Internacional

El migrante mexicano en EU: de actor local a actor global

Este ensayo es producto de mi experiencia de trabajo en la Secretaría de Relaciones Exteriores, tanto en el Programa para las Comunidades Mexicanas en el Extranjero durante tres años (1993 a mayo de 1996) como en mi desempeño como agregado de prensa y asuntos académicos en el consulado mexicano en Atlanta, Estados Unidos, desde junio de 1996 hasta julio de 2001. Se trata de un esfuerzo de recopilación, análisis y seguimiento de información sobre las tendencias de las migraciones de connacionales hacia el vecino país del norte y la conformación de un nuevo actor binacional que incide en la economía, política y sociedad de México y Estados Unidos.

En realidad existe una situación paradójica: el trabajador migrante indocumentado hoy por hoy tiende a quedarse en territorio estadounidense y prefiere no viajar a México por las dificultades de volver a entrar a EU. El trabajador mexicano que ha logrado la residencia permanente o permiso de trabajo en la Unión Americana viaja con relativa frecuencia a territorio mexicano, realizando muchas veces actividades laborales o de pequeño empresario en los dos países. En la práctica las nuevas leyes migratorias están frenando la movilidad laboral binacional pero se percibe un movimiento interno de la fuerza laboral mexicana al interior de EU, movilidad que fluctúa en relación con la demanda laboral regional estadounidense y la forma y aplicación estatal de las nuevas leyes migratorias.
Este entorno hace cada vez más urgente la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en varios rubros pero en especial la inclusión del tema laboral y el trabajo de los migrantes mexicanos en Estados Unidos y Canadá. Otro rubro es el ritmo de la apertura agropecuaria mexicana y la necesidad de establecer proyectos de desarrollo especiales en las regiones de México afectadas por la liberación comercial.

Tendencias migratorias

Con el objeto de estudiar a los migrantes como actores locales y globales en ambos países, se avanza en la elaboración preliminar de hipótesis sobre algunas tendencias recientes del fenómeno migratorio y sus significados económicos, sociales, culturales y políticos que tiene en los ámbitos local y regional de México, así como posibles implicaciones regionales en Estados Unidos. Un aspecto adicional es el análisis del movimiento migratorio común, elemento clave en la competitividad global de Estados Unidos.
Se puede afirmar que muchos sectores de la economía estadounidense pueden sobrevivir y en la mayoría de los casos competir a escala internacional debido al trabajo de millones de nuevos inmigrantes y un número no despreciable de trabajadores indocumentados que laboran en casi todos los rubros y su desempeño es vital para la economía de muchas regiones estadounidenses. Obviamente, las implicaciones de los inmigrantes no sólo son económicas sino involucran cambios y transformaciones múltiples en el terreno cultural, social y político que modifican la anglosajonidad y en general, los modelos de aculturización europeos que fueron dominantes en el pasado reciente de la amalgama estadounidense.
En este ensayo se abordan específicamente las diversas facetas de la migración y las implicaciones que tienen en la conformación del migrante mexicano como un nuevo actor social y político en México y Estados Unidos. Tendencias recientes de las migraciones internacionales revelan que a diferencia de épocas anteriores, ahora se busca conservar un fuerte vínculo con los lugares de origen debido a la multiplicidad de medios de comunicación que permiten información interactiva instantánea y abaratamiento del transporte aéreo, casi una presencia virtual de todo el ambiente y entorno cultural de los lugares de donde proceden los migrantes, sea Corea, México, Hong Kong o Laos.
Los nuevos procesos de aculturización mexicana en el norte, se conjuntan con una nueva amalgama multicultural donde Los Ángeles, California, es el paradigma por excelencia de lo que el periodista polaco Riszard Kapucinski ha llamado la nueva raza cósmica.

Tipología de la población mexicana en EU

Para poder definir al migrante como actor social es importante distinguir las diferencias entre los distintos segmentos de población con sangre mexicana en Estados Unidos. La identidad es muy diferente entre el inmigrante reciente, el inmigrante con residencia permanente, el inmigrante que se ha convertido recientemente en ciudadano y el que tiene un arraigo de varias generaciones en territorio estadounidense. Aunque todos estos segmentos guardan vínculos culturales y lingüísticos con México, su comportamiento y actitudes hacia este país tienen diferencias cualitativas.
Por ejemplo, María Rosa García-Acevedo, de la Universidad de Nuevo México en Alburquerque, usa indistintamente los conceptos “comunidad chicana”, “comunidad de origen mexicano” y “chicanos”. El problema se deriva de la propia definición conceptual de chicano, ya que en términos operativos no es intercambiable dicho concepto con otros como “comunidad de origen mexicano”. La discusión conceptual es clave para definir el grado de pertenencia y arraigo al entorno estadounidense o la mayor conservación de vínculos con el lugar de origen en México.

Mexican-Americans

Debe reconocerse que existen al menos cuatro segmentos claramente diferenciados de población de origen mexicano en Estados Unidos: en primer lugar, un conglomerado significativo de ciudadanos estadounidenses de origen mexicano, que generalmente se identifican como mexican-americans y rechazan categóricamente el calificativo de chicano o chicana, su visión se vincula a la idea de ser parte del melting pot estadounidense sin reclamar una militancia étnica o de identidad nacional —como los chicanos— aun cuando existe orgullo por su raíz mexicana.
Para mediados de 2006 se calcula en seis millones los mexicanos indocumentados en Estados Unidos, la mitad en California, de un total aproximado de 12 millones de indocumentados de todas las nacionalidades; según el Servicio de Inmigración y Naturalización estadounidense había un poco más de 2.5 millones de indocumentados en 1996. Estos millones de trabajadores indocumentados son un factor esencial en la competitividad económica de miles de empresas estadounidenses en particular de amplias regiones agrícolas y productos de ese sector. Sin embargo, en los últimos años, el dinámico sector de la construcción inmobiliaria y en general de infraestructura urbana de muchas ciudades estadounidenses se beneficia de la mano de obra mexicana.

Residencia permanente

El trabajador indocumentado sólo es una parte de la población mexicana en territorio estadounidense, ya que existen al menos otros tres segmentos bien diferenciados: los mexicanos con residencia permanente que no son ciudadanos estadounidenses que rebasan los ocho millones de personas aunque existe una fuerte tendencia a convertirse en ciudadano estadounidense debido a las nuevas leyes migratorias que establecen diferencias significativas en beneficios sociales entre el residente permanente y el ciudadano (casi dos millones de mexicanos se han naturalizado estadounidenses en los últimos 20 años, la mitad de ellos en el periodo 1999-2005).

Nativos y chicanos

El tercer segmento lo conforman los ciudadanos nativos de Estados Unidos de origen mexicano que lo integran aproximadamente 15 millones de personas. Desde la perspectiva de identidad y aculturación, en este segmento se pueden distinguir dos formaciones: el mexicano-estadounidense que no mantiene un reclamo de su identidad y busca integrarse y asimilarse a la sociedad estadounidense aun cuando guarde ciertas tradiciones y costumbres mexicanas, y un sector politizado y de fuerte identidad que se autodenomina chicano o chicana. Los chicanos tienen una fuerte identidad cultural y buscan una cohesión y perspectiva política de lucha, que se ha desarrollado con particular fuerza en los núcleos de población de origen mexicano
en Los Ángeles y sur de California, Chicago y en menor grado en Texas.
Aun cuando en los entornos académicos se habla y se discute más sobre la chicanidad y la lucha por su identidad, esta perspectiva militante es ajena a una buena parte —quizá la mayoría— de la población estadounidense de origen mexicano, que por lo general han buscado la asimilación y ser parte de la identidad estadounidense.
En este trabajo destaca el papel de actor local y global del trabajador migrante mexicano, que el núcleo conformado por el trabajador sin documentos que permanece en Estados Unidos o viaja periódicamente entre México y la Unión Americana, así como un segmento significativo de trabajadores mexicanos que han conseguido residencia e incluso ciudadanía estadounidense pero siguen viajando sistemáticamente entre los dos países. Si bien es cierto que la mayor parte de las remesas monetarias a México provienen del trabajador migrante temporal o indocumentado, el aporte de dinero de trabajadores mexicanos con residencia permanente también es un componente importante de las remesas.

La Tercera Cultura

Entre los núcleos que se identifican como mexican-american no existe la idea de “una tercera cultura” como efectivamente podría ser el caso de segmentos que se autodefinen como chicanos o chicanas. En segundo lugar, está el concepto chicano o chicana que en sí mismo refleja una clara definición feminista y cuyas reivindicaciones lo ubican como un movimiento que reclama un espacio de identidad cultural y política frente a lo anglosajón y lo mexicano.
La chicanidad no es el reclamo de la identidad mexicana, es algo más complejo donde confluye la raíz indígena mexicana —Aztlán—- con tradiciones culturales mestizas mexicanas y los aportes de la cultura estadounidense contemporánea donde se ha dado la amalgama e hibridación del ciudadano estadounidense de origen mexicano que lucha por una identidad propia y no se conforma —como el mexican-american— a ser un simple agregado más del melting pot estadounidense.
En este sentido, el chicano y mexicano-estadounidense son actores locales, con la potencialidad de conformarse en una fuerza política nacional en Estados Unidos pero que ha perdido lazos e intereses en México. Por su parte, los mexicanos con tiempo de residencia reciente en el vecino país o con historial de migración temporal tienen arraigo con su tierra, envían parte significativa de sus ingresos a México y son protagonistas clave en su región o localidad en territorio mexicano. La búsqueda de la identidad chicana ha sido en la práctica la construcción de una tercera cultura que adquiere consensos a partir de los años sesenta.
En 1973 escribía Julián Nava —ex embajador de Estados Unidos en México— que el concepto chicano “está reemplazando mexican-american, como definición, reflejando asimismo un estado mental”. El dramaturgo y actor Luis Valdés decía: “Somos chicanos (…) somos bilingües. Somos biculturales. Somos multiculturales. Somos un continente, una cultura, un solo destino”; y el dramaturgo Carlos Morton escribía: “somos un verdadero mestizaje de sangres india, española, gringa, negra. Culturalmente somos una mezcla de chile y McDonald’s, la Virgen de Guadalupe y las computadoras Apple”. En síntesis, escribe Pedro G. Castillo en su obra Watsonville que “su propia configuración ha llevado a los chicanos a crear una tercera cultura… no son mexicanos ni gringos, son precisamente eso, chicanos”.
Las opiniones vertidas en este ensayo son personales y no involucran a las instituciones donde el autor presta sus servicios: de julio de 2004 a la fecha es cónsul de Comercio y Promoción de Pequeños Negocios en San Francisco; cónsul de Prensa y Promoción Comercial en el consulado de México en San Francisco de agosto de 2001 a junio de 2004; agregado de Prensa y Asuntos Académicos del consulado general de México en Atlanta de junio de 1996 a julio de 2001; entre febrero de 1993 y mayo de 1996 fue responsable del Departamento de Difusión del Programa para las Comunidades Mexicanas en el Extranjero (PCME) de la cancillería mexicana; profesor del Departamento de Política y Cultura de la UAM-Xochimilco, México, DF, desde 1974 hasta 1990; coautor de varios libros sobre temas educativos y desarrollo económico y social, derechos indígenas y pequeñas empresas frente a la globalización.

• Cónsul de Comercio y Promoción de Pequeños Negocios. Consulado General de México en San Francisco. Comentarios: consulmendez@yahoo.com.

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