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La hora del té

Hoy vamos a hablar sobre la hora del té. Nada me gusta más que compartir ese momento con mis amigas. Muchas dirán que no hay tiempo pues todas trabajamos, estudiamos y hacemos todo lo posible por atender nuestros hogares. A lo cual yo contesto, siempre hay tiempo, existen también los sábados y los domingos, donde nosotras deberíamos, como mujeres que somos, demostrar lo agradable que es esta ceremonia del té.

Pues bien… hoy vino Mónica, quiero que los lectores me perdonen pero Mónica es de esas amigas que no se comprende por qué Dios las pone en el camino. ¡Gracias, Mónica! Mientras me preparaba para recibirla, comencé a pensar en los momentos en la hora del té que quedaron grabados en mi corazón. Vino a mi memoria Edita Wellijus, aquella inglesa que modelaba los vestidos a la reina de Inglaterra, que conocí en Suráfrica, con ella aprendí los placeres de esta hora, las delicadezas que sirvo, como el budín de banana y el plum cake y muchas delicadezas más.
Patricia Elena Blanco Ratti

Mi abuela, en esta casa del Barrio de Flores, donde nos esperaba los domingos a tomar el té de las cinco, con su hermoso juego inglés a la mesa con masas y tortas.

Mi querido Miguel, cuando llega a casa y con una mirada distraída, disfruta la torta de chocolate, que me gusta preparar para él. Bueno, serían interminables los hermosos recuerdos y motivos que tiene de importante para mí esta ceremonia.

Incorporemos la ceremonia del té a nuestras vidas, porque une a la familia, retiene al hijo varón en el hogar, y sobre todo cultiva la amistad.

Se invita entre las 17 y las 18 horas. Las señoras concurren con ropa de calle y la puntualidad no es rigurosa como en las comidas formales, se puede llegar después de comenzado el servicio y retirarse individualmente.

En los rincones del comedor se colocan flores de la estación para darles la bienvenida a nuestros invitados.
La mesa

Es una mesa informal, qué quiero decir con esto, que no hay una cabecera, pero su forma la tiene porque sea donde sea que esté la anfitriona, a su derecha habrá una mesa rodante. Vestida, con hermosas carpetitas bien almidonadas.

En primer término colocaremos el muletón, ajustado a la mesa, como un guante.

En seguida debemos colocar el mantel a todo color, estampado o bordado, la caída debe ser de 20/25cm, como en una mesa formal.

Los elementos, bien repasados, se colocarán a dos centímetros del borde. Frente a la silla colocaremos el plato de postre del juego o de cristal, a la derecha el cuchillo de postre con el filo en dirección al plato y a la izquierda el tenedor de postre en posición a la inglesa, o sea, cavidad hacia arriba. La taza con su platillo y cucharita sobre el mismo; en la diagonal superior derecha del plato de masas, la servilleta a la derecha doblada en cuatro y con una diagonal perpendicular al borde de la mesa, el ángulo hacia fuera, a la derecha del plato de masas entre la taza y el borde de la mesa.

Los cubiertos de té son más pequeños que los de postre y tienen mangos de fantasía.

Las servilletas deben ser las del juego, son más pequeñas que las de las comidas, deben de ir bien almidonadas y dobladas en cuatro.
El centro de mesa

Pondremos el centro de mesa pensando en la ocasión; en un té para cumpleaños pondremos una estupenda torta adornada magníficamente; en Navidad pondremos un pan dulce tipo genovés, o un panetone, o sea, el pan dulce milanés, en estupenda fuente de plata o cristal, como símbolo y sinónimo de la cristiandad. O algo que me parece precioso y distinguido, centro de mesa de cristal con flores de porcelana, a los costados irán las fuentes o platos de derecha a izquierda con las mismas delicadezas, cada una deberá estar con sus pinzas y palas o utensilios correspondientes.
Comestibles

Todos estos manjares deben estar colocados a la mesa antes de comenzar la reunión. Sólo los sándwiches calientes deben ser traídos por la mucama o la dueña de casa en el momento oportuno.

Todo lo que se sirve a la hora del té debería ser hecho en casa.
Comportamiento a la mesa

Ya sentadas a la mesa, la servilleta no se despliega permanecerá en su lugar, y se usará sin desplegar en caso de necesidad.

La taza no se precalienta como la del café.

Al momento de servir, la dueña de casa preguntará cuánta azúcar desea el invitado, y en seguida la colocará con las pinzas.

Luego preguntará si se desea leche, fría o caliente o limón. Si se eligiera el limón es preciso recordar que éste nunca se exprime, se coloca en rodaja con las pinzas, y luego se sirve el té.

La crema no se utiliza para el té, sólo para el café.

El té debe de ser en hebras jamás en saquitos, y no debemos colarlo dado que alteraría su sabor.

Todo se come con las manos, si los sándwiches fueran grandes, colocaremos los cubiertos sobre el plato formando una A mayúscula, posición a la francesa; una vez cortado a la mitad dejaremos los cubiertos en esa posición y disfrutaremos nuestro sándwich.

Protocolo de la taza

La dueña de casa, con amabilidad, preguntará a la persona que tiene a su derecha, sea hombre o mujer: ¿Cuántos terrones de azúcar quieres? Y colocará el azúcar en su propia taza, si la persona contestara que ninguno en ese momento dejará la cuchara sobre la bandeja dado que sería innecesaria; la segunda pregunta, será ¿leche o limón? Y al final colocará el té. La dueña de casa entonces levantará su taza y la entregará a la persona que tiene a su derecha, ésta levantará su taza vacía y la entregará a la dueña de casa, quien, con dulzura, preguntará a la persona que tiene sentada a su izquierda, ¿cuántos terrones de azúcar quieres? ¿Leche o limón?

Y aquí comienza el protocolo de la taza: nunca una taza servida pasa por encima de la mesa para llegar al otro lado, o de derecha a izquierda, ni la taza vacía de derecha a izquierda.

Esto es entonces el protocolo inglés, donde la taza servida gira de derecha a izquierda y la taza vacía de izquierda a derecha.

Mi adorada maestra Eugenia de Chikoff, a la que admiro y quiero con toda el alma, de la cual he aprendido todo lo que transmito, me ha contado que en la Rusia de los zares, de donde su padre era oriundo, se practicaba el protocolo ruso, el cual era totalmente a la inversa, la taza servida giraba de izquierda a derecha, y la taza vacía de derecha a izquierda. Dado que el zar de Rusia y el rey de Inglaterra eran primos, tenían este convenio establecido entre las dos cortes.

Esperemos no confundir los protocolos. La mesa está servida, el té con su aroma estupendo, la tetera abrigada con su precioso cubretetera (cozy) que teje mi madre, y los invitados esperando disfrutar de la agradable reunión, y de mi delicioso budín inglés.

Doy la receta para mi querida amiga Ana Fabiola, y Pedro Gabriel de México.

Receta del budín inglés

En un tazón se colocan 200 gramos de manteca con 200 gramos de azúcar molida, se bate con una cuchara de madera hasta que la mezcla esté cremosa.

En seguida se agregan, una a una, cinco yemas de huevo, mientras se continúa batiendo, se le pone una copita de coñac, una cucharada de esencia de vainilla y, poco a poco, 400 gramos de harina, mientras se bate fuertemente; se agregan una taza de frutas confitadas cortadas en pequeños daditos, 200 gramos de pasas sultanas, dos cucharadas de piñones, cinco claras batidas a nieve y dos cucharadas de polvo de levadura.

Se mezcla con un movimiento suave y se coloca en un molde alargado, enmantecado y enharinado, se le ponen encima unos piñones y se cocina en horno a temperatura baja durante hora y media. Una vez cocido se desmolda sobre una rejilla.

Un origen legendario

Según la leyenda china, esta interesante historia comienza cuando el emperador y erudito Shen Nung descubrió las propiedades beneficiosas del té. Una de sus sabias normas fue la disposición de que durante su reinado, toda el agua destinada para el consumo humano fuese previamente hervida.

Cuentan que un día del año 2737 aC, cuando Shen Nung estaba descansando junto a un árbol de té silvestre, una ligera brisa agitó las ramas con tan buena fortuna que algunas hojas fueron a caer en el agua que estaba hirviendo. La infusión resultante le pareció deliciosamente refrescante y reconstituyente, y así fue como descubrió el té.

Indiscutiblemente el té es chino. Se conoce en Europa desde el siglo XVII, aunque ya se tenía conocimiento de él por lo que contaban distintos viajeros de China. También Marco Polo comentaba de esta infusión en el siglo XIII.

Pero Rusia, por ser vecina de China, fue la primera en adoptarlo, y lo convirtió en bebida nacional, a la cual denominan tchái del chino tcha, que luego los ingleses llamaron tea y nosotros lo llamamos té. El consumo del té en Rusia llega a cifras inverosímiles, ellos fueron los creadores del samovar, que literalmente traducido significa “autohervor”.
El samovar

El samovar tiene la función de mantener el agua en constante hervor; hay samovares con capacidad de 10 o 20 litros, pero también los han fabricado con capacidad para 100 litros.

Los ingleses simplificaron el samovar ruso y crearon unas pavas de plata más grandes que las comunes, apoyadas en un trípode con calentador de alcohol para mantener en contaste temperatura el agua, lo denominaron de la misma forma y crearon la bandeja y los otros elementos que lo acompañan.

En Europa el té tenía un elevado costo así que en el siglo XII fue la bebida de las clases pudientes.

Los ingleses lo tomaron para todo tipo de reuniones y acostumbraron a beberlo entre las cinco y las seis de la tarde, fue así como se creó el famoso Five o clock tea. Ésta es la verdadera ceremonia del té, conocerla es importante, disfrutarla es magnífico, volvamos a esta ceremonia, que nos transforma en auténticas reinas del hogar y en verdaderas mujeres.

Revista Protocolo

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