Etiqueta y Protocolo

Presentan un invierno muy negro en las pasarelas de París

Un invierno muy negro, pero muy femenino, dejan prever las colecciones de prêt-Ó-porter que desfilaron en las pasaralas de París hasta el pasado 5 de marzo, en las que predominó una silueta oscura y fina, el talle marcado y las faldas cortas muy por arriba de las rodillas.

El negro reina absolutamente en la colección «Gothic Chic» firmada por John Galliano para Christian Dior, pero también en las de la mayoría de los otros creadores. Para Givenchy, Riccardo Tisci creó una serie de vestidos grises ajustados. Para Rochas, Olivier Theyskens declina los colores invernales, con predominancia del negro y matices de gris. Incluso Christian Lacroix optó por una paleta más oscura que lo habitual.

El oro ilumina a veces ese vestuario sombrío, particularmente en los desfiles de Lacroix, Josep Font, Dries Van Noten, cuyos abrigos se adornan con hojas de laurel, Gaspard Yurkievich o Kenzo.

Las excepciones que confirman la regla son Jean-Charles de Castelbajac, que rinde homenaje a Gran Bretaña con una explosión de colores, Stella Cadente, que mezcla los tonos fluorados, Valentino, que se inspira para sus grafismos en el pintor Jean-Michel Basquiat, y Kenzo, que juega con los radiantes colores del Extremo Oriente.

La linea se ajusta al cuerpo en muchos casos, para una elegancia más bien clásica, como en las casas Céline, Saint Laurent, Hermès, Lanvin o Guy Laroche. Se hace más sensual en los desfiles de Ungaro o Peter Dundas, que presentaba su primera colección. Naoki Takizawa para Issey Miyake envuelve a las mujeres en amplios plisados, en tanto Sonia Rykiel las concibe ataviadas de delicados vestidos de encaje negro.

Otros creadores evocan los años 50/60 y privilegian las cinturas finas y las amplias faldas, como Dice Kayek, que presentó una serie de vestidos-campana, o Viktor & Rolf, con faldas de aspecto rígido.

Los creadores vuelven a descubrir las piernas, con minifaldas o microvestidos, generalmente combinados con zapatos de tacón muy alto. Preciosos vestidos de seda dejan ver los muslos en la colección Balmain, al igual que los vestidos redondeados de Miu Miu, los vestidos-túnicas de Christian Lacroix o las falditas plisadas y caladas de Gaspard Yurkievich.

Las capas vuelven a usarse, de todos los tamaños y de todas las materias: grandes y con sombrero para Yohji Yamamoto, elegantes y de cuero para Hermès, de paño de lana con apliques de camelias para Chanel, de muselina y con capucha para Pieters.

Un cierto espíritu romántico, e incluso barroco, preside en algunas de las colecciones, en las que los cuellos se adornan con chales de muselina o cintas de terciopelo. John Galliano sorprendió por la suavidad de su colección personal, que evocaba la conquista del Oeste y las «gothic americana girls». Karl Lagerfeld para Chanel imagina una elegancia levemente barroca, con camisas con pecheras de chorrera y vuelos de muselinas para adornar las tradicionales chaquetas de cuero.

Jean Paul Gaultier y Alexander McQueen crean un universo onírico. El primero concibe mujeres pálidas de larga cabellera, como escapadas de un cuento de hadas, ataviadas con vestidos de terciopelo y muselina. En el desfile del segundo, las mujeres llevan estrictos trajes sastre adornados con cuellos voluminosos y chorreras de encaje, mientras plumas de aves adornan sus extraños peinados. La novia causó sensación con velo que envuelve un tocado de cuernos de ciervo.

Revista Protocolo

Países que nos están viendo

ALIANZAS