Especial

Y 45 años después…

En la diáspora del tiempo recuerdos van y vienen. El pasado representa fragmentos de la memoria colectiva o personal, se estaciona en el presente para formar parte del futuro, quizás uno que pudo haber sido y no fue.

Gonzalo Álvarez del Villar

Ciudad de México, 1 de febrero de 2023.— Hace unos días, las remembranzas de hace 45 años emergieron en una comida en ocasión de un aniversario (14 de noviembre de 1977) más del diario que fue parteaguas en el periodismo del país: el unomásuno de Manuel Becerra Acosta.

En casa de la querida Wendy Coss y León, quien junto a Jeanette Becerra Acosta cristalizaron esta convocatoria, nos reunimos cerca de una veintena de fundadores, reporteros y administrativos de aquel irrepetible periódico. El ingreso a la cita —aunque fueras abstemio— era una botella de licor.

Y aunque no todos cumplieron con ese pase de acceso fueron aceptados. La comida —ravioles a la bolognesa, ternera y ensaladas— corrió a cargo de la anfitrionía.

Los asistentes (obvio, Jeanette y Wendy) Alicia Ortiz, María Antonieta Barragán, Lucía García Noriega, Lourdes Cuevas, Ramón Márquez Carbajal, Fernando Belmont Acero y su tocayo García Priego, Luis Acevedo Pesqueira, Gonzalo Álvarez del Villar, además de Oscar y Rubén Vázquez, Ernesto Zavaleta Góngora, Francisco Gómez, Víctor Juárez Cruz y Armando Salgado. Colegas inolvidables todos ellos.

Varios ex unos aceptaron la invitación, pero no fueron. Ellos se lo perdieron. Otros se disculparon pues tenían compromisos previos. Unos más fueron ilocalizables. Ya será en una próxima ocasión.

Antes de la comida, la botana, unos tragos (tequila, cerveza, vino tinto, whiskey, uno que otro ron y claro agua mineral y refresco para los sobrios…) y el deambular entre la espaciosa sala llena de plantas de ornato y el bar (con todo y mesa de billar). Se dio el caso de que varios, de primer golpe, no se reconocieron, unos más se sorprendieron por lo cambiados que estaban físicamente… Algunos llenos de canas, otros con sobrepeso, unos más (aceptado y reconocido por ellos) con dolencias propias de la edad. Así han pasado los años, la vida…

Los abrazos, besos, anécdotas, efusivos apretones de manos, el recordar la primera morada del diario fundado por Becerra Acosta (para unos, los menos, Manuel, y para otros, don Manuel) y luego el traslado a la casa de Correggio, adaptada anteriormente como club de squash y en donde en dos “canchas” convivían las secciones de deportes y cultura, en la planta baja, mientras en el sótano estaban las rotativas y talleres y en el primer piso las demás secciones.

Incontables anécdotas se relataron durante la reunión. Y también de la necesidad de una renovación en el actual periodismo, donde la investigación, en la mayoría de los medios de comunicación, no existe. En la reunión, tres académicos de la UNAM —Alicia, María Antonieta y Luis— comentaron que la época del internet y Google ha trastocado toda intencionalidad de investigación. Ahora, con un clic puedes acceder a todo tipo de información, falsa o verdadera. No hay rigor periodístico, algo que ellos tratan de imbuir a sus alumnos.

unomásuno fue el primer diario que se atrevió a plasmar en sus páginas el lenguaje coloquial, incluyendo groserías con todas sus letras, hasta mentadas de madre, impertinentes, pero efectivas, para plasmar con realismo y emoción los contextos noticiosos de las décadas de 1970 y 1980. Algo prohibido en la época. Se hizo periodismo de investigación, se reporteaba la problemática social, dándole prioridad al reportaje de fondo, dando voz a quienes no la tenían y escudriñando los estratos sociales y agrícolas antes sin espacio en los medios…

Se hacía un periodismo de denuncia, sin miedo, ante la posible reacción de un gobierno habituado a evitar protestas y expresiones y críticas en su contra, y acostumbrado a mantener un férreo control de la prensa. Todo lo anterior con la guía y el liderazgo de quien, ausente, se manifestó gracias a los reunidos: Becerra Acosta, quien en el primer editorial del diario aclaró: “Somos consecuencia de una crisis nacional que también afectó el periodismo de modo grave”.

Todos y cada uno hablamos de Manuel, o don Manuel, según el caso. Algunos (Ramón, Víctor, Jeanette, Gonzalo y Belmont) lo conocieron en Excelsior, siendo el subdirector del diario. Los demás, ya en unomásuno. Todos tuvimos una historia que contar.

Y recordamos a muchos de los que iniciaron en el diario y ya no están más aquí: Teresa Weisser, Roberto Vallarino, Huberto Bátiz, Rodolfo Rojas Zea, Hugo Cheix, Benito Terrazas, Lázaro González, Manuel Fortuny, 0scar Palma, Flor de María Cordero, Miguel López Saucedo, Antonio Andrade, René Arteaga, Marco Aurelio Carballo, Fernando Macías, Manuel Fortuny, Jorge Escobosa, Héctor García, Luis González de Alba, Juan Aguilera, José Bermúdez, Ignacio Terrazas, Jorge Delgado, Carlos Ramón Narváez, Antonio Picato, Dolores Cordero, Hugo Gómez, José Cornejo, Jorge Hernández Campos, Eduardo Deschamps, Pedro 0campo Ramírez, Amalia Frías Santillán, Enrique Garay, Víctor Torres, Alejo Vázquez Lira, Raúl Prieto (NikitoniPongo), Javier Molina, José Martínez, José Luis 0ntiveros, Miguel Granados Chapa, Fernando Benítez, René Avilés Fabila, Jaime Avilés, Santiago González Natal… y algunos más que la memoria, lastimosamente, no desentierra.

Todos los presentes en la comida éramos unos veinteañeros cuando iniciamos aquella irrepetible aventura que fue el unomásuno, el cual sufrió traiciones, la más recordada la de 1984, cuando un grupo de funcionarios inventados por Becerra Acosta, quisieron, a la mala, removerlo como conductor del diario y al no lograrlo fueron expulsados por el director y crearon La Jornada, que al transcurrir de los años ahora se ha convertido en el vocero del actual gobierno.

Todos los que estuvimos en la reunión nos quedamos creyendo en el proyecto de Becerra Acosta. Y hubo éxitos que provocaron la ira del gobierno, concretamente, en 1986, la publicación del quiebre en el PRI, el partido político hegemónico y la fundación de la Corriente Democrática, que significó un real cambio en el rumbo del país.

Y también recordamos una traición más: la de Luis Gutiérrez, apodado “ataúd” Gutiérrez por el propio Becerra Acosta, aliado de los que se fueron, pero quien hábilmente se quedó para años después dar un sucio golpe y ser elegido por el gobierno de Carlos Salinas como director del diario, después de la salida de Becerra Acosta rumbo a España, obligado por las circunstancias, principalmente de tipo financiero… y político.

Después de nuestro imborrable paso por unomásuno cada uno de los presentes tomó un camino diferente. Unos aún en el diarismo, otros como comunicadores, algunos han escrito libros, unos más dan clases, otros están jubilados, pero todos, formados en esa escuela que fue unomásuno, llevamos en lo más íntimo de nuestra existencia, de manera indeleble, la huella que nos dejó la experiencia de trabajar en ese irrepetible periódico, donde el compromiso social era lo más importante.

Cierto, envejecimos. Nos quedan nuestras efemérides, nuestro trabajo, la amistad, la solidaridad, el ánimo… Sí, la madurez nos alcanzó, pero la vejez también es un principio

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