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Las “barras bravas”, una mirada más allá del fanatismo en el futbol

Desde hace varios años, en Argentina estos grupos se han integrado política y socialmente a redes complejas que las conectan con actores de los ámbitos público y privado

El futbol es uno de los deportes que más furor causa entre sus seguidores. Desata pasiones y las disputas entre los miembros de las hinchadas o barras de equipos rivales son acontecimientos comunes tras un partido.

En Argentina, la violencia en el futbol es un fenómeno ya añejo. Sin embargo, en años recientes, los enfrentamientos “clásicos” se han transformado y dado lugar a un nuevo modelo de conflictividad que trasciende la contienda deportiva, en el que los incentivos económicos y de poder han ganado terreno, comentó en entrevista Natalia D’Angelo, una de las cuatro ganadoras del Premio de la Academia Mexicana de Ciencias a las mejores tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2012.

En su tesis, titulada Violencia en el futbol argentino. Redes sociales y políticas estatales, la autora se propuso utilizar perspectivas de análisis alternas a las que ya se habían empleado para abordar el problema de violencia en dicho deporte.

En particular, la Escuela de Leicester en Inglaterra, la más consolidada en estos temas y que estudió el caso de los hooligans, utiliza una mirada clásica que ve características socio-demográficas homogéneas, con rasgos de segmentación social en los individuos, quienes forman bandas con códigos y lenguajes propios que buscan la gratificación social a partir de demostrar valentía, honor para con el club deportivo y los compañeros hinchas.

No obstante, esa mirada no servía para explicar la serie de acontecimientos de alta violencia que se daban fuera del contexto futbolístico y que ahora cada vez son más comunes como los enfrentamientos que incluyen asesinatos dentro de las hinchadas. En cambio, desde una perspectiva diferente, “yo veía más bien indicios de una integración social y política que construye canales de conexión y formas de ascenso social a través de bienes materiales”.

“Para el trabajo utilicé entonces el enfoque de redes, el cual me permitió observar qué tipo de mecanismo de integración estaba en juego, qué tipo de transacciones, qué lugares dentro de la red eran facilitadores u obstructores tanto de información como de recursos. Y también recurrí a la sociología política, tratando de nutrirme de los enfoques del clientelismo político”, comentó.

Además de la investigación bibliográfica, D’Angelo hizo un amplio trabajo de campo en distintas partes de Argentina, el cual consistió en una serie de entrevistas en profundidad a informantes vinculados directamente al fenómeno.

Con todo lo recabado, la autora plantea que las actuales “barras bravas” obedecen más a una configuración de redes complejas, altamente jerárquicas, formadas por distintos segmentos que funcionan a partir de lazos débiles entre sí. “Lo que permite esta red es poner en contacto actores diversos y generar circuitos de información y recursos que les permiten acceder a éstos, que de otra manera le serían ajenos por su condición social.”

De acuerdo con sus investigaciones, este fenómeno comenzó alrededor de los años ochenta del siglo pasado junto con el retorno a un gobierno democrático en Argentina y se relaciona con que a partir de ese momento, los partidos políticos empezaron a mover sus maquinarias clientelares y de búsqueda de votos.

Desde entonces, las “barras bravas” se constituyen como grupos muy organizados que pueden ofrecer determinada confianza a la esfera política para, por ejemplo, organizar pintadas o hacerles propaganda y se convierten entonces en fuerza de obra, expuso Natalia D´Angelo.

“Los líderes de las barras empezaron a medir con quién les convenía negociar y plantear arreglos en términos de lealtad y de adhesión; es una especie de clientelismo moderno muy instrumental: van con el jefe político que les ofrezca las mejores condiciones en ese momento.”

La aportación principal de su estudio, aseguró, es que permite observar cómo opera el Estado frente a diferentes grupos organizados. “Lo que tenemos son un Estado y administraciones que entran en constante contradicción unos con otros, así como reglas y actores de la política que van en contra de lo que las normas escritas plantean. A partir de esa mirada, pude entender mucho mejor lo que pasaba con las políticas de combate a la violencia en el futbol y por qué en algunos puntos se trababan estas alianzas de la política y las barras.”

Lo interesante es también ver cómo las piezas se mueven en el tiempo y cómo a pesar de que en una “barra brava” se rompa un liderazgo, las piezas se reacomodan funcionalmente debido a la estructura de red compleja con un alto dinamismo, integrándose siempre de dirigentes políticos, policías, actores del poder judicial, incluso empresarios y sindicalistas.

Revista Protocolo

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