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A 50 años… la tercera fue la vencida para Bob Beamon

Un día como hoy, 18 de octubre, el atleta estadounidense Robert Beamon lograba su salto de 8.90, consiguiendo así el récord olímpico, que se mantiene vigente hasta nuestros días

Luis Hernández Reyes

Nunca mejor aplicada la frase “A la tercera es la vencida” para revivir 50 años después una de las hazañas más importantes en la vida del mundo olímpico registrada en la cazuela de Ciudad Universitaria.

Desde que el sonido local anunció el nombre del atleta estadounidense precedido de grandes logros, la gente ya clamaba algo inesperado: un atleta de color espigado, era el centro de atención en la pista olímpica, todas las miradas de arriba abajo estaban sobre él. ¿No podrá? ¿Será capaz? ¿Podría ser? ¿Seremos nosotros testigos?

Y es que es fantástico el mundo en el que se involucran los amantes del atletismo, pareciera que ellos son los competidores y no solamente los que acuden con un boleto en mano a presenciar los eventos. Por algo se les llama atléticos, la palabra que envuelve todo un extraordinario contenido de competidores más allá de lo común.

El sonido anunció el nombre de Robert Beamon pero el público al escucharlo desechaba el nombre porque aquí ya tenía una imagen: una B, una O que le precedía, y le envolvía la tercera letra, otra B tan mayúscula.

El silencio reinaba al momento en que la primera de tres oportunidades atrapaba la atención del público que llenaba el estadio. Asombrados los ojos se desencantaron instantáneamente al ver que el gran favorito no llegaba a la línea esperada. Sin embargo, el aliento mexicano impulsaba un segundo intento que, pese a ser fallido, no perdió la esperanza para que asombrara sus ojos.

Todas las almas albergadas en el interior del fenomenal estadio aguardaron silenciosas y retuvieron la respiración cuando Bob intentó su tercera oportunidad. Parecían enlazarse las manos y clamar al cielo que el logro viniera de arriba.

Sonido: “Tercera oportunidad para Bob Beamon”. ¿De dónde sacó fuerzas este hombre? ¿Tendría acaso un algo espiritual? o ¿Seria su propia ilusión o deseo por alcanzar en el aire la estrella dorada?

Tomó impulso y descargó toda su potencia al suspenderse en el aire para registrar lo que hasta ahora se ha convertido en la marca imbatible, 8.90 metros, 55 centímetros más que la marca perteneciente al británico Lynn Davies lograda en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964.

Tuvieron que pasar 22 años para que el estadounidense Mike Powell rebasara la marca en el Mundial de Atletismo de Tokio 1991, logrando un nuevo récord de 8.95, consiguiendo así un récord mundial.

Sin embargo, el récord olímpico de Beamon conseguido en aquellos cincuentenarios Juegos Olímpicos de México 1968, parece ser inmovible.

* El autor es periodista de deportes desde 1970, colaboró para los periódicos El Sol de México, Excélsior y Ovaciones. En 1984 llegó a Televisa donde fue subjefe de información deportiva. Actualmente, escribe sobre temas taurinos para distintas páginas de internet del mundo de la tauromaquia.

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