Cultura

¡Un espectáculo espectacular!

La redundancia lo vale… créanme

Por Helen Krauze

Cuando me dijeron lo que costaba ver Perfume de Gardenia, me espanté. Sin embargo, una vez ahí, me di cuenta que si se hubiera puesto en Estados Unidos, fácilmente costarían 200 dólares los primeros lugares (aunque hay boletos para todos los bolsillos).

Decir que la obra es espectacular, es decir poco, porque sólo la puesta en escena está plagada de efectos especiales con toda clase de juegos pirotécnicos; además de burbujas de jabón y confeti que sorprenden a los espectadores en sus asientos.

La obra rememora los años cincuenta del siglo pasado en un cabaret llamado “Mambo”, con la sensacional música de la Sonora Santanera, Julio Alemán y Andrés García, sin contar la jocosa actuación de Alejandro Suárez. Las señoronas María Victoria —como en sus mejores tiempos— y Tongolele —que aún conserva su figura y su ritmo— son otra gran atracción. Asimismo destaca Julissa, como la dueña del cabaret.

Para mi gusto, Niurka se lleva buena parte del show, no sólo por su belleza, sino por su destreza histriónica. Benito Castro roba aplausos y gritos con una magnífica imitación de “Palillo”.

No podemos dejar de mencionar a los guapérrimos Jorge Salinas, Sergio Mayer, Julio Camejo, Latin Lover y Arturo Carmona, así como las bellas Elizabeth Álvarez, Gina Varela y Roxana Martínez.

Desde luego la presencia de Araceli Arámbula en el papel de “Gardenia”, encanta —por su hermosura— al público, que le brinda una auténtica ovación.

Es menester reconocer que los bailarines (ellas, esculturales y extraordinariamente bien vestidas) son dignos de presentarse en cualquier escenario de Nueva York o Las Vegas.

Realmente es un todo en el cual el espectador no deja de asombrarse, reír y gozar plenamente, principalmente por la agudeza de la crítica de la política de los años cincuenta, que parecería seguir y seguir.

La obra está escrita por Francisco Onyaguren Aguilar, quien logró captar extraordinariamente el ámbito de esa época. Está producida por Omar Suárez y dirigida por el talentoso Benny Ibarra.

Todo eso se traduce en un teatro San Rafael lleno hasta el tope. Filas para el estacionamiento, para la compra de boletos y hasta para el baño, pero la gente sale tan feliz que no le importa nada.

Revista Protocolo

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