Internacional

Japón, elementos de su modelo de desarrollo

El analizar el modelo de desarrollo de cualquier país, se hace necesario ir más allá del ámbito económico, pues aspectos como la ubicación geográfica, la evolución histórica y las condiciones geopolíticas del ambiente internacional, en un momento determinado, muestran cada vez más su relevancia al respecto.

Japón, actualmente la segunda potencia económica mundial, logró desarrollarse mediante un peculiar sistema productivo basado, por una parte, en la existencia de una burocracia de elite que identificó y seleccionó a determinadas industrias para promoverlas; y en un sistema político en el que la burocracia contaba con suficiente margen de acción para tomar la iniciativa y actuar con eficacia.

No obstante la validez de esas afirmaciones, es necesario analizar el determinismo que cada uno de los factores tuvo en el éxito económico del país. Existen al menos cinco elementos explicativos causales del amplio crecimiento económico de esa nación:
Economía y política de consenso

En primer lugar, en las primeras décadas del siglo XX, Japón había logrado importantes avances en términos económicos y esto lo llevó a ser considerado ya para los años cuarenta, un país desarrollado, aunque no al nivel de Estados Unidos o los países de Europa Occidental.

Sin embargo, sus ambiciones expansionistas motivaron su incursión en la Segunda Guerra Mundial, y al término de ésta, el país se encontró con una derrota humillante, con su infraestructura en ruinas, así como con cuantiosas pérdidas humanas y una población desmoralizada, que incluso se encontraba bajo amenaza de hambruna.

Ante esta situación, se diseñó y aplicó una estrategia tanto para la reconstrucción, como para recuperar el tradicional orgullo nipón.

El camino elegido, mediante un relativo consenso nacional, partió de la premisa de lograr un crecimiento económico rápido, más que equitativo, lo que determinó otorgarle una decidida preferencia a unas industrias, en detrimento de otras.

En el aspecto político, dicho consenso hizo posible que el Partido Liberal Democrático gobernara por varias décadas, asegurando así una larga estabilidad política que permitió dejar de lado discusiones sobre la orientación que las políticas económicas deberían seguir, las cuales podrían haber sido perjudiciales para la efectiva aplicación de la política industrial deseada.

De esta forma, la estructura gubernamental japonesa no tuvo necesidad de realizar coaliciones o tomar acciones espectaculares para recibir apoyo en sus políticas o bien justificarlas.

Crecimiento acelerado

La estabilidad político-social permitió el establecimiento de una política industrial orientada al rápido crecimiento. La idea principal de la política industrial era que las empresas tenían que alcanzar el nivel de otras empresas extranjeras y volverse competitivas al mismo tiempo que grandes exportadoras, mediante el aumento de su productividad.

El primer paso de la política industrial fue el desplazamiento de recursos (trabajo y capital) a las industrias que se buscaba promover, debido a que se consideraba que el mercado como tal no podría orientarlos en forma adecuada, o bien que lo haría con costos sumamente altos.

El segundo paso fue la estimulación de la inversión y de la producción por medio de la asignación selectiva de divisas y préstamos bancarios a las empresas a tasas de interés con niveles por debajo de los prevalecientes en el mercado.

En los años cincuenta y sesenta, el Estado vertió recursos hacia las industrias pesadas, con un alto valor añadido por trabajador, con menoscabo hacia las industrias tradicionales intensivas en trabajo, tales como la textil y de otros productos de baja tecnología.

También se fomentó el apoyo a industrias de alta tecnología, intensivas en empleo altamente especializado, con un mayor valor agregado, como aparatos electrónicos, semiconductores, fibra óptica, etcétera.

El MITI y el MOF

Un tercer elemento fue la participación destacada de los ministerios gubernamentales mediante funcionarios de elite, quienes fueron los encargados de aplicar la política industrial.

Dentro de los ministerios de la administración japonesa, quizá los más importantes y decisivos fueron el de Comercio Internacional e Industrias (MITI) y el de Finanzas (MOF), los cuales fungían como guías en las decisiones de las empresas.

Los funcionarios de ambos ministerios eran egresados de las más prestigiadas universidades, y junto con empresarios y académicos, se encargaron de discernir e identificar a las industrias que resultaran idóneas para recibir el apoyo gubernamental.

Una vez elegidas las industrias, se les otorgaba una protección generalizada en sus mercados domésticos, mediante el uso de altos aranceles y cuotas estrictas a las importaciones.

Asimismo, se alentó la oligopolización industrial mediante la fusión de industrias y una feroz competencia interna, lo cual permitía a las empresas sobrevivientes fijar el precio de sus mercancías en los mercados internos.

El MITI ejercía un control absoluto sobre las importaciones y decidía la asignación de divisas para la compra, tanto de materias primas, como de tecnología, ambas de importación.

Además utilizaba su poder de canalización de recursos como elemento de persuasión para el seguimiento de su orientación administrativa por parte del resto de las empresas productivas.

Por su parte, el MOF ejercía un control equivalente sobre la asignación de los préstamos de la banca privada.

Idiosincrasia y peculiaridad social

Como cuarto elemento, existen ciertas características físicas, sociales y culturales propias de Japón y otras naciones asiáticas que inciden en su desarrollo.

Destaca su condición geográfica, pues al estar situado en una estratégica zona del Pacífico norte, esto le facilitó convertirse en un gran exportador al contar con importantes canales de comunicación.

En cuanto a la demografía, su población es densa y mantiene fuertes lazos culturales y sociales, que además son relativamente homogéneos.

Uno de los aspectos menos analizados es el papel que tiene la herencia cultural de Japón y de otras naciones asiáticas, en el desarrollo económico de esas sociedades.

Dicha herencia resalta las bondades de las emociones humanas, la trascendental importancia del concepto del honor, la orientación y valoración del trabajo en grupo, y la trascendencia del concepto de la armonía; todo ello sustentado en el confucianismo y doctrinas paralelas.

Generalmente se consideran los principios económicos y sociales de Occidente como «los correctos» y, por lo tanto, susceptibles de aplicación general alrededor del mundo.

Sin embargo, el modelo occidental es diferente al oriental; el primero posee tres características fundamentales: es racional, individualista y dinámico.

Si bien el modelo oriental considera válidos los elementos de desarrollo occidental, intenta lograr los mismos resultados sin afectar las relaciones humanas.

En el modelo oriental la familia es la base social al mantener unidos a los individuos, lo cual le da una orientación de grupo al modelo. Así, además de mostrar lealtad a la familia, en Japón ésta se extiende a la nación.

La relación familiar comúnmente se extiende al ámbito de los negocios, creando grandes organizaciones sociales con fuertes lazos económicos sin que necesariamente individuos directamente relacionados con la familia tengan una posición gerencial.

La armonía se relaciona con aspectos religiosos de unión humano-naturaleza, en la que ambos elementos deben desarrollarse igual y equitativamente.

Mientras que en el modelo occidental la empresa es vista como un instrumento por medio del cual se obtienen beneficios mediante una eficiente producción de bienes y servicios, en el esquema oriental además se considera como una entidad social en donde se ven reforzados los valores sociales.

Si bien los trabajadores consideran como su responsabilidad principal la producción de bienes y servicios, también conviven habitualmente con sus compañeros en actividades sociales, elevando así su concepción del ámbito laboral al aspecto social-familiar.
En el modelo oriental el uso de los medios monetarios se realiza para fomentar las expectativas económicas de los trabajadores, siendo los bonos un sistema mediante el cual se mejora el desempeño grupal.

Este bono, el cual en algunos casos llega a representar hasta tres meses de salario, se basa en las ganancias de las empresas, por lo que sirve de motivación para que los trabajadores aumenten aún más las ganancias de las mismas.

Política industrial

En quinto lugar, la oportunidad de poder aplicar su política industrial. Esto fue posible debido a que Japón pudo adoptar tecnología proveniente de otros países y alcanzar, o incluso superar, el nivel prevaleciente en otras naciones a las que originalmente pretendía emular.

Adicionalmente, el precio de las materias primas, en especial el del petróleo, se mantuvo bajo sin que los niveles de abasto se vieran amenazados.

La industria no tuvo problemas de desvío de recursos gracias a que la milicia japonesa no los requirió.

Además, gran parte de las mercancías producidas por el país fueron rápidamente comercializadas en el mercado internacional, en especial en el estadounidense, debido a la expansión económica que mostraban la mayoría de las naciones industrializadas, y ello aumentó su poder de compra.

Evaluación

Sin lugar a dudas, parte considerable del crecimiento económico de Japón es resultado de la concatenación de los factores anteriormente mencionados; resulta difícil afirmar cuál de ellos fue el determinante o el de mayor peso específico.

No es posible explicar el éxito económico y productivo del país sin considerar algunos de dichos elementos debido a que, como históricamente se ha comprobado, cuando alguno de ellos se debilitó, el modelo como integridad comenzó a mostrar problemas.

Países que nos están viendo

ALIANZAS