Internacional

El cambio climático

Hace cinco años escribí acerca del Protocolo de Kyoto; en aquel momento la situación del medio ambiente en el mundo aún no mostraba su cara más agresiva.
Diana Torres Del Mazo

Sin embargo, al paso del tiempo hemos sido testigos de cómo el clima mundial ha sufrido variaciones considerables, lo que ha repercutido en agravar varios fenómenos climatológicos como los huracanes, las sequías y las lluvias. Basta recordar los estragos que ocasionó el huracán Katrina y en fechas recientes los desastres causados por los monzones en Asia o las lluvias torrenciales en América Latina.

Por increíble que parezca, desde finales de la década de los setenta la comunidad científica, reunida en la Conferencia Mundial sobre el Clima, identificó a las emisiones de gases, que contribuyen al llamado efecto invernadero, como el fenómeno causante del calentamiento global. Del mismo modo alertó a los gobiernos del peligro que representaba un cambio en las temperaturas del globo terráqueo.

A pesar de las advertencias, el tema fue tomado a la ligera; fue hasta 10 años después que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convocó a la creación de un panel científico dedicado exclusivamente a los efectos del cambio climático (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, [IPCC, por sus siglas en inglés]).

En 1990 el IPCC presentó su primer informe en el cual advirtió sobre la necesidad de detener el aumento de las emisiones de los gases de efecto invernadero. En busca de una “solución” la ONU promovió, ante las naciones más industrializadas, la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCC, por sus siglas en inglés), que tenía por objetivo estabilizar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) entre este grupo de países. En 1992, este convenio internacional fue suscrito por 152 naciones en el marco de la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro, Brasil.

En 1997 la comunidad internacional vio insuficientes los resultados del UNFCC, por lo que negoció un nuevo acuerdo, dando como resultado el Protocolo de Kyoto. Este instrumento obliga a los países industrializados, que lo han ratificado y firmado, a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, es decir, sus emisiones de CO2. Asimismo, el tratado busca reducir el consumo de combustibles fósiles a escala mundial, entre los que se encuentran el petróleo, el gas y el carbón.

En este sentido, han surgido algunos proyectos amparados por Estados Unidos y Brasil que tratan de sustituir energéticos con la producción de etanol, un carburante que se obtiene del azúcar o el almidón generado por las cosechas de maíz y caña de azúcar. Este tipo de combustible puede ser utilizado como un tipo de gasolina para determinados modelos de automóviles.

Sin embargo, este tipo de energías sustitutas no son la solución al cambio climático, ya que de alguna manera requieren de un suelo sano para poder sacar la materia prima que permita su elaboración. Así que lo fundamental es buscar la manera de cómo frenar el deterioro ambiental que ha sido causado por el cambio climático.

Desgraciadamente el Protocolo de Kyoto no ha sido ratificado por todos los países industrializados, principalmente por aquellos que son los mayores consumidores de combustibles fósiles, como Estados Unidos, que emite 25 por ciento de los gases contaminantes. La Unión Americana argumenta que este tratado no solucionará el problema ambiental y que por el contrario, afectará considerablemente a su economía.

Según el gobierno de George Bush, su país tiene un plan alternativo a la convención internacional que consistirá en reunir a las naciones con mayores niveles de emisión de CO2, entre ellas a China y la India, y diseñar una estrategia a largo plazo para acabar con el problema.

Ciertamente la reducción de emisiones que propone el Protocolo de Kyoto no es la panacea para el combate del cambio climático. No obstante el calentamiento avanza a pasos agigantados y el fortalecimiento de este fenómeno continúa dependiendo considerablemente de las emisiones de los gases de efecto invernadero, por lo que aún se requiere que las emisiones de CO2 sean reducidas.

El escenario futuro no es nada prometedor, los últimos informes científicos indicaron que en el último siglo, nuestro planeta ha sufrido un calentamiento de 0.74 grados centígrados y continuará incrementando la temperatura a un ritmo de 0.2 grados por década. Pero no serán los países industrializados y desarrollados los que sufran las catástrofes del cambio climático, desgraciadamente los países más afectados serán aquellos que se encuentran en desarrollo o que son subdesarrollados. Sin ánimo de alarmar, entre los problemas que tendrán que enfrentar estos países y el mundo en general está la escasez de agua potable, desaparición de ecosistemas, la extinción de especies animales y vegetales y el incremento de los fenómenos meteorológicos.

Finalmente y citando las palabras del premio Nobel de Química 1995, el científico mexicano Mario Molina: “el cambio climático es probablemente la amenaza más grave a la que se enfrenta la humanidad en este siglo. Desde luego, es la amenaza ambiental más importante porque es un problema global, que forma parte de un proceso de agotamiento de recursos naturales y una acumulación de desechos de nuestras actividades. Se trata de un problema que ya tenemos encima, y un síntoma del potencial que tiene la humanidad para modificar toda la superficie del planeta” (entrevista para el diario español El Mundo. Junio de 2007).

Revista Protocolo

save

Países que nos están viendo

ALIANZAS