Internacional

Jóvenes vulnerables pierden fe en la escuela y trabajo

Ni el estudio ni la inserción en el mercado laboral garantizan mejores condiciones de vida, dicen jóvenes latinoamericanos de sectores marginales

jovenes_portadaLos jóvenes latinoamericanos de sectores vulnerables valoran cada vez menos la escuela y el trabajo como mecanismos de movilidad social, mientras el consumo material y el simbólico se potencian como elementos de inclusión o exclusión social y como factores de identidad.

Así señala Gonzalo A. Saraví, profesor e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) de México, en el artículo “Juventud y sentidos de pertenencia en América Latina: causas y riesgos de la fragmentación social” de la Revista Cepal número 98.

El autor define consumo material como aquel que satisface las necesidades económicas, familiares y personales, mientras que el consumo simbólico es el que construye sentido de identidad y pertenencia.

De acuerdo con Saraví, un número creciente de jóvenes percibe que la educación secundaria es incapaz de generar mejoras en sus condiciones de vida.

El mismo descrédito experimenta el mercado del trabajo, ante la extendida precariedad laboral, inestabilidad y bajos ingresos, que resultan en trayectorias laborales estancadas en la pobreza.

La enseñanza secundaria se ha extendido, pero sigue siendo escasa la capacidad de retención escolar. En la región, según la Cepal, más de la mitad de los jóvenes de 20 a 24 años no completa los 12 años de estudio, el mínimo de escolaridad necesaria para evitar la pobreza.

Como parte de su trabajo de campo, Saraví expone entrevistas hechas a jóvenes mexicanos de sectores desfavorecidos, quienes aseguran sentir lo que llaman aburrimiento (pérdida de interés por el estudio) y ánimos de “desastre” (formas de diversión mediante el quebrantamiento o transgresión de ciertas reglas establecidas) a lo que se suman sensaciones como la impaciencia, pérdida de tiempo o “estar sin saber para qué”.

Muchos jóvenes de sectores marginales de Perú también han perdido interés por estudiar o trabajar y están marcados por la incertidumbre e inactividad, según un informe local citado por Saraví.

El artículo consigna otro estudio realizado en las favelas de Río de Janeiro, en Brasil, donde los jóvenes manifiestan poca fe en la educación porque observan subempleo y desempleo entre amigos y hermanos mayores que permanecieron por más tiempo en la escuela.

De acuerdo con Saraví, la crisis del sentido de la escuela y el trabajo ha provocado la aparición de mayor migración, actividades delictivas e ilícitas y conductas evasivas, por lo que los dilemas que se plantean para la agenda pública adquieren mayor complejidad y urgencia.

Revista Protocolo

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