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¿Es usted una mujer exitosa? Equilibrio, el secreto

Hoy en día, el reto más importante para las mujeres consiste en tratar de compatibilizar todas las áreas de su vida, es decir, equilibrar los aspectos laborales y su tradicional vinculación con la familia. Ahí es donde se encuentra la clave y el secreto del verdadero éxito.

En primer lugar, es fundamental desterrar la imagen de la mujer sacrificada y en constante conflicto por tener que seleccionar entre familia o trabajo. En la actualidad, existen infinidad de ejemplos de mujeres bien organizadas que logran balancear perfectamente su vida laboral y personal.

En el ámbito social, es importante que disminuya la presión que se ejerce sobre las mujeres para que triunfen, la cual siempre es más fuerte sobre ellas que sobre los hombres. Predomina la idea de que un éxito alcanzado por una mujer tiene doble valor, cuando en realidad no debe haber diferencia. El problema es que en dicha concepción va implícito un valor de subestimación.

Dicha subestimación genera que muchas mujeres se obsesionen y ambicionen, a toda costa, en alcanzar un éxito laboral como la mejor manera de demostrarle a la sociedad que el sexo débil no lo es en realidad y que hay una igualdad de capacidades, sin importar el sexo.

Por eso muchas mujeres recomiendan a otras congéneres que diariamente se debaten entre la presión laboral y la necesidad de tener una vida personal ordenada y familiar, que es mejor tener claros los objetivos (tanto laborales como familiares), para no terminar esclavizadas a paradigmas que operan contra ellas mismas. Luchar contra falsos paradigmas, es la única manera en que para las mujeres dejará de ser difícil el ser exitosas en todos los proyectos que emprendan.

El éxito es una variable relativa. Para muchas personas, éxito puede ser sinónimo de triunfo, para otras, puede significar la conclusión o finalización de un proyecto. Hay quienes se sienten exitosos cuando alcanzan un nivel económico determinado, otros cuando culminan un grado académico y los hay quienes sienten haber llegado al éxito cuando logran un equilibrio personal. La palabra éxito no se puede aplicar como un término definitivo, debido a que se encuentra en relación directa con las prioridades, los valores y los intereses personales.

Feminismo trasnochado

Según María Soledad Ron, consultora psicolaboral del Programa de Inserción Laboral de Empleo de Argentina, el éxito se conforma con la suma de «éxitos» en muchas áreas, que es lo que finalmente forma a la persona y la hace íntegra como ser humano. El ámbito laboral es sólo una parte del éxito. Es importante considerar que haber alcanzado un éxito no significa que seamos exitosos en la vida, de la misma manera que el haber tenido un tropiezo tampoco significa que por ello seamos unos fracasados.

Por su parte, Diana Furchtgott-Roth y Christine Stolba, en su libro El dilema feminista: cuando no basta el éxito, señalan que los logros que han conseguido las mujeres como resultado de la igualdad de oportunidades ahora no son suficientes. El reto es buscar igualdad de resultados.

Pero para las autoras, el feminismo contemporáneo se ha extraviado al volverle la espalda a los principios fundamentales del temprano movimiento feminista. Es decir –aseguran–, hoy las feministas persiguen políticas que destacan la igualdad de resultados a expensas de la igualdad de oportunidades. Donde antes las feministas demandaban y recibían el derecho a salario igual por trabajo igual, ahora demandan que los gobiernos establezcan salarios que favorezcan las ocupaciones dominadas por las mujeres.

Antes, las feministas desafiaban las restricciones discriminatorias en la educación de las mujeres, y hoy, hacen campaña por la “equidad genérica” en la educación, una idea que parte de la absurda concepción de que, sin discriminación, los hombres y las mujeres alcanzarían una absoluta proporcionalidad en todas las esferas de actividad.

Más que demandar igualdad de oportunidad, las feministas están cabildeando por derechos preferenciales para su propio grupo de intereses. Por supuesto, las mujeres todavía afrontan problemas. Por desgracia, la discriminación y el acoso sexual todavía son demasiado frecuentes. Pero los datos muestran que no constituyen problemas sistémicos (por lo menos en Estados Unidos) y que sí tienen solución. Por otra parte, las leyes existentes sirven para proteger a todos los individuos. Las feministas, sin embargo, están ganando su propia guerra para redefinir la igualdad como paridad numérica.

Las autoras examinan las principales áreas donde los esfuerzos feministas para redefinir erróneamente la igualdad han penetrado más profundamente, pero también presentan la realidad de los éxitos femeninos. Por ejemplo, se plantea el problema de un obsesivo reclamo feminista de que existe una continua discriminación y esto contradice una realidad de logros femeninos en infinidad de áreas.

El debate tal vez debería centrarse en el hecho de que muchas mujeres siguen dilucidando y desenredando la dualidad entre ser amas de casa y madres amorosas e integradoras, y convertirse en ejecutivas capaces, proactivas y competitivas, listas para ser medidas por sus resultados, aunque lleven a cuestas el riesgo de ver desmembrada su familia.

Eligiendo prioridades

Por su parte, en El éxito también es para las mujeres, de Margarita Hernández y Dolores Riva Palacio, se afirma que el trabajo en la calle y en casa (el desempeño de dos compromisos sociales), produce en las mujeres una gran tensión interior, ya que las pone en una situación de enfrentar obligaciones durísimas y asumir el control de su propia vida, en vez de esperar que algún hombre «más inteligente, preparado o fuerte» venga a hacerse cargo de ellas y las mantenga.

Se menciona que sobre el tema de la responsabilidad de la mujer consigo misma, Esther Vilar ya había abordado el tema en El varón polígamo. Se concluyó, en dicha obra, que son muchas las mujeres que siguen soñando con un príncipe azul que las rescate, las mantenga y les ahorre el esfuerzo de trabajar.

De acuerdo con el análisis de Hernández y de Riva Palacio (coincidiendo con Vilar), se desprende que muchas mujeres aún carecen de autoestima, no confían o reconocen sus propias capacidades y pueden llegar a asumir el trabajo doméstico como pretexto para no arriesgarse al competitivo mundo social.

En realidad, que cada mujer debe tomar su propia decisión, y elegir si satisface expectativas externas para evitar el qué dirán, u opta por ser ella misma y superar el esquema clásico que nos dice que el éxito no es compatible con la naturaleza femenina.
Como conclusión, se puede asegurar que cada decisión encarna riesgos y responsabilidades. La calle las enfrenta a la fiera competencia de los hombres y también de otras mujeres, lo que las puede llevar a endurecerse, a sentirse culpables por ambiciosas y por no estar con los hijos. Pero también pueden acostumbrarse socialmente y garantizar un nivel socio-económico alto, pagando el precio de prepararse, estudiar y aceptar presiones.

La decisión es personal: definir el tipo de éxito que se desea, tener objetivos claros, planificar la forma de funcionamiento que se emprenderá y actuar con tenacidad para desarrollar las habilidades elegidas.

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