Cultura

Xawery Wolski: más allá de lo orgánico y lo geométrico

Xawery Wolski

La obra de Xawery ha recorrido el mundo entero, permitiéndole compartir su trabajo en lugares distantes y poco comunes, influenciado por la riqueza cultural y la historia de dichos destinos

Beniamin Chalupinski*

Xawery es un artista y escultor polaco, su camino por el arte guarda raíces profundas en su tierra natal, al formarse en la Academia de Bellas Artes de Varsovia, posteriormente continuó su camino formativo en Francia, donde tiene un largo recorrido que brindó nuevos horizontes en su proceso creativo y en su obra, con estudios en la Academia de Bellas Artes de París, Escuela de Bellas Artes en Aix-en-Provence y el Instituto de Altos Estudios en Artes Plásticas en París. En Estados Unidos tuvo la oportunidad de estudiar en la histórica y prestigiosa New York Studio School of Drawing, Painting and Sculpture.

La obra de Xawery ha recorrido el mundo entero, permitiéndole compartir su trabajo en lugares distantes y poco comunes, influenciado por la riqueza cultural y la historia de dichos destinos. Así, en algún momento llegó a México, el país donde construyó su segunda patria. Acompáñenos a conocer un poco más de la vida y trayectoria de Xawery Wolski en esta entrevista.

—¿Qué relación existe entre tu arte y tu tierra natal?
—Mi tierra natal es Polonia. Vengo de una familia de científicos que desde hace cuatro generaciones se dedicaban a la genética de las plantas. Crecí en un ambiente de agricultura, de plenitud y abundancia. Me refiero a los campos de cultivos, toneladas de granos. El privilegio de vivir en una relación estrecha con la naturaleza, ser testigo de los cambios de las estaciones. Todo esto ha desarrollado en mí una sensibilidad particular de ser atento al fenómeno del tiempo, algo que perdura y se repite, no es lineal ni cronológico como en la abstracción. El mundo de la genética nos abre a las infinidades de las posibilidades.

—¿En qué momento decidiste llegar a México?
—Vivía entonces en París, acababa de terminar los estudios de posgrado en el Instituto de Arte en París y empezaba la vida de un joven artista luchando por sobrevivir y salir adelante con mi propia visión artística. Hice mis primeras exposiciones y ya tenía experiencia de dar clases de dibujo académico.

En 1993 obtuve una beca del Ministerio de la Cultura en Francia, para hacer una residencia de investigación en Perú. Me interesaban las técnicas ancestrales de las construcciones en tierra. Vine a México con el mismo motivo, como turista, para recorrer las zonas arqueológicas. El país me fascinó y participé en un concurso en París para hacer una investigación sobre la metrópolis más grande del mundo, que era la Ciudad de México. Así que obtuve otra beca del gobierno francés para hacer un proyecto urbano con la temática contemporánea. Mi punto de interés fue muy sensible: los niños de la calle; hice un proyecto con ellos, fue dedicado a esta enorme herida social que es la existencia de estos niños.

—¿De dónde surge la inspiración de tus obras y qué deseas transmitir con ellas?
—Muchas veces la inspiración viene mientras uno trabaja, como decía Picasso. Tengo una relación pasional con la tierra y es el mismo material, su fuerza interna que me guían. Uno solo tiene que fluir, dejar de controlar y permitir ser llevado; esto suena un poco irreal; pero es así. La tierra es un material noble, no fue creado por el hombre, contiene en sí la memoria del tiempo, está en un constante movimiento universal, asumir estas características es permitir ser parte de este movimiento universal.

—¿Cuáles serían tus obras más emblemáticas y qué representan para ti?

—Mis primeras esculturas eran formas de diferentes semillas, tenía en mente que son como inicio de la vida y crecen reproduciéndose sin ningún límite interno. Luego empecé a construir amplias acumulaciones de cadenas, las fabricaba de barro, durante infinitas horas, luego cocía en hornos y gracias a esto se volvían duraderas. El proceso que para mí importaba era ese, conectarse con el tiempo. Tejer una materia nueva donde cada detalle tenía la misma importancia, ser responsable por cada instante de la obra… con estos mismos principios creé muchas diferentes obras durante años.

—Tu trabajo ha sido expuesto alrededor del mundo. ¿Qué viaje influyó más en tu proceso creativo?
—He tenido oportunidades de viajar con mi obra a muchos lugares interesantes. Trato de no escoger lugares muy comunes, sino sitios y países marcados por un gran pasado cultural, amplias y antiguas tradiciones que estimularon el desarrollo de arte. Así mi trabajo fue expuesto en Tailandia, Indonesia, la India, el año pasado en China, además de las grandes ciudades de Estados Unidos y Europa. Sin embargo, el país que me dio una calurosa e inesperada bienvenida fue México.

Esto fue hace más de 20 años atrás. Llegue sin conocer a nadie y sin contar muchas horas ya tenía amigos y me sentía en casa. México, su gran riqueza cultural, su gente, sus costumbres y gran amor por el arte, pero sobre todo su gente, su fuerza y su entusiasmo me siguen inspirando y aquí he creado mi segunda patria.

* Corresponsal de Protocolo en Reino Unido

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