Sergio Corella, reconocido crítico de arte y promotor cultural, recuerda al escultor húngaro–mexicano, fallecido el pasado domingo 28 de febrero de 2021
Cortesía de Sergio Corella
Ciudad de México, 3 de marzo de 2021.— La compresión universal que Pal Kepenyes tuvo en su creación siempre fue más allá, pues él tenía claro el concepto de la energía fluyendo entre inspiración y certeza, certeza porque comprendía el uso de esta fuerza llamada talento.
Siempre varios pasos por delante, su intelecto fue una constante en la comprensión de la consciencia, vibración que aplicaba en cada una de sus obras, rebasó fronteras e hizo amigos entrañables en México, país que él mismo eligió para vivir y trabajar en su natal Hungría.
Personalidad multipremiada, querido y cuidado, pero lo más importante es que se reconocía a sí mismo con sencillez y una gran sonrisa.
Recuerdo con claridad haberme trasladado a Roma por iniciativa propia en el año 2011 a gestionar con el Vaticano la colocación de una obra de Pal Kepenyes en la estación de trenes de Termini, recibido por el regente de la prefectura de la Casa Pontificia, monseñor Paolo de Nicolo, y comentando sobre el libro de Pal que había yo llevado para que fuera entregado al entonces papa Benedicto XVI. Monseñor me dijo que Pal es un extraordinario artista figurativo. Quedé maravillado por el comentario, comprobando la universalidad de la obra de un gran artista.
Amigo entrañable, ¡Gracias, Pal Kepenyes!
