Cultura

¿Por qué comemos tamales el 2 de febrero?

La Fiesta de la Purificación de María, de la presentación de Jesús al Templo o La Candelaria, se celebra el 2 de febrero.

Eunice María Castillo Espinosa de los Monteros de Vernis.

¿Por qué comemos tamales el 2 de febrero?

Para entender un poco mejor de qué se trata la celebración del 2 de febrero o día de la Candelaria, el Reverendo Padre José de Jesús Aguilar Valdés, nos comparte que:

Según el pensamiento bíblico del Antiguo Testamento la mujer quedaba impura en el momento del parto por lo que debería cumplir con un rito establecido para su purificación.

– ¿Por qué las mujeres quedaban impuras en el parto?

– La ley judía descrita en el capítulo 12 del libro del Levítico afirma que cualquier persona queda impura al tener contacto con la sangre, debido a su carácter sagrado. De esta manera quedan impuros quienes la derraman, quienes tienen alguna enfermedad que produzca manchas de sangre (como la lepra) o quienes tocan la sangre de otra persona. Ante este pensamiento, se consideraba que la mujer quedaba impura en el parto por la sangre que derramaba en el acto de dar a luz.

Para purificarse, la mujer tenía que esperar 40 días si daba a luz a un niño y 80 días si daba a luz a una niña. Después del tiempo esperado, se presentaba en el templo para cumplir con el rito de purificación llevando consigo la ofrenda prescrita por la ley. La ofrenda consistía en presentar dos animales, que en el caso de los pobres eran dos pichones o dos tórtolas.

El ritual prescribía el sacrifico de uno de los animales, para que con su sangre se rociara al otro y después se le dejara en libertad. El significado era claro: con el precio de la sangre de uno se obtenía la libertad del otro; o dicho de otra forma, gracias a la sangre del sacrificado, la mujer impura recuperaba su pureza.

– ¿Cómo sabemos que María cumplió con la ley de purificación?

– Aunque María dio a luz a Jesucristo sin perder su virginidad ni derramar gota alguna de sangre, sin embargo, se presentó en el templo para cumplir con lo que prescribía la ley. Los pormenores de este momento los menciona el evangelio de San Lucas en el capítulo 2, versículos del 21 al 40, que narra lo siguiente:

“Al cumplirse los días de la purificación de ellos, según la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentárselo al Señor, según lo que está escrito en la Ley del Señor: ‘Todo macho primogénito será consagrado al Señor’; y para ofrecer el sacrificio de un par de tórtolas, o de dos pichones, según lo prescrito en la Ley del Señor.

Había por aquel entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y temeroso de Dios, el cual estaba esperando el consuelo de Israel, y en él habitaba el Espíritu Santo. El Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Ungido del Señor. Movido por el Espíritu fue al Templo, y cuando los padres del niño introducían al Niño Jesús, para cumplir con el rito legal, aquel hombre lo tomó en sus brazos y empezó a bendecir al Señor diciendo: ‘Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel’. El padre y la madre del niño se admiraban de las cosas que de Él decían. Simeón los bendijo, y dijo a María, la madre del niño: ‘Este niño está destinado para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, y para ser una señal a la cual se hará oposición; y a ti una espada te atravesará el alma, para que se descubran los pensamientos secretos de muchos corazones’.

José de Jesús Aguilar Valdés, portando El Niños de Praga.
José de Jesús Aguilar Valdés, portando El Niños de Praga.

Había también una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, la cual era una mujer muy vieja, que había durado casada siete años en su juventud, permaneciendo después viuda, y que tenía entonces ochenta y cuatro años de edad. Esa mujer no se apartaba del Templo, sirviéndole a Dios de día y de noche con ayunos y oraciones. Llegando a esa misma hora comenzó a alabar a Dios y a hablar de aquel niño a todos aquellos que estaban esperando la redención de Jerusalén.

Una vez cumplidas todas las prescripciones de la Ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se robustecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él”.

– ¿Qué significado ve la Iglesia en el sacrificio ritual?

– El sacrificio realizado en el templo alude al sacrificio de Cristo que muere para que la humanidad, por su sangre quede libre de pecado, por lo que el anciano Simeón, presente en el templo, anuncia a María que una espada atravesará su corazón, profetizando con ello que María acompañara a su hijo en su pasión y muerte sintiendo un gran dolor en el corazón. En esta profecía tienen su origen las imágenes de la Virgen de los Dolores, en las que María lleva clavada en el corazón desde una hasta siete espadas.

– ¿Por qué la fiesta el 2 de febrero?

– La liturgia celebra desde tiempos inmemoriales la presentación de María en el templo el día 2 de febrero, 40 días después del nacimiento.

– ¿Fiesta de Purificación o de Presentación?

–Esta fiesta tuvo inicialmente un carácter penitencial y purificatorio, las personas se acercaban al sacramento de la penitencia o hacían procesiones. Tomando en cuenta las palabras del anciano Simeón, que en el evangelio llama a Jesucristo “Luz para alumbrar a las naciones”, en las procesiones se utilizaban velas encendidas lo que dio origen a que se le llamara también “día de las velas”, “día de las candelas” (candela=vela), o “día de la Candelaria”.

La fiesta fue presentando algunos cambios y así los padres de familia acercaron a sus hijos pequeños para que recibieran una bendición, haciendo más hincapié en la presentación del niño que en la purificación de María.

En México, la fiesta se ha caracterizado desde varios siglos atrás, por la presentación de la imagen del Niño Dios al templo para que sea bendecida junto con algunas velas. También se presenta a los niños y niñas para que reciban la bendición.

– ¿Por qué vestir al Niño Dios?

– En este tiempo cercano al día 2 de febrero no es raro ver en algunos lugares el siguiente anuncio: “Se visten Niños Dios”. Y es que en nuestras familias estamos acostumbrados a compartir lo que tenemos con las personas que amamos. Por esta razón, así como cuando festejamos a alguien nos preocupamos de que ese día estrene ropa, también queremos que el niño Jesús estrene ropa el día de su fiesta, porque lo consideramos parte de la familia. Esto es algo que debemos valorar: sentimos a Dios parte de nuestra familia.

¡Ideas claras para evitar confusiones!

Es necesario tener muy claras algunas ideas para que no nos desviemos de nuestra fe.

1.- Cristo nació y fue niño, pero también murió por nosotros en la cruz y resucitó, de tal manera que la imagen del Niño Jesús que tenemos en nuestra casa es solo eso, una imagen que nos recuerda que el Hijo de Dios se hizo hombre por nosotros.

2.- Aunque no tengamos una imagen en nuestra casa Dios está con nosotros. Las imágenes nos ayudan a sentir más su presencia y a pensar siempre en Él.

3.- Las imágenes por ello deben de ser bellas, dignas y tratadas con decoro. Por eso las cuidamos, las limpiamos y hasta las vestimos como una forma de rendir homenaje a Dios y a sus santos.

4.- Pero las imágenes no sienten y por eso no tenemos que pensar como aquella señora que decía: «Es que si no le pongo su ropita va a tener frío el niñito Jesús, o como aquella otra que decía: «Yo cada año le cambio su ropita al niñito, no sea que se me vaya a poner triste o a enojar».

5.- No es necesario cambiarles de vestimenta cada año. Más aún, si queremos ponerles un vestido digno y verdaderamente bello, hasta valdría la pena hacerles uno solo.

6.- Cristo fue el modelo de vida para los santos. Son los santos quienes se quieren parecer a Cristo, por eso no vistamos al niño Jesús de santos. Como se oye a veces por ahí:

«Pues ahora está de moda vestirlos de San Judas Tadeo», o «Yo para ser original lo voy a vestir de Juan Diego», o «Es que se ve re chulo vestido de San Miguel, con su espadita y toda la cosa». Es cierto que algunas personas hacen “mandas” y para cumplirle a algún santo visten al Niño Dios de ese santo, pero no es lo más correcto.

7.- Por muy ejemplares que sean para nosotros los santos, no debemos confundirnos y no debemos “disfrazar” a Cristo de santo.

8.- En todo caso si queremos ponerle un traje de una advocación vistamos a Cristo de Cristo, por ejemplo: de Niño de las Palomitas (recordando el significado del sacrificio), de Nazareno, de Sagrado Corazón, de Cristo Rey, de Cristo Sacerdote, de Buen Pastor, etc.

9.- En muchas ocasiones, las personas que se dedican a vestir imágenes, sólo tienen intereses de venta, por lo que incluso ofrecen novedades o rarezas. No nos dejemos llevar por ocurrencias o modas que llevan a algunas personas a vestir la imagen de Charro, o de otras cosas, porque correríamos el riesgo de confundir una imagen sagrada con un juguete

10.- No es necesario seguir ciertas normas que algunas personas ponen como indispensables. A veces se oye en las charlas: «Mi niño Dios ya cumple tres años con los mismos padrinos así que ya lo podemos sentar», o «No comadre, no se puede cambiar de padrino hasta el tercer año», o «los padrinos son los que escogen y pagan el trajecito», etc.

11.- Sigamos con nuestro amor a Dios, a Cristo y a los santos. Aprovechemos que las imágenes nos hacen sentir más su presencia. Sintamos que Cristo es parte de nuestra familia, pero no caigamos en errores que desvíen nuestra fe y se conviertan en motivo para que los católicos seamos criticados como idolatras.

 

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