Símbolo de nobleza mexicana
El balché, símbolo de nobleza y religiosidad maya, vocablo ancestral que significa bebida ceremonial, es ahora el nombre que bautiza a los vinos Barón Balché. Bebida de dioses que dará de qué hablar una vez que el público mexicano pruebe el fruto de una descontrolada expresión del enólogo Víctor Torres y del amor y la dedicación de su propietario Juan Ríos.
El proyecto vinícola Barón Balché nació en 1997, cuando la familia Ríos adquirió una propiedad en el Valle de Guadalupe, con viñedos de más de 50 años. Al principio la idea era hacer vinos caseros, y acondicionaron el lugar con modestas instalaciones. Poco tiempo después surgió de la mente del señor Ríos un ambicioso proyecto, y de la mano del reconocido enólogo mexicano, doctor Víctor Torres (ingeniero agroindustrial y doctor en la Universidad de Enología de Burdeos, Francia), comenzaron a forjar un maravilloso viñedo en el Valle de Guadalupe, en Baja California.
Los vinos Barón Balché están hechos con el amor y los cuidados que se les da a los vinos artesanales, pero utilizando una tecnología de vanguardia: sistemas de gravedad, controles de temperatura automatizados, fermentados en cubas de acero inoxidable y con remontados sutiles, son parte de la planta que conforma el viñedo. “Estas instalaciones van poner a temblar a los propios franceses. Sabemos que próximamente habrá vinícolas mexicanas que copiarán nuestros sistemas, pues estamos haciendo vino de excelente calidad con tecnología de punta”, comentó Juan Ríos.
La bodega de Barón Balché es la primera en la zona en construir sus cavas bajo la tierra, con nuevas barricas de roble francés, que alcanzaron a otorgar el gusto y la maduración perfecta a su primera vinificación en el 2001.
Hasta ahora, han producido 90 mil botellas, para satisfacer al mercado mexicano; sin embargo, su proyecto a futuro es producir más, sin perder nunca, el control de calidad, para poder exportar, y lanzar al mercado su línea de vinos premium, que según palabras del propio Juan Ríos, “serán capaces de alagar a los paladares más exigentes del mundo”.
Revista Protocolo
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