos no dejaron de escucharse.
Diego Luna, reconocido actor mexicano e hijo de Alejandro, disfrutaba al lado de su familia las muestras de cariño a su progenitor. La prensa asediaba al histrión quien se mostraba emocionado por el premio a su padre, pero se alejó cuando lo cuestionaron sobre la reciente polémica de Kate del Castillo–Sean Penn–Joaquín Chapo Guzmán.
Afuera, al golpe del frío, en una de las terrazas principales del Palacio, todos celebraban con vino y canapés, entre ellos, algunos directivos del INBA y de la nueva Secretaría de Cultura, y en primer plano, la presencia de las actrices Julieta Egurrola y Arcelia Ramírez. Adentro, Luna, al calor de los abrazos, no dejaba de sonreír y platicar con su familia.
Y siguiendo con esos contrastes, queda a la reflexión una de las frases utilizadas por Hugo Hiriart: “El hecho escrito es este: la escena moderna mexicana se divide en dos grandes grupos: de un lado Luna solo; del otro, todos los demás”; mientras tanto, alguien del público regaña a una jovencita quien no paraba de seguir con su mirada a Diego Luna y quien cuestionaba a todos: “¿Acaso el señor de barbas al que le dieron esa medalla es el papá de Diego?”. A lo que su compañero de asiento, molesto, respondió: “No, niña, ¡ese muchacho es el hijo del maestro Alejandro Luna!”.
Revista Protocolo
