Internacional

El principio y el fin: de la monarquía a la república

El pasado 29 de mayo fue un día histórico para Nepal y para el mundo. Después de más de dos siglos de reinado de la dinastía Shah, la Asamblea Constituyente de Nepal acordó (con 560 votos a favor, de los tres principales partidos el Comunista Maoísta, el del Congreso Nepalí y el Comunista Unificado Marxista Leninista, y cuatro en contra, del partido monárquico Rastriya Prajantantra) abolir el sistema monárquico en ese país para dar paso a la primera república de esa nación. Tras la votación la Asamblea declaró a Nepal como una “República Federal Independiente, Indivisible, Secular Inclusiva y Democrática”.
Diana Torres Del Mazo

El fin de la monarquía se veía venir desde 2002, año en el que el rey Gyanendra decidió disolver el Parlamento y destituir al primer ministro para asumir todos los poderes del Estado. A partir de ese momento, la guerrilla maoísta se mostró en franca oposición hacia el monarca, quien desde el inicio de su reinado no había logrado conquistar a sus súbditos, debido a su hostilidad hacia la monarquía parlamentaria y a una turbulenta ascensión al trono (producto del parricidio de su hermano, el entonces rey Birendra y su familia, supuestamente a manos de su sobrino Dipendra).

El rey mantuvo el poder del gobierno durante dos años, hasta junio de 2004 cuando nombró como primer ministro a Sher Bahadur Deuba, quien fue destituido por el propio monarca en febrero de 2005 al no ser capaz, según las propias palabras del rey, de contener a la insurgencia maoísta. A finales de ese año, los maoístas y los partidos de oposición acordaron unirse para buscar la disolución de la monarquía.

En contraparte, el rey trató de regularizar la vida política de Nepal convocando a elecciones municipales, las cuales fueron boicoteadas por los maoístas y los partidos políticos. En enero de 2006, la guerrilla propuso entablar un diálogo con el monarca y declarar un alto al fuego, siempre y cuando se conformara una Asamblea Constituyente que decidiera la continuidad del régimen o el establecimiento de uno nuevo.

Al principio la propuesta de los opositores no fue bien recibida por el monarca, quien trató de mantenerse firme y no ceder a las presiones de los maoístas y sus aliados. No obstante, tras una huelga general y manifestaciones multitudinarias, en abril de 2006, el monarca aceptó nombrar a Girija Prasad Koiral como primer ministro interino, encargado de convocar a elecciones libres y democráticas y negociar con la guerrilla maoísta el alto al fuego.

Las conversaciones de paz entre los rebeldes y el gobierno interino estuvieron a cargo del líder maoísta Pushpa Kamal Dahal, alias Prachanda, actual dirigente del Partido Comunista de Nepal-Maoísta (CPN-M, por sus siglas en inglés). Este partido, fue el vencedor en las elecciones de abril de 2008, al obtener 220 de los 601 escaños de la Asamblea Constituyente.

Como muestra de un nuevo clima político y de la apertura del régimen, durante las negociaciones de paz fueron detenidos varios ministros de la monarquía, acusados de violaciones a los derechos humanos. Asimismo, en mayo de 2006, el Parlamento o Asamblea Constituyente aprobó una moción en la que redujo, de manera drástica, los poderes del rey Gyanendra, los cuales fueron absorbidos por el órgano legislativo.

En ese sentido, el rey dejó de aparecer en múltiples actos oficiales o religiosos que acostumbraba presidir. En esa misma fecha, Nepal perdió su posición de único país hinduista, al ser declarado un Estado laico y permitir la manifestación de todas las corrientes religiosas de la nación.

En el ámbito económico, el gobierno nacionalizó los palacios reales, congeló las cuentas y las transferencias de otras propiedades de la familia real.

En noviembre de 2006, las conversaciones de paz fructificaron en un acuerdo entre el gobierno interino y la guerrilla maoísta, el cual dio fin al conflicto armado que dejó más de 13 mil muertos.

En marzo de 2008, antes de las elecciones a la Asamblea, las cuales se realizaron en abril, el partido monárquico Rastriya Prajantantra intentó salvar a la monarquía al solicitar que se llevara a cabo un referéndum en el que se votara una monarquía de tipo representativa, como actualmente existen en otros países, que dejara en manos de un primer ministro las funciones del gobierno y los poderes reales. En ese modelo, el rey sólo tendría atribuciones simbólicas y conservaría su rango de jefe de Estado. No obstante, la propuesta no fue aprobada e incluso se especuló que el propio rey había “patrocinado” la iniciativa del partido en aras de conservar la institución monárquica en Nepal.

Asamblea Constituyente
La actual Asamblea Constituyente tiene como objetivos nombrar un nuevo gobierno, redactar y aprobar una nueva Constitución, la cual se calcula estará lista en dos años.

Tras la abolición de la monarquía, el Parlamento interino concedió 15 días al monarca y a su familia para que desalojara el Palacio Real de Narayanhity, el cual se convertirá en un museo nacional. El pasado 11 de junio, el ex monarca entregó al gobierno los símbolos reales (el cetro real, la corona de plumas de pavo real, el pelo de yak y las joyas) y convocó a una conferencia de prensa para comunicar, tal y como lo había anunciado en días pasados, su salida del Palacio Real.

En la ocasión, Gyanendra indicó que no tenía intensión de salir de su país y que se quedaría para ayudar a restablecer la paz, ya que Nepal estaba pasando por un periodo crítico. Asimismo, señaló que la monarquía siempre había estado en los momentos buenos y malos de ese país.

Según información de prensa, el gobierno interino le ofreció a Gyanendra la opción de vivir como a cualquier ciudadano y continuar dedicándose a sus negocios en las industrias tabacalera y turística.

Por otra parte, debido a que su antigua residencia está siendo ocupada por su hijo mayor, el antiguo heredero de la corona, Paras, el gobierno le cedió temporalmente la residencia de verano de Nagarjun situada a las afueras de Katmandú.

Cierto es que si el rey Gyanendra y la familia real se hubieran ganado la simpatía de su pueblo y hubiera continuado con la línea política de su fallecido hermano, otra hubiera sido la historia de la monarquía. La cual posiblemente se hubiera transformado en un modelo de tipo parlamentario o constitucional, tal y como lo proponía el partido pro monárquico. Sin embargo, como ya lo había señalado en un artículo anterior, el reinado de Gyanendra nació viciado y destinado al fracaso, debido a su impopularidad y autoritarismo, que recrudeció a la oposición y la situación política-social de Nepal.

Aunque los maoístas lograron su cometido, eliminar a la monarquía, eso no quiere decir que Nepal tenga un futuro de paz asegurado. No podemos olvidar, que la recién nacida república, está bajo la influencia de un ambiente interno y externo poco favorable.

A lo interno, continúan las diferencias entre los grupos políticos, incluyendo a los ex guerrilleros maoístas —actuales miembros del Partido Comunista de Nepal Maoísta y grupo mayoritario en la Asamblea Constituyente— los cuales aún no se ponen de acuerdo en quién será el presidente, ni cuáles derechos y deberes tendrá dicha figura.

Los maoístas reclaman para ellos el privilegio de elegir de entre sus miembros, principalmente a su líder Prachanda, al futuro presidente de la república; pero las otras fuerzas no se han pronunciado a favor de tal propuesta. De momento, los maoístas también han sugerido que la figura presidencial recaiga en una personalidad civil neutral, con tal de llegar a un consenso con el resto de las fuerzas políticas.

Política exterior
Por lo que respecta al clima exterior, Nepal tendrá que lidiar, al igual que el resto de los países de la comunidad internacional, con la crisis alimentaria que pronostican los organismos internacionales y las repercusiones de los altos precios de los combustibles, que afectan en mayor medida a los países en desarrollo.

Actualmente este país asiático se encuentra entre los países más pobres y menos desarrollados del mundo, con más de un tercio de su población viviendo en extrema pobreza. La agricultura es la principal actividad económica; tres cuartas partes de la población se dedica a esta labor, la cual representa 38 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).

Cabe señalar que la prolongada guerra civil repercutió gravemente en el sector turístico (vale la pena recordar que el territorio nepalí tiene una inmensa riqueza ambiental, que tradicionalmente ha seducido poderosamente al turismo ecológico, además de ser un importante polo de atracción para los amantes de las ideologías hinduistas y budistas), que dejó de percibir importantes derramas económicas de las divisas extranjeras.

Por otro lado, deberá mantener buenas relaciones con sus dos poderosos vecinos: India y China, los cuales son potencias hegemónicas en Asia y fuertes economías en expansión, que sin duda marcarán la política interior y exterior del gobierno nepalí.

Nepal y la India aún mantienen diferencias limítrofes, por los bordes del río Kalapani. Asimismo, los rígidos controles migratorios hindúes han ocasionado que al suroeste de Nepal se hayan establecido, desde 1990, miles de bhutaneses que han sido confinados a campos de refugiados debido a la guerra civil de su país. Del mismo modo, Nepal alberga a cientos de tibetanos, los cuales han sido objeto de represión por parte de las autoridades nepalíes al manifestarse en contra de la política de China hacia la región del Tíbet.

Como en alguna ocasión lo señalé, el problema no es el sistema político como tal, sino el entorno político, económico y social en el que se encuentre el país en cuestión. El futuro nos dirá si la opción de la república resulta positiva o si la monarquía retornará a ese país en busca de una segunda oportunidad.

Revista Protocolo

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