Gourmet

El Taquito, donde los platillos y las paredes cuentan historias

Beniamin Chalupinski

Si las paredes pudieran hablar, seguramente nos contarían muchas historias y muchas anécdotas sobre los ilustres personajes que acudieron a este lugar, entre los cuales se encuentran Marilyn Monroe, Mario Moreno “Cantinflas”, Jacobo Zabludovsky, María Félix, Hugo Sánchez, Gabriel García Márquez, Diego Rivera, José Clemente Orozco, solo por mencionar algunos.

El Taquito es uno de los restaurantes más antiguos de la Ciudad de México y por cierto, el primer restaurante taurino; un local que siempre ha pertenecido a la misma familia. El Taquito se establece formalmente en 1923, ya que es el año en que los abuelos de los actuales dueños, Concepción Rioja y Marcos Guillén, ven la necesidad de crecer su negocio de comida, convirtiéndolo en un local establecido que hasta el día de hoy sigue siendo fiel a sus raíces gastronómicas. Esa tradición se refleja en su propuesta culinaria en la cual resaltan platillos muy mexicanos: carnitas, machitos, lengua de res, pancita, sopa de médula, quesadillas, sopes, mole, costillas fritas, y muchas otras delicias.

Sin duda, El Taquito, con su decoración dedicada a la tauromaquia y con sus fotos de los famosos que lo visitaron en las paredes, es un lugar emblemático y quintaesencial para la historia de la Ciudad de México, pero también es un lugar que cuenta muchas historias, algunas de ellas me las contó Rafael Guillén Hernández, el nieto de Concepción Rioja y Marcos Guillén, quien, junto a su hermano Marcos Guillén Hernández, está a cargo del local.

—¿En qué momento El Taquito se vuelve un lugar preferido de la crema y nata del país?

—El Taquito fue fundado por el abuelo don Marcos Guillén y su esposa doña Conchita Rioja en el año de 1923. Mi abuelo siempre fue muy aficionado a la fiesta brava, de hecho sus amistades más cercanas eran del ambiente taurino como el gran torero Rodolfo Gaona o don Luis Procuna, así que esa afición se vio reflejada en las paredes del negocio. Al ir adornando con motivos taurinos el lugar y, de hecho, cuando ya está el restaurante por los años cuarenta y cincuenta, este ambiente “trae de la mano”, por así decirlo, a los artistas, a los políticos, a los deportistas, comunicadores, etc. y coincidiendo con la época grande del cine de oro mexicano y de grandes figuras del toreo El Taquito se vuelve un lugar de referencia al ser el único restaurant taurino de México.

—¿Cuál fue la visita que más se te grabó en la memoria?

—En lo particular tuve la suerte todavía de conocer a varias personalidades de diferentes actividades, artistas como María Félix, que siguió viniendo frecuentemente; a deportistas como Hugo Sánchez, a toreros como “El Juli”, y políticos diversos e inclusive haber atendido al presidente Ernesto Zedillo con don Jacobo Zabludovsky con quien sostuvimos una gran amistad durante más de 60 años.

Y en pláticas con mi padre, a él le marcó mucho haber servido a la famosa y siempre hermosa Marilyn Monroe, así como a toda la pléyade de artistas del cine de oro como Dolores del Río, Katy Jurado, Silvia Pinal, entre otras.

—¿Cuál es el plato que los ha acompañado a lo largo de esta historia?

—En El Taquito siempre hemos respetado la herencia gastronómica que nos dejó la abuela Conchita y eso ha sido fundamental para que sigamos hoy día como un referente gastronómico, la sopa de médula, el mole poblano, las costillitas fritas acompañadas de nopalitos y guacamole siempre han formado parte del menú desde sus inicios.

—Respecto a la famosa foto de Marilyn Monroe en El Taquito ¿qué fue lo que degustó y cuáles fueron sus impresiones?

—Nos platicaba mi padre, Rafael Guillén (él la atendió personalmente) que “le entró a todo” lo que él le sugirió y de entrada llevaron quesadillas surtidas de queso, chicharrón, huitlacoche acompañadas de guacamole con nopalitos, en seguida comió costillitas fritas de puerco, luego le preparó un taco de gusanos de maguey (de ahí la fotografía) y le gustó mucho, todo acompañado de refrescantes margaritas.

—Jacobo Zabludovsky fue muy asiduo a El Taquito, ¿me podrían revelar cuál fue su platillo favorito?

—Definitivamente el mole poblano con pollo, pero también antes no podían faltar unas costillas fritas, quesadillas de queso con rajas y una buena sopita de nopalitos.

—Como un compatriota del papa Juan Pablo II me interesa particularmente el tema de la comida que hicieron ustedes para Su Santidad durante su primera visita a México, ¿me podrías comentar algo sobre el menú y cuál fue su reacción al servicio que le proporcionó El Taquito?

—En enero de aquel año 79 El Taquito fue elegido para dar la comida de honor a Su Santidad y el menú que fue seleccionado para ese evento fue: entremés ranchero (carnitas, quesadilla, guacamole, nopalitos) consomé de pollo, carne asada a la tampiqueña, pastel, ate con queso y café de olla.

El Papa esa tarde se acercó a la mesa, vio los platillos que serviríamos y por su dieta que llevaba en aquel tiempo, solo tomó un poco de carnitas que envolvió con una tortilla (taco) y cariñosamente ante de los demás comensales lo bendijo.

—Fidel Castro era su vecino cuando vivía en México, a priori de la Revolución Cubana, existen muchas anécdotas sobre su estancia en la Ciudad de México, ¿alguna de ellas tiene algo que ver con El Taquito?

—Pues lo que te puedo decir es que el señor Fidel Castro vivía a unas calles de El Taquito y que en las ocasiones que vino no dejaba de pedir carnitas. Años después, en un evento organizado en la Embajada de México en Cuba a la que él asistió, comentó que guardaba buenos recuerdos del restaurante y que por favor saludaran al don Guillén.

Los invito a que visiten El Taquito Taurino (Calle del Carmen 69, en Centro Histórico), que dejen que sus platillos y sus paredes les cuenten historias. Termino citando las palabras del maestro de contar historias, Jacobo Zabludovsky, quien fue cliente frecuente del restaurante y amigo de la familia Guillén:

“El Taquito fue y es sitio de referencia, lugar de citas, restaurante auténtico del barrio de los de comida corrida, con precios posibles para un profesor, con un mariachi oído hasta la Parroquia del Carmen y un trío de cuatro en que un manco tocaba las maracas. Una sinfonola vieja en la que Lara hizo la biografía de sus novias: Pervertida, Pecadora, Vende caro tu amor”. Jacobo Zabludovsky

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