Internacional

El elefante ha despertado

Si bien es cierto que los años noventa fueron la época dorada de China en términos de crecimiento económico y comercial, no cabe duda que ahora estamos viviendo la década de la India.
Therese Margolis

Este gran subcontinente asiático, con una población de 1,100 millones de habitantes, ha sido retratado en el pasado como un gran elefante, es decir, gigante, lerdo y lento.

Pero con una economía que ha registrado un promedio de crecimiento de alrededor de 8 por ciento anual durante los últimos cinco años y un aumento de más de 60 por ciento en su sector exportador, el una vez torpe paquidermo indio está ahora posicionándose para pronto superar al dragón dorado del Reino Medio.

A diferencia de China, donde el gobierno todavía sobrevive bajo una yunta de filosofía comunista anacrónica, la India es un país democrático –de hecho, es la democracia más grande del mundo- lo cual le permite ajustarse más ágilmente a los cambios globales de una economía mundial.

Y según prevén algunos analistas internacionales –entre ellos la prestigiosa banca financiera Goldman Sachs– para 2015 el crecimiento indio sobrepasará al de China, convirtiendo a esta nación sur-asiática en la economía de más desarrollo durante los próximos 50 años.

Inversión extranjera

Con cambios legislativos recientes que han eliminado casi todas las restricciones sobre la inversión extranjera directa, el potencial indio para atraer capital foráneo ahora abarca mucho más de los tradicionales sectores de tecnología y outsourcing (al día de hoy, la India representa 60 por ciento del mercado de los puestos de trabajo litorales de cuello blanco internacional, gracias a una fuerza de mano de obra altamente preparada y su dominio del idioma inglés).

Pese –o tal vez, gracias– a el hecho de que el gobierno indio no haya metido mano en las negociaciones para atraer empresas extranjeras, como en el caso de China, donde el sector público ha sido la maquila principal para alimentar a la estampida manufacturera, los empresarios indios han mostrado una creatividad única, particularmente en industrias del conocimiento, tales como el software, la biotecnología y los farmacéuticos. Por consecuencia, la mayoría del éxito reciente de la India se debe al sector privado.

De acuerdo con JP Morgan, las empresas indias listadas en la bolsa de valores rinden ganancias mucho más altas que aquellas comparables en Hong Kong, Singapur, Corea del Sur, Taiwán, Japón y Malasia.

Educación y mano de obra

Otro factor importante que favorecerá a la India sobre China en la próxima década: mientras que la población china está envejeciendo, la demografía india está creciendo al mismo ritmo que la demanda de mano de obra.

Esto implica que la población joven trabajadora podrá pagar impuestos para sostener a los servicios públicos y el desarrollo de la infraestructura.

Igualmente, la India tiene la gran ventaja de la educación. En China, sólo hay 1.5 millones de graduados de universidades, esto, en una población de 1.3 mil millones de habitantes, mientras que en la India, hay tres millones de personas con diplomas universitarios, 700 mil con posgrados y 1,500 con doctorados.

Reformas económicas

La ventaja comparativa de la India en la exportación de servicios y tecnología la hace un modelo más fructífero que los pasados ejemplos asiáticos de economías basadas en mercancía.

Sin embargo, en el largo plazo, el elefante indio tendrá que superar algunos obstáculos serios si desea salir triunfante en la carrera contra China como la megaeconomía del siglo.

Las reformas económicas en la India empezaron apenas hace 15 años, es decir, una década después de que China empezó su modernización de mercado.

La tasa de ahorros nacional representa un valor que es la mitad de la cifra comparable en China, y la cantidad de inversión directa extranjera en la India es apenas una décima parte de lo que es en la nación del dragón.

Cabe mencionar que durante la última década, más de la mitad del capital foráneo invertido en China provenía de chinos viviendo en el exterior, mientras que la diáspora india representaba sólo el 10 por ciento de la inversión extranjera en la India.

Infraestructura y burocracia

A la India le hace mucha falta invertir en infraestructura, es decir, carreteras, el sistema de ferrocarriles, los puertos y hasta en los servicios de electricidad.

No obstante, el gobierno central ha sido muy lento para soltar los recursos financieros necesarios para cumplir con el desarrollo infraestructural.

Peor aún, en los casos en que sí existen recursos para la infraestructura, hay un laberinto de regulaciones burocráticas que limita la participación del sector privado, haciendo casi imposible la realización viable de esos proyectos.

El Estado federal maneja los ferrocarriles, la gran mayoría de las industrias de energía y mucho del sector de transporte aéreo.
Así que el elefante indio puede estar ya despertando, pero todavía falta mucho para que este gran paquidermo empiece a marchar a toda máquina para llegar a ser el líder de la manada.

En cuanto esto ocurra, las otras economías mundiales se darán cuenta que habrá un nuevo rey en el mercado comercial.

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