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Francia. Economía vibrante y activa

Si alguien te pide que pienses en Francia, lo más seguro es que vengan a tu mente imágenes de comida fina, vinos provenientes de extensos viñedos, perfumes primorosos, coches de calidad y ropa exclusiva.

Pues no, para nada, Francia —el país más grande de Europa Occidental en términos territoriales— es el vendedor número uno en el mundo de productos de lujo, con 16 mil millones de dólares por ventas internacionales de cosméticos y más de 25 mil millones de dólares por concepto de ropa y accesorios.

Francia es también un productor formidable de buena comida. Sólo Estados Unidos exporta más productos agrícolas, y después de Italia, Francia es el proveedor más grande de vinos en Europa.

Asimismo, Francia es el segundo poder industrial más importante en Europa, después de Alemania, y las ciudades de París, Lille, Nantes, Estrasburgo, Lyon, Grenoble, Marsella y Toulouse, son centros cardinales de la manufactura.

CUARTA POTENCIA MUNDIAL
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En lo que se refiere al PIB, Francia es la cuarta economía más fuerte del mundo, con un portafolios comercial diversificado que incluye los sectores de transporte y telecomunicación, alimenticio, farmacéutico, financiero, servicios y turismo.

Francia es considerada como el cuarto imán más potente en el mundo en atraer inversión extranjera directa, debido en gran parte a su avanzada tecnología y su moneda estable.

Hoy en día, la economía francesa se encuentra en un estado de transición elemental, desde un sistema semisocialista con la extensa intervención gubernamental y bienes estatales, hacia uno basado más en los mecanismos del mercado libre.

En los últimos años, el gobierno ha privatizado muchas empresas grandes, como los bancos y otras instituciones financieras y de seguros.

No obstante, el gobierno mantiene el control de capital en firmas clave, como Air France, France Telecom, Renault y Thales, y su control todavía se ve en los sectores primordiales de energía, transporte y defensa.

De hecho, los gobernantes franceses están comprometidos con un sistema capitalista casado con la equidad socialista por medio de políticas tributarias y del gasto público para así reducir la disparidad de ingresos y el efecto del mercado libre en el sector salud.

IMPUESTOS

El gobierno ha reducido la tasa de impuestos (una de las más altas en Europa; en 2003 llegó al 43.8 por ciento del PIB), y ha puesto en marcha medidas para incrementar el empleo, pues el desempleo todavía está en casi 10 por ciento debido al alto costo de la mano de obra y una semana laboral de apenas 35 horas.

No obstante, la economía francesa mostró avances impresionantes en el último trimestre de 2004, aunque no tantos como el gobierno había esperado porque el precio internacional del petróleo se incrementó y la demanda interna de productos importados presentó, por primera vez en cuatro años, un déficit comercial.

Las estadísticas estatales indican un crecimiento de 2.3 por ciento durante 2004, una cifra extraordinaria para un país altamente desarrollado.

Y si todo sigue como hasta ahora, Francia tendrá un aumento sólido también este año, con un sector industrial vital y un crecimiento del 1.5 por ciento en 2005 y 1.9 por ciento en 2006.

EMPLEO, PRIORIDAD
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Sin duda, el empleo será la prioridad número uno para el gobierno conservador del primer ministro Jean-Pierre Raffarin, quien sufrió un castigo sustancial en las urnas electorales en 2004 como consecuencia de sus reformas económicas y políticas de austeridad fiscal.

La política de privatización seguirá en pie, mano a mano con la esperada reestructuración de las leyes pertenecientes a la semana laboral, aunque el déficit financiero del gobierno quedará arriba del 3 por ciento del PIB durante 2005 y 2006.

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