Embajadas

Así se vivió en México la toma de posesión de Trump

Protocolo estuvo presente en la Biblioteca Benjamín Franklin en la CDMX para presenciar, junto con la embajadora Roberta Jacobson, la toma de posesión de Trump

Texto y fotografías: Luis Felipe Hernández Beltrán

A través de pantallas de televisión, mexicanos y estadounidenses en México, vieron en la biblioteca Benjamín Franklin la toma de protesta de Donald Trump
A través de pantallas de televisión, mexicanos y estadounidenses en México, vieron en la biblioteca Benjamín Franklin la toma de protesta de Donald Trump

El tema del muro fronterizo con México, uno de los ejes de la campaña del entonces candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald J. Trump, provocó que México alzara la voz en distintas manifestaciones callejeras o cibernéticas, antes, durante y después de la toma de posesión del ahora nuevo mandatario del país más poderoso del mundo.

Aunque con mucha probabilidad y aun con deseos de millones de mexicanos que dicha acción separatista no se lleve a cabo, lo sucedido, recientemente, con invitados especiales y representantes de los medios de comunicación —entre ellos la revista Protocolo— a la biblioteca Benjamín Franklin del Servicio Comercial de la Embajada de los Estados Unidos en México, pudo ser un ensayo de la medida que se tomará, según las declaraciones de campaña del magnate estadounidense.

Una minuciosa revisión, que incluía el poner a prueba aparatos electrónicos para comprobar que no se tratara de algún artefacto nocivo, muy alejado con la tradición del detector de metales, fue el procedimiento para que catedráticos, académicos, estadounidenses en México y representantes de los medios de comunicación, pasaran del otro lado de “la frontera” y poder presenciar, a través de pantallas de televisión, todos los acontecimientos del inicio de labores del mandatario 45 en la historia de EU.

Separados por cordones de seguridad, por un lado, medios de comunicación acreditados, entre los que se encontraba Protocolo, y por otro, invitados y diplomáticos, destacando Roberta S. Jacobson, embajadora de Estados Unidos en México, quien luciendo una hermosa blusa color rosa mexicano, ocupó un lugar central en la primera fila, sin interactuar con nadie más.

A través de la señal de la CNN, se vieron los protocolos ceremoniales, muy dignos de toma presidencial: bendiciones de líderes religiosos, cantos de coros castrenses y eclesiásticos; las cámaras de televisión captaban la entrada de los expresidentes James Carter, George W. Bush y William Clinton, este último acompañado por su esposa Hillary, contendiente de Trump, al presidente saliente, Barack Obama; así como de políticos y rostros de estadounidenses en general, todos simpatizantes del nuevo mandatario, que emocionados gritaban y aplaudían cada vez que el magnate hacía alguna pausa en su discurso.

“Mi juramento, es un juramento de fidelidad para todos los estadounidenses”, inició el sermón, que tuvo un eje totalmente nacionalista. “A partir de ahora, será primero Estados Unidos, cada decisión sobre comercio, impuestos e inmigración, será para beneficiar a los estadounidenses y defender las fronteras”, dijo, reconociendo la caída de la infraestructura estadounidense, y pasando por la amenaza de erradicar al terrorismo islámico. “Negros, morenos o blancos han sangrado de la misma manera por Estados Unidos”, llamando así a la unidad nacional.

En la sala improvisada en la sede diplomática estadounidense en México, para disfrutar tal evento, no hubo aplausos, ni expresiones de ningún tipo, solo de la embajadora Jacobson, quien en una breve alocución, hizo un recuento de los actividades que Donald Trump hizo antes de jurar como presidente, mencionando que él y su esposa tomaron té con el saliente Obama y su cónyuge Michelle. “La Constitución de los Estados Unidos no especifica cómo debe tomar el poder el presidente, únicamente estipula que la persona electa debe presentar un juramento, el texto de ese juramento lo especifica la misma Constitución. Continuamos con esta tradición el día de hoy, al tiempo que el gran experimento en democracia en los Estados Unidos, avanza.” Ahí sí hubo aplausos.

Por una puerta lateral, la embajadora salió velozmente, sin aceptar preguntas de los periodistas… “¿Serán sus últimos días al frente de la embajada estadounidense en México?”, alguien, en voz baja, preguntó y el silencio fue prolongado, y de repente, todos afuera, ya sin tanto protocolo de seguridad, para continuar con las actividades, pero con las dudas de lo que pueda pasar con el nuevo gobierno del país más poderoso del mundo y su relación con México y el resto del planeta.

Revista Protocolo

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