Especial

Ana María López Colomé, una vida dedicada a la ciencia

Como mujer, perteneció a una generación que se esforzó por hacer lo que realmente quería en la vida. Más allá del deseo de formar su propia familia, casarse, tener hijos, atenderlos y cumplir las labores domésticas, estaba también el desarrollo profesional.

Esto implicó no descuidar y seguir atendiendo de tiempo completo el hogar, pero a su vez “quemarse las pestañas” estudiando desde las 11 de la noche a las tres de la mañana.

Ana María López Colomé, quien en marzo de 2002 recibió en París, Francia, uno de los premios más importantes que otorgan la UNESCO/L’Oréal para los investigadores más destacados del mundo por su trayectoria en ciencias, aseguró a Protocolo que ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para estudiar biología. Ingresó a esta facultad, después de que una semana antes se arrepintió de estudiar contaduría, que fue su deseo original.

López Colomé declaró que su vida no es un cuento de hadas, ni es una historia donde desde niña tenía muy claro lo que quería estudiar. La realidad fue otra: “tuve el problema de que todas las materias me encantaban”.

La vida es química

Para Ana María López Colomé la vida es química, aunque esta afirmación no excluye la existencia del espíritu. “La creencia en Dios no está peleada con la afirmación anterior”, insistió la investigadora. La vida está formada por misterios.

Uno de esos misterios es lo que López Colomé ha estudiado toda su vida, desde su tesis hace muchos años, cuyo título fue: Caracterización de una enzima. La misteriosa enzima que funciona como catalizador orgánico que estimula al cerebro. Preguntas y preguntas son las que han girado alrededor de su vida: ¿Cómo funcionan las enzimas en las células? ¿Dónde y cómo influyen en el comportamiento humano?

La constancia en sus investigaciones fue lo que le hizo ser merecedora al premio otorgado por la UNESCO/L’Oréal, que sólo se entrega a una persona por continente (Europa, Asia-Pacífico, África, Estados Unidos y Latinoamérica). Además, en un mundo dominado por hombres, también recibió el Premio Universidad Nacional, que se otorga a investigadores en ciencias naturales.

Para López Colomé, este premio es un gran logro, debido a que la aceptaron como miembro numerario de la Academia Nacional de Medicina, sin ser médica y siendo mujer en un organismo con predominio masculino.

“Otro logro importante fue que durante 2002 me propusieron como la Mujer del Año, por parte del Patronato de la Mujer del Año, que ha otorgado tal distinción a otras mujeres destacadas en disciplinas como pintura, escultura, ballet, ciencias y política”.

Atando cabos

Su línea de investigación también ha sido clara. Durante más de 20 años se ha preguntado ¿cómo las células de la retina transforman los estímulos externos en forma química y de qué manera llevan tales estímulos al cerebro para formar las imágenes?

La retina –explicó– tiene dos receptores, los conos y los bastones, que son transformadores de energía para convertirla en energía química. Dicho mensaje se transmite de neurona en neurona, liberando un compuesto que finalmente llega al cerebro en forma de imágenes. La tarea consiste en determinar cómo se comunican esos mensajes, para saber también cómo surgen ciertas enfermedades.

Es decir, se trata de llegar a conocer la química de las enfermedades, saber qué moléculas están mal dentro de la célula, para en un futuro poder sustituirlas o corregirlas.

Sin duda, la contribución de las investigaciones de López Colomé es una fuente de información para que médicos y farmacobiólogos determinen la cura para ciertas enfermedades.

Semblanza curricular

Nombre: Ana María López Colomé.
Profesión: bióloga con maestría en ciencias químicas y doctorado en bioquímica.
Cargos en la actualidad: investigadora del Instituto de Fisiología Celular y jefa del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina.
Estado civil: viuda.
Hijos: dos, un hombre y una mujer.

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