Por Gerardo Soto Carmona
El embajador, Sergio Augusto de Abreu e Lima Florencio, ofreció una recepción en su residencia
Sonia de Abreu y su esposo el embajador de Brasil, Sergio Augusto de Abreu e Lima Florencio |
Con motivo del aniversario de la fiesta nacional de Brasil, el embajador, Sergio Augusto de Abreu e Lima Florencio, y su esposa Sonia de Abreu, ofrecieron una recepción en su residencia y sede oficial de la embajada, ubicada en la colonia Lomas de Chapultepec de la ciudad de México.
Autoridades del gobierno mexicano, miembros del cuerpo diplomático, empresarios, residentes brasileños y amigos del embajador, asistieron para conmemorar la proclamación de la independencia y la separación de Portugal, ocurrida el 7 de septiembre de 1822, motivada por el hijo del rey de este país, don Pedro I.
Durante su discurso de agradecimiento, el embajador ofreció una retrospectiva histórica de Brasil desde el inicio de la nueva nación con la declaración de su independencia, resaltando el carácter en que la consiguió, pues a diferencia del resto de América lo que convirtió a Brasil en un país de paradojas es que la independencia fue otorgada por el colonizador, asintió.
El embajador hizo mención de los logros que actualmente tiene Brasil en el ámbito mundial con la llegada del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2003, y reconoció los cambios de su economía en expansión y la importante presencia conseguida en el plano internacional y en Latinoamérica. Asimismo, reconoció que su país es una nación de cambios lentos, pero que ha logrado adecuarse a las necesidades de su población, reflejando el carácter nacional y de modernización.
Al hacer mención de su relación con México, el embajador reconoció la importante correlación que sostiene con “la otra economía más grande de Latinoamérica”; además mencionó algunos de los proyectos actuales que mantienen, como los centros de tecnologías binacionales o los diversos proyectos de cooperación e intercambio comercial entre ambas naciones.
En una fiesta muy concurrida, el festejo y la alegría carioca contagió a los invitados, quienes disfrutaron de algunas bebidas y bocadillos, mientras escuchaban bosanova y otros ritmos característicos del sudeste americano.
Revista Protocolo