Después de 38 años de ocupación judía en la Franja de Gaza, palestinos jubilosos colocaron banderas en los escombros de los asentamientos judíos y prendieron fuego a las sinagogas mientras los soldados israelíes se retiraban del lugar.
«Éste es un día de felicidad y alegría que el pueblo palestino no ha presenciado por un siglo», dijo el presidente Mahmoud Abbas a periodistas en la ciudad de Gaza.
Las fuerzas palestinas que agitaban símbolos de victoria se apoderaron del lugar mientras tanques y vehículos armados se retiraban despacio en la oscuridad, por primera vez renunciando a los asentamientos en la tierra que los palestinos reclaman y dejándoles un territorio inestable para formar un Estado.
«La misión fue completada», dijo el brigadier Aviv Kochavi después de que las puertas se cerraran en el principal cruce de carreteras. «La presencia de Israel de 38 años llegó a su fin.»
Pero el rencor sobre el destino de las sinagogas nubló las esperanzas de que la retirada ayude a revivir el proceso de paz.
En un ataque a lo que ellos ven como símbolos de una odiada ocupación, jóvenes prendieron fuego a varios templos en los 21 asentamientos evacuados el mes pasado, bajo el plan del primer ministro Ariel Sharon de «desconexión» del conflicto.
Los palestinos estaban furiosos cuando el gabinete de Sharon decidió dejar intactas las sinagogas, bajo la presión de los rabinos, cuyo apoyo podría ser clave en una lucha de poder.
Otro ingrediente que se suma a las tensiones es la petición hecha por Israel el pasado lunes a fin de que los edificios sean preservados.
Remover a los 8,500 colonos de la Franja de Gaza ha provocado que Sharon reciba elogios internacionales. La última etapa de la retirada se realizó en menos de 24 horas en vez de los cuatro días que los funcionarios habían previsto originalmente.
Pero mientras los palestinos dieron la bienvenida a la retirada, temen que Sharon esté cambiando la Franja de Gaza, hogar de 1.4 millones de palestinos, por un control permanente en las áreas más grandes de la ocupada Cisjordania, donde 245 mil colonos judíos viven aislados de 2.4 millones de árabes.
Los palestinos también están enojados con la decisión de que Israel, citando razones de seguridad, continúe controlando los cruces en la frontera de la Franja de Gaza, el espacio aéreo y marítimo, y afirman que la ocupación está lejos de haberse terminado.
Los soldados israelíes se saludaban y abrazaban unos a otros mientras dejaban la Franja de Gaza, escenario de uno de los peores derramamientos de sangre desde el estallido del levantamiento en el año 2000 tras el fracaso de las conversaciones de paz.
La primera tarea del presidente Abbas será imponer el orden y tomar las riendas sobre los grupos militantes que se niegan a desarmarse. Israel amenazó con represalias si los ataques desde la Franja de Gaza continuaban.
«Pueden hacer flamear la bandera que quieran, pero esperamos que la Autoridad Palestina tome la responsabilidad», dijo el general Dan Harel, quien comandó la retirada.
Los israelíes derechistas opositores a la retirada calificaron la evacuación de los 8,500 colonos de la Franja de Gaza como una capitulación a los militantes.
Muchos colonos decían que tenían un derecho bíblico sobre la Franja de Gaza, pero la mayoría de los israelíes estuvieron de acuerdo con la retirada.
«No hay dudas que nuestra estadía en la Franja de Gaza fue un error histórico, y estoy orgulloso de que hayamos encontrado la fuerza para rectificar ese error», dijo el viceprimer ministro israelí, Shimon Peres.
Pero los colonos dijeron que tienen esperanzas de volver algún día y construir sobre las ruinas.
Revista Protocolo
