Cultura

Perla Krauze o El encanto de la seducción

La obra impone, no cabe duda, y su entendimiento tarda en llegar dependiendo de cada sensibilidad

Por el arquitecto Carlos Flores Marini

Perla Krauze

Toda seducción implica un proceso de acercamiento y de impacto ante el seductor, muchas veces eso lleva tiempo, pero en otras ocasiones es inmediato.

Así pensamos es la obra de esta artista enigmática y atrayente que es Perla Krauze, y no nos referimos sólo a su persona que lo es, sino a su arte que se mueve entre múltiples lecturas. Estamos seguros que al entrar a la sala del Museo de Arte Moderno que alberga su actual exposición, el espectador tiene un momento de confusión.

No es una exposición de pintura, aunque la hay, no es una exposición de escultura aunque hay objetos que juegan ese papel. Es una instalación; propiamente no. Es un laberinto ordenado y sugerente en que todo parece estar al acaso y que a medida que se recorre va quedando seducido por la fina sensibilidad del arte de Perla.

Pero va más allá. Al disociar virtualmente sus aparentes sentidos de composición vamos descubriendo que éstos son múltiples, trátese de cuadros, objetos y cotidianidades que colocados en sus muros de repente caen y recorren el piso de la sala interrumpiendo nuestro paso para enfrentar nuestra mirada con otras texturas.

Según sea nuestro acercamiento a la pieza expuesta ésta va adquiriendo un diferente sentido hasta convertirse en un arte global y esférico que sin serlo nos envuelve, hasta quedar totalmente seducido por esa atmósfera en la que uno lo es todo y el todo nos lleva al desmenuzamiento de cada una de las piezas.

Nada está de más y nada falta y aquello que a nuestra llegada parecía abrumador se vuelve arrobador ante lo cual se produce ese momento sublime en que se consuma la seducción. Como es común en esos momentos, el silencio es importante y cuando más que el arribo a la sala se produjo con esta ya pletórica, pero inusual en una inauguración, con largos silencios y apagados cuchicheos.

La obra impone, no cabe duda, y su entendimiento tarda en llegar dependiendo de cada sensibilidad. Cuando se da, se siente que el arte de Perla nos embarga quedando arrobados. De ahí la seducción.

Como todo proceso de sensibilidad, éste tiene diferentes límites y reacciones que se van configurando a medida que se recorre la exposición. Para ello mucho ayuda el espacio circular del museo porque nos permite reiniciar el recorrido o volver sobre nuestros pasos para desde otra perspectiva y múltiples ángulos observar y digitalizar mentalmente los objetos que uno a uno se integran ante nuestra visión que aunque pretendiéramos que fuera individual no lo es ya que un sugerente camino nos lleva a la sorpresas cromáticas donde sólo algunos destellos rompen su continuidad.

Más allá de etiquetas Perla trasciende las composiciones planimétricas para adentrarse en el espacio, enriqueciendo con sus objetos la fría arquitectura del recinto. Producida esta integración el ojo se agudiza y penetra en el laberinto de las fantasías para ir al detalle y jugar a la desfragmentación de las composiciones, hasta el desmenuzamiento de cuadros, esferas, cubos y todos aquellos objetos que hacen de la exposición Huellas y Trayectos, una muestra que será el parteaguas en la vida profesional de esta fina artista.

Se dice en el catálogo que es una exposición a media carrera, lo que no se dice es la velocidad del recorrido. Se puede trotar durante las tres décadas pero también se puede iniciar pausadamente para ir descubriendo la topografía del trayecto. Así ha sido la vida artística de Perla, iniciada ordenadamente por sus estudios de diseñadora gráfica que consolida por una década formativa de intenso trabajo de taller, sólo así se explica su irrupción en exposiciones colectivas en forma constante, para ello se necesita tener un trabajo intenso y sólido. Sus más de 50 apariciones tienen que estar respaldadas; no sólo en producción sino también en calidad y en ella, en los múltiples recursos que le proporciona su formación profesional.

Su diplomado de textiles le da el orden y disciplina del Reino Unido y su maestría cierra el círculo para poder integrar en su lenguaje artístico, la escultura con la pintura y la fotografía donde afloran las formas y texturas. Ya en la parte final de esta primera madurez, con más de 20 exposiciones individuales, su trabajo cambia de pausa y sobre sus huellas, como en un gran circo romano gira sobre el gran obelisco, para aprovecharlas e iniciar el gran trayecto de su consolidación como artista. Larga vida de éxitos y satisfacciones espera a Perla Krauze.

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