Embajadas

Un festejo de “cuento” en la Embajada de la India

 

Érase una vez en México una comunidad india, llena de sikhs cuyo turbante en la cabeza imponía a quienes no paraban de mirarlo

Texto y fotos: Luis Felipe Hernández Beltrán

Vipulkumar Mesariya, M. R. Quereshi, Anupam Agrawal y su esposo, Ashutosh Kumar Agrawal, encargado de Negocios de la Embajada de la India en México
Vipulkumar Mesariya, M. R. Quereshi, Anupam Agrawal y su esposo, Ashutosh Kumar Agrawal, encargado de Negocios de la Embajada de la India en México

No fue una historia más del libro Las mil y una noches del célebre escritor indio Abu Abd-Allah Muhammad el-Gahshigar, pero los más de cien asistentes que recientemente acudieron a la residencia en México del embajador de la India, pese a que no hay un nombramiento oficial, a celebrar el 67 aniversario de la independencia de aquel país, vivieron una tarde “de cuento”.

Érase una vez en México una comunidad india, llena de sikhs cuyo turbante en la cabeza imponía a quienes no paraban de mirarlo, y bellas Sherezadas de vistosos atuendos con características joyas brillosas que adornaban su cara y algunas partes de su cuerpo, que convivían con diplomáticos de otros países acreditados en México, políticos y empresarios; de traje y corbata, los hombres, y vestidos sastre, las mujeres.

Entre floridos telares y grandes alfombras, no precisamente mágicas, en una gran fiesta encantada por las cuerdas de un sitar y el retumbar de un mridangham, en el verde jardín, los invitados comieron y disfrutaron de una opípara comida india, consistente en arroz y otros elementos gastronómicos más como cordero, pollo y pescado; causando un revuelo las tortillas indias que muchos no dejaban de disfrutar.

De repente, como si fuera un gran sultán, Ashutosh Kumar Agrawal, encargado de Negocios de la Embajada de la India en México, se paró en la parte más alta del templo y pronunció las sabias palabras a la concurrencia, en donde remarcó las relaciones comerciales y culturales que hay con México e hizo un recuento de los hechos que entre 1947 y 1950 llevaron a la India a su independencia.

Como en toda gran historia, no faltó el “malo” del cuento, cuyo protagonista en esta ocasión fue el frío, pero éste pudo ser vencido gracias al ambiente de camaradería generado en el lugar.

Bellas odaliscas, todas mexicanas, amenizaron con ejecuciones de danzas indias que hipnotizaron a la multitud.

Quizá solo faltó el final, que bien pudo ser “y vivieron felices para siempre…”, pero retomando al clásico libro de la literatura india… como Sherezada, que dejaba en suspenso al sultán Shariar para seguirle contando cuentos a los días siguientes…, seguramente la Embajada de la India en México preparará una próxima historia para impresionar y “encantar” a sus invitados y público en general.

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