Cultura

Proponen nueva nomenclatura para la narrativa sobre la Revolución

El escritor Carlos Antonio de la Sierra consideró que hablar de la Revolución y sus novelas permitiría diferenciar el momento en que se escribieron y la postura de sus autores

Carlos  Antonio de la Sierra

El narrador y ensayista Carlos Antonio de la Sierra propuso establecer una nueva nomenclatura para referirse a la narrativa que tiene como tema al movimiento armado de 1910 en México y sugirió referirse a “La Revolución y sus novelas”, para diferenciar el momento en que fueron escritas y la postura de sus autores.

Al participar en el ciclo Lecturas Guiadas sobre la Independencia y la Revolución, organizado por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA-Conaculta), el especialista puso énfasis en las que consideró las dos principales vertientes y de las que, a su juicio, son las obras más representativas de cada una de ellas.

Durante la charla que ofreció en el Centro de Lectura Condesa, De la Sierra se refirió a la Novela de la Revolución Mexicana y a la Novela sobre la Revolución Mexicana, a las que definió en términos del momento en que fueron escritas y de la visión crítica que sobre los hechos plasmaron en ellas sus autores.

En el primer apartado, De la Sierra enmarcó a Los de abajo, de Mariano Azuela, y La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán. En el segundo ubicó a Pedro Páramo, de Juan Rulfo; La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, y Los relámpagos de agosto, de Jorge Ibargüengoitia, en ese orden, a las que calificó como las más sobresalientes, “pues son una especie de síntesis crítica respecto de este movimiento histórico telúrico”.

Recordó que cuando Mariano Azuela escribió en 1917, recién terminaba la fase armada de la Revolución, hecho que implica la ausencia de una visión crítica, pues aún no hay un entendimiento cabal y ni siquiera aproximado de lo ocurrido, sumado al hecho de que él formó parte de ese momento histórico; por tanto, no tuvo la distancia temporal y espacial para vislumbrar ese momento en perspectiva.

“De ahí que si bien Los de abajo es considerada una novela fundacional, no necesariamente posee cualidades estéticas sobresalientes ni tampoco ostenta per se, una crítica natural al momento histórico. Dicho de otro modo, podríamos pensar en ella como una crónica in situ de la Revolución Mexicana”, apuntó.

Si bien reconoció que quizá podría caer en la crítica excesiva, De la Sierra afirmó que hay numerosos pasajes de la novela “que me hacen pensar que hay una suerte de autocensura del autor, para narrar a cabalidad lo que vio, no solamente porque formaba parte de un ejército, sino que frente a la aceptación de cierto tipo de literatura que lo hizo escribir de una manera que no corresponde al reflejo nítido de lo ocurrido”.

A pesar de todo, estimó que Los de abajo es una novela que hay que leer, porque ninguna otra retrata este momento de balas de la Revolución. “Creo que lo que habría que cuestionarle a Mariano Azuela, son precisamente estos mecanismos de autocensura que alejan al lector de la dinámica cotidiana que trataba de narrar.”

Sobre La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán, escrita durante su exilio en España y publicada en 1929, Carlos Antonio de la Sierra subrayó que muestra una sobriedad desbordante al relatar dos momentos históricos posteriores a la lucha armada, la rebelión delahuertista y el asesinato de Francisco Serrano.

Expresó que se trata de una novela con una pulcritud narrativa admirable y que se le podría ubicar en un momento que todavía no trasciende la etapa álgida, cuando aún no hay un reacomodo claro, específico, que se pueda vislumbrar de una manera muy acuciosa.

De ahí, pasó a la novela sobre la Revolución, en cuyo contexto, calificó como las más representativas a Pedro Páramo, La muerte de Artemio Cruz y Los relámpagos de agosto, mismas que en términos de tiempo ya no abordan el hecho armado sino que son una suerte de síntesis crítica, respecto de los acontecimientos.

Sobre Pedro Páramo, indicó que no sólo es una novela sobre la Revolución Mexicana, sino que “es la mejor que se ha escrito en América Latina. Es impresionante, más allá de su estructura narrativa, porque relata retazos dramáticos y hay en ella una gran profundidad en la documentación de las pasiones humanas, además de una crítica acérrima, quizás la más enconada y seria, a la historia de este país”.

De la Sierra destacó que en su trama no está la gran bola revolucionaria, están los expulsados de la historia y aparecen en sus páginas como almas en pena. “Están los sin rostro, los sin voz. Aquí no se vislumbra abiertamente la lucha armada, sus personajes no se involucran ni hay intención de hacerlo, pero abiertamente hace una fuerte crítica al movimiento.”

Añadió que una de las razones por las que le parece la mejor novela escrita en América Latina, es porque en ninguna otra, el protagonista muere a la mitad de la historia como en el caso de Juan Preciado, el famoso personaje, pues está consciente de que la única manera de conocer a su padre es a través de la muerte.

Por lo que toca a La muerte de Artemio Cruz señaló que quizá no exista en la historia del país, una novela que sintetice críticamente el momento inmediato al término de la lucha armada y al inicio de lo que conocemos como Revolución institucionalizada. Apuntó que Carlos Fuentes hace una crítica devastadora e implacable, centrada en el fracaso de la Revolución Mexicana, pues terminó en la misma circunstancia que la inspiró.

“Lo que hace Fuentes es una especie de llamado a la conciencia; es una novela que desde el punto de vista formal, es de una complejidad abominable. Está escrita en tres voces y el artilugio que utiliza para hablar del fracaso, es el monólogo interior que Artemio Cruz esgrime desde su lecho de muerte”, puntualizó.

Más adelante, Carlos Antonio de la Sierra manifestó que muchos han tratado a Jorge Ibargüengoitia como un escritor menor en la historia de la literatura mexicana, porque provoca la risa, es hilarante, ácido y sarcástico. “Se cree que la ironía está peleada con la seriedad o con la buena literatura y a quienes lo ven así les diría que la obra suprema de la literatura universal, Don Quijote de la Mancha, precisamente se nutre y se sustenta en esos elementos.”

Comentó que Los relámpagos de agosto narra la historia del general Guadalupe Arroyo, en la etapa posrevolucionaria en que los generales triunfadores se reparten el pastel. “Todo se convierte en un juego de equivocaciones, de intrigas, de falsas historias, de interpretaciones burlescas o sátiras, y hace toda una radiografía de la Revolución como si fuera representada por los hermanos Marx. Tiene un tono jocoso, pero profundamente crítico.”

Para concluir, Carlos Antonio de la Sierra manifestó que a través de ciertas novelas, es posible apreciar y entender que la Revolución no fue un movimiento con una sola dirección sino que tuvo varios afluentes, varias expresiones críticas y sobre todo, una lucha armada encarnizada que no se dirimió entre dos bandos; “fue una revolución con sus contrarrevoluciones”.

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