Internacional

Crisis en el gobierno británico

Mientras un periódico cree saber con exactitud cuándo dejará finalmente el gobierno el primer ministro británico, Tony Blair —el próximo 26 de julio—, todos se preguntan si el premier logrará aguantar todo ese tiempo en vista de la creciente rebelión en las filas laboristas.

Según informó en su edición del 6 de septiembre el diario The Sun, Blair renunciará primero, el 31 de mayo, al liderazgo del Partido Laborista para abandonar casi dos meses después su residencia oficial de Downing Street tras un récord de más de 10 años al frente del gobierno británico.

Aunque la oficina del primer ministro se negó a comentar esa información, hay indicios, entre ellos varias declaraciones de políticos del entorno más fiel a Blair, que apuntan a que éste no seguirá efectivamente más de un año en el poder.

Renuncias

Seis miembros del gabinete de Tony Blair renunciaron en protesta por la negativa del primer ministro de fijar una fecha para su salida del poder.

La rebelión en las filas del gobierno se produjo a pesar de declaraciones de varios ministros de que Blair dejará el cargo antes de un año, y a pesar de reportes de que la medida tendrá lugar el 26 de julio de 2007.

“Ya no creo que su permanencia en el cargo sirva a los intereses del partido ni del país”, dijo Tom Watson, renunciante secretario para asuntos de veteranos de guerra en el Ministerio de la Defensa, en una carta al primer ministro.

Otros cinco legisladores que eran asesores pro bono del gobierno también anunciaron que dejarían sus puestos.

Según The Times, alrededor de un centenar de diputados laboristas advertirán próximamente a Blair que debe confirmar públicamente su fecha de retirada si no quiere exponerse a un motín destinado a desalojarlo por la fuerza del poder.

Rebelión interna

El problema para el primer ministro es que la rebelión no se limita ya a la tradicional izquierda laborista, que considera que Blair ha secuestrado al partido para hacer con la etiqueta de nuevo laborismo una política que podrían suscribir los conservadores.

Entre los firmantes de una de las cartas que han circulado instando a Blair a poner una fecha de caducidad a su gobierno figuran también varios diputados llegados al Parlamento precisamente bajo ese nuevo laborismo así como algún miembro del actual gobierno aunque de segundo nivel.

En otras circunstancias, un político como Tom Watson, subsecretario de Estado del Ministerio de Defensa, que ha firmado una de las cartas en cuestión, habría sido despedido inmediatamente, y el hecho de que no haya ocurrido así indica, para muchos observadores, la pérdida de autoridad del primer ministro.

La oposición a Blair obedece a muchos motivos, que van desde la irritación del ala sindical con las reformas privatizadoras del primer ministro a las protestas de la izquierda pacifista por la guerra de Irak y la falta de solución a los conflictos de Medio Oriente, o sencillamente al miedo, nada ideológico, de muchos diputados a perder simplemente su escaño en los próximos comicios.

Muchos parlamentarios laboristas, escarmentados por los malos resultados en los últimos comicios, creen que Blair debería abandonar el poder antes incluso de las elecciones del próximo mayo a las asambleas de Escocia y Gales —y locales en Inglaterra— para evitarle un nuevo y fatal descalabro al partido.

La sucesión

Mientras tanto, el candidato con más posibilidades de suceder a Blair, el ministro de Finanzas, Gordon Brown, ha dado a entender por conducto de sus aliados que el primer ministro debe comunicar oficialmente al país cuándo piensa retirarse.

La desconfianza de Brown hacia su correligionario es un secreto a voces y, según filtraciones a la prensa, el político escocés pretende que el primer ministro ponga sordina a algunos de sus fieles que insisten en público en que debe continuar, aun sin Blair, su programa de reformas.

El problema, señalan los observadores, es que Blair y los suyos tampoco se fían de Brown y temen que, pese a la solidaridad demostrada en temas tan polémicos como la invasión de Irak, el segundo opte por un cambio de rumbo una vez en Downing Street.

Fuente: La Nación, EFE y AP

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