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Vinos chilenos la delicia en una copa

En términos climáticos y geográficos, no hay un solo país en el mundo que goce de mejores condiciones para producir vino que Chile.

Con un prolongado estrecho de tierra fértil que comprende más de 4,200 kilómetros de largo, este país latinoamericano goza de una diversidad de temperaturas y topografía que abarca desde el gélido hielo del Antártico en su frontera sureña hasta un desierto árido por su extremo norteño, su cálido corazón central acaricia el océano Pacífico por el lado oeste y los formidables montículos andinos lo limitan al oriente. De hecho, esta singular fisiografía forma una cuna ideal para la producción vinícola incomparable.

Los mejores del Nuevo Mundo

Es precisamente el aislamiento de la geografía chilena que ha creado un ambiente vitivinicultor en el cual casi no se requiere de pesticidas para proteger las cosechas de uvas. Justamente, gracias a este extraordinario retraimiento, Chile presume de ser una de las únicas dos naciones productoras de vinos (conjuntamente con Argentina) que nunca fue afligida por la pestilencia de filoxera, un bicho que destruyó los viñedos europeos a fines del siglo XIX y causó estragos en las viñas de California en la década de 1920.

Así que, con la bondad de la naturaleza y una dedicada refinación del arte de la enología, no es ninguna sorpresa que los vinos chilenos hayan ganado una muy merecida reputación por ser los mejores del Nuevo Mundo.

Fama mundial

No fue sino hasta finales de la década de 1980 que el exquisito sabor del vino chileno empezó a ganar fama mundial por su excelencia pasmosa. En el breve espacio de menos de una década, los cultivos chilenos llegaron a ser conocidos como una de las mejores opciones de tintos jóvenes en el mercado internacional.

Muchas de las más importantes viñas de España, Italia y Estados Unidos empezaron a hacer caso al nuevo chico en la colonia en lo que a vinos respecta, y, por consecuencia, decidieron invertir en los viñedos chilenos.

Con las mejores innovaciones técnicas, y una selecta importación de barriles de roble francés y americano, los productores chilenos ya podían alcanzar su mejor provecho de sus portentosas colectas.

Joyas vinícolas

Hoy en día, los vinos chilenos son mejor conocidos por sus interpretaciones asombrosas del Cabernet Sauvignon, con su fabuloso sabor de frutas maduras y tierra fresca, además de su bello color de rubios oscuros.

El Merlot es otra de las súbitas joyas vinícolas de esta rica región suramericana, reconocida por su encantador cuerpo robusto y su emboque ligeramente tanino.

Otro vino tinto que ha distinguido a las vinícolas chilenas es el Carmenére, un hermoso vino de color escarlata y paladar humoso. Igualmente, el delicado Pinot Noir chileno ha ganado renombre por su dulce fragancia de moras y lisa textura sedosa.

Hay también vinos blancos chilenos fenomenales. El Sauvignon Blanc, por ejemplo, tiene un sabor frutal fresco y refrescante (los mejores vienen del Valle de Casablanca).

Y para un dejo cítrico tropical, el Chardonnay chileno es una perfecta opción.

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