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Vinos búlgaros

¿Qué aportará Bulgaria en materia de vinos después de su adhesión a la Unión Europea?
Montserrat Piñeiro Guerrero

Podbalkanski Raiobn en la zona centro, Dunavska Rawnina en el noroeste, Tsjernomorski Raion del lado este, Dolinata Na Struma en la zona suroeste y Tracia en el sur; son éstas las cinco principales regiones vitivinícolas de las siete que existen en Bulgaria.

Siendo la nación de las rosas la más interesada —de aquellos que formasen el bloque comunista hasta 1988—, en mejorar su desempeño en materia de vinos y habiendo efectuado importantes inversiones (de acuerdo con su economía), destinando alrededor de 66 por ciento de excedentes económicos en la compra de nuevo material para la vinificación, este territorio eslavo apunta hacia un futuro que nos mantiene a muchos a la expectativa.

Existen incontables posibilidades: el desplazamiento de enólogos europeos (de la más diversa procedencia: España, Francia, Italia, Alemania) para intervenir en el mejoramiento de las tierras cultivables, para el desarrollo y mejoramiento de las cepas nativas y extranjeras, para el perfeccionamiento del proceso en general.

Otra opción es el impulso de escuelas enológicas en el nuevo integrante de la comunidad o bien, el ofrecimiento de becas en un territorio galo, riojano o algún otro de Europa occidental que sobresalga por su excelencia. La inversión extranjera o mejor dicho, vecina, puede llegar con su equipamiento a instalarse en estos lares posiblemente ocupando algunas de las 148 mil hectáreas de viñedos de los que disfruta Bulgaria.

Lo cierto es que el tiempo dirá qué pasa con esta nación, aunque algunas noticias llegan de ultramar diciendo que alemanes e ingleses aceptan ya los caldos búlgaros (tal vez no sean los más reconocidos por su buen gusto pero es un buen comienzo).

Los más destacados

Variedades como merlot, riesling, chardonnay y cabernet sauvignon, han hecho desde la década de 1940, compañía a cepas nativas como misket, mavrud y gamza, lo que enriqueció notablemente las opciones de la vitivinicultura que en las siguientes décadas revelará si necesita aún de un mayor empuje.

Definitivamente los vinos más prometedores son aquellos que se producen en las cercanías del Mar Negro (vinos blancos en su mayoría), poseedores de un carácter floral, aromático, que conquista a quienes los degustan.

En Menik se producen también vinos tintos, con la uva del mismo nombre que asombran por su potencia tánica.

Las regulaciones

Siendo uno de los más importantes requisitos para garantizar la calidad de los vinos, las reglamentaciones no se han hecho esperar por lo que denominaciones que exigen una uniformidad de cepas y regiones productoras controlan ya más de 26 zonas vinícolas del país.

Influencias externas

Con el uso de barricas de roble francés y americano, el sabor de los vinos producidos en Bulgaria se ha visto “mejorado” o tal vez más adaptado al gusto mundial.

Aunque algunos productores continúan envejeciendo sus vinos en barricas de maderas búlgaras, la tendencia para elaborar los kolektione o vinos de reserva, se dirige cada vez más al uso de barricas de importación.

La privatización

Aunque muchas bodegas siguen perteneciendo al Estado, la privatización se ve impulsada por las mismas autoridades lo que puede inducir a asociaciones o fusiones con casas productoras del exterior lo cual beneficiaría mucho a los búlgaros en el savoir faire enológico.

Con todos estos factores que apuntan hacia una mejoría notable en el terreno enológico, es posible que en 10 años, al sentarnos a la mesa de un restaurante en la ciudad de México, encontremos dentro de su carta de vinos una atractiva oferta de vinos búlgaros con matices un tanto diferentes que nos incitarán a conocer lo que nos ofrece aquel país.

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