Universidades

EBC combate el desempleo juvenil en América Latina

Es fundamental que las instituciones de nivel superior ofrezcan a sus alumnos las habilidades necesarias para que se destaquen en el mercado laboral

Por Juan Lucca, vicepresidente de D2L para América Latina

¿Falta de puestos de trabajo o falta de buenos candidatos?La Educación Basada en Competencias (EBC) puede ser de ayuda para las instituciones educativas y hacer que sus alumnos y egresados tengan una ventaja competitiva en un mercado laboral cada vez más complejo.

En toda América Latina son más de 2 millones los alumnos que se gradúan por año de instituciones de nivel superior. Pero la triste realidad es que gran parte de ellos tendrán dificultades para encontrar trabajo y pasarán a engrosar la cifra de desempleo regional.

La crisis y los procesos de selección de personal cada vez más exigentes hacen que los recién graduados tengan una barrera de entrada al mercado muy elevada y que vean el momento de la graduación como un punto de preocupación. Esta realidad requiere que las casas de altos estudios innoven en cómo forman a esos futuros profesionales y los preparen para los desafíos a los que se enfrentarán.

En este artículo les mostraremos cómo implementar programas de Educación Basada en Competencias puede ser un paso en la dirección correcta, haciendo que la institución pueda ofrecer a sus alumnos las capacidades que el mundo requiere para tener éxito, hoy y mañana.

Desempleo preocupa a los jóvenes
Ante la coyuntura económica a la que se enfrenta la región, el mercado laboral se torna cada vez más competitivo y diferenciarse del resto resulta cada vez más importante. Y esa es una tendencia general. Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo, la región tiene una tasa de desempleo juvenil del 16,8%, la más alta del mundo.

Argentina es uno de los países con mayor desempleo: el 19,8% de los jóvenes de menos de 29 años no tiene empleo. En Brasil, la tasa de desocupación entre jóvenes de 18 a 24 años fue del 16% en 2015. Y, según índices parciales más recientes, el 33,4% de los desempleados brasileños están en esa franja de edad. En México, donde el desempleo es relativamente bajo comparado con otros países de la región, la tasa de desempleo de jóvenes entre 15 y 24 años a febrero de este año se ubicaba en el 8,4%, el doble del promedio nacional de 4,1%.

Si bien no toda la población económicamente activa de ese rango etario califica como recién graduada los especialistas toman en consideración los años de estudio e identifican tendencias preocupantes que muestran un aumento en los últimos años de la desocupación de jóvenes profesionales lo que puede ser un atraso importante para toda una generación.

Profesionales preparados para la nueva realidad
Es lógico que en tiempos de crisis económicas las empresas apliquen ajustes. Ese es uno de los principales motivos detrás de los altos índices de desempleo juvenil en la región. Otro de los motivos es la falta de confianza que muchos empleadores manifiestan sobre la formación académica de los postulantes. Es por eso que es cada vez más importante que las instituciones de nivel superior ofrezcan a sus alumnos las habilidades necesarias para que se destaquen en el mercado laboral. En definitiva, no podemos considerar que la falta de empleo es un problema cuando existen puestos vacantes para jóvenes profesionales en toda la región.

Según una encuesta realizada en 2013 por McKinsey & Company en 9 países en desarrollo las grandes empresas tenían 32 vacantes para jóvenes profesionales sin llenar en Brasil y 24 en México. Para el 48% de los empleadores brasileños y el 40% de los mexicanos la razón principal era la falta de aptitud de los recién graduados. Es decir no es que falten puestos de trabajo lo que faltan son buenos candidatos.

Lo más preocupante es que las instituciones educativas se mantienen ajenas a esa realidad. Un tercio de los representantes entrevistados no sabía cuántos de sus egresados conseguían trabajo. Y los que se aventuraron a arrojar una cifra, estuvieron lejos de acertar: el 74% de las instituciones informó que la mayoría de sus graduados consiguió trabajo dentro de los primeros 3 meses o menos cuando en realidad solo el 54% de los jóvenes profesionales manifiesta haber conseguido empleo en ese tiempo.

La coyuntura económica y social puede haber cambiado en los últimos 3 años pero los encargados de las instituciones de enseñanza superior no pueden ignorar este problema de percepción. A fin de cuentas, en tiempos de crisis resulta incluso más importante priorizar la inserción laboral de los alumnos.

Educación Basada en Competencias
Algunas instituciones ya tienen iniciativas como prácticas profesionales y acuerdos con empresas pero la implementación de programas de Educación Basada en Competencias también puede ser de gran utilidad para preparar a los alumnos para la realidad del mercado laboral. El modelo justamente está pensado para que los alumnos se concentren en dominar habilidades profesionales prácticas. Y lo mejor es que no es necesario realizar grandes modificaciones a los programas de estudio. Se puede basar todo un programa según pautas de EBC o utilizarlas como complemento para los planes existentes.

Consulte algunas de las características de la Educaciòn Basada en Competencias que pueden ser de gran utilidad en la formación profesional y algunos ejemplos de cómo implementarlas en la práctica:

– Ritmo individualizado. Como lo que realmente se mide es lo que se aprende y no el tiempo dedicado al estudio, el alumno puede armar su propio camino de capacitación profesional, sin sentirse presionado ni desmotivado por el ritmo del resto del grupo. Esta característica también puede ser muy útil para resolver necesidades urgentes, como la preparación de un programa de capacitación en áreas determinadas.

– Posibilidad de especialización. También se puede adaptar el contenido que va a estudiar cada alumno durante su ruta de aprendizaje. Es decir es posible definir áreas de foco dentro de una carrera o, incluso, cumplir los requisitos de una especialidad profesional.

– Adaptación al conocimiento del alumno. Se pueden dar créditos por conocimiento preexistentes. Por ejemplo si un alumno ya realizó una pasantía en un área determinada no es necesario que pierda tiempo con conceptos que ya domina y puede dedicarse a lo que realmente precisa aprender.

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