Cultura

Palacio de Bellas Artes, un icono cultural e histórico de México

Concebido originalmente como nueva sede del Teatro Nacional y símbolo de opulencia del porfiriato

Por Alejandro Barragán

Palacio de Bellas Artes, un icono cultural e histórico de MéxicoEl Palacio de Bellas Artes es un referente cultural y geográfico para los habitantes de la ciudad de México, así como para los turistas nacionales y extranjeros. En él confluyen diferentes expresiones artísticas de todo el mundo: exposiciones, conciertos, presentaciones de libros, teatro, ópera y la exhibición permanente de murales de los maestros mexicanos del muralismo Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.

El antecedente inmediato del Palacio de Bellas Artes es el edificio destinado a albergar al antiguo Teatro Nacional, considerado el más importante en su género en la vida artística y cultural de México durante la segunda mitad del siglo XIX.

Al iniciarse el siglo xx, como parte del programa de obras arquitectónicas enfocadas a embellecer a la ciudad de México así como resaltar la modernidad del régimen de Porfirio Díaz, se pensó primero en renovarlo —fue construido durante la presidencia de Santa Anna— pero se optó por demolerlo para construir otro, acorde al crecimiento urbano y cultural de la ciudad.

La ubicación del nuevo teatro fue objeto de un estudio tanto por parte de las autoridades como por su arquitecto, el italiano Adamo Boari, uno de los predilectos del presidente Díaz, encargado de diseñar también el Palacio de Correos. En 1901 se determinó su ubicación a un costado de la Alameda Central.

Los trabajos de construcción del nuevo Teatro Nacional iniciaron en 1904 con el objetivo de terminarlo en cuatro años; sin embargo, problemas presupuestales y técnicos, derivados del costo y dificultad para transportar el mármol de Carrara desde Italia a la ciudad de México, fueron demorando su conclusión.

Tras el estallido del movimiento revolucionario en 1910 y su repercusión económica en el país, Adamo Boari regresó a Europa en 1916, Porfirio Díaz había presentado su renuncia y partido hacia el exilio cinco años antes frente al inminente triunfo de la revolución maderista. Se había concluido, hasta esa fecha, casi todo el exterior, excepto el recubrimiento de la cúpula.

Durante el periodo de 1917 a 1929 las obras de construcción del nuevo Teatro Nacional se vieron detenidas pese al interés para que se terminaran, tanto de algunos gobiernos posrevolucionarios como del público en general.

A partir de 1930, bajo la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, el arquitecto Federico E. Mariscal fue el encargado del proyecto de la conclusión del Teatro Nacional; sin embargo, fue hasta 1932, con el apoyo del secretario de Hacienda, Alberto J. Pani, que la obra fue revitalizada.

Debido a la fuerte inversión que se requería para acabar el recinto, éste debía responder a una necesidad social y ser de utilidad pública contario a su concepción original del recinto destinado a recibir a la aristocracia porfiriana. Así, el Palacio de Bellas Artes fue concluido por el arquitecto Mariscal el 10 de marzo de 1934.

Bellas Artes ha sido objeto de múltiples remodelaciones, entre las que destacan en 1993, la construcción del estacionamiento subterráneo; un año después, la remodelación de las salas de exhibición del Museo del Palacio de Bellas Artes, y de 2000 a 2004, la restauración de sus cúpulas.

Finalmente, de 2008 a 2010 se llevó a cabo la mayor intervención hecha a su teatro y sala de espectáculos, en la que se renovaron plataformas, tramoya, escenario, foso, iluminación, acústica, cabinas y butacas.

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