Internacional

¿Qué seguirá después de Katrina?

La destrucción ocasionada por el huracán Katrina nos invita a hacer una severa reflexión sobre el futuro ecológico del planeta, ha llegado el momento que por nuestro bien, y el de futuras generaciones, recapacitemos y afrontemos un hecho al que le hemos dado la espalda, con las notables consecuencias que esto conlleva.

Durante años todos los países del mundo se han enfrentado a la naturaleza en busca de una superioridad que no hemos alcanzado y que no llegaremos a alcanzar. La naturaleza, madre de casi todo lo creado, nos ha dado muestras de que es muy superior a nosotros y que ella también tiene el derecho a defenderse ante nuestras agresiones. El meteoro Katrina no fue más que una pequeña demostración de lo que nos depara el futuro, si seguimos degradando a la naturaleza.

La voz de la ciencia

Después de la catástrofe de Katrina se reabrió el debate entre la relación del cambio climático y el aumento de los desastres naturales. La conclusión a la que han llegado varios expertos mundiales, es que efectivamente el cambio climático, en particular el calentamiento de la Tierra, ha influido en el aumento y la intensidad con que suceden algunos fenómenos meteorológicos.

En agosto de 2005, Kerry Emanuel, climatólogo del Instituto de Tecnología de Massachusetts, Estados Unidos, publicó en la revista Nature un estudio en el cual reveló que las tormentas nacidas en los océanos Atlántico (huracanes) y Pacífico (tornados) se habían acrecentado, en duración e intensidad, un 5 por ciento desde la década de 1970 y que en ese lapso de tiempo las temperaturas globales habían aumentado un grado Fahrenheit a la par del incremento en los niveles de monóxido y otros contaminantes que producen el llamado efecto invernadero.

Estudios del Instituto Alemán de Investigaciones Económicas de Berlín, Alemania, en agosto de este año, señalaban que las olas de calor y las sequías que habían sufrido las regiones meridionales de Europa, así como las lluvias diluvianas en la región alpina también se habían debido a las emisiones de los gases de efecto invernadero. Asimismo, indicó que la temperatura de la Tierra se había elevado, en el último siglo, 0.8 grados centígrados por la emisión de estos mismos gases. Según pronósticos de esta dependencia, de continuar con las mismas emisiones en 2100 las temperaturas del planeta se elevarían entre uno y 5.5 grados centígrados, por lo que las catástrofes naturales se harían más frecuentes e intensas.

La última edición de la revista Science indicó que de 11 tormentas tropicales, de categoría cuatro y cinco, que se desarrollaban anualmente en la década de los setenta, habíamos pasado a 18 tormentas por año. El incremento de los meteoros se debió a que la temperatura promedio de la superficie del mar subió aproximadamente medio grado centígrado y que esta temperatura había facilitado la elaboración de mayor evaporación, misma que sirve para alimentar las tempestades en los océanos.

Por su parte, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y del Centro Climático de la Cruz Roja Internacional respaldaron las previsiones hechas por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU, en el cual se indicaba que los fenómenos naturales aumentarían en las tres primeras décadas de este siglo. Según dichos investigadores, estas previsiones se han visto reflejadas en los 15 huracanes y tormentas tropicales registradas desde junio en el océano Atlántico y el mar Caribe, y en los dos tifones ocurridos en el mismo periodo en Japón y Taiwán.

Asia, severa escasez de agua

Los meteoros no sólo son muestra del deterioro ambiental, hay otros estudios que señalan que la degradación al medio ambiente puede cobrarnos facturas mucho más caras de lo que nos imaginamos. Según los científicos, el 40 por ciento de las personas que viven en el sur de Asia y de China podrían padecer una severa escasez de agua potable en 50 años a medida que el calentamiento global derrita los glaciares del Himalaya, principal fuente acuífera de la región. Los glaciares proporcionan aproximadamente 8.6 millones de metros cúbicos al año a los ríos asiáticos, pero conforme al aumento de las temperaturas los glaciares se han reducido.

Informes del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) indicaron que de continuar el aumento de las temperaturas, un tercio de los glaciares del mundo podrían desaparecer para 2050 y la mitad para 2100. La situación de Asia es crítica, porque de los glaciares dependen varios países (Nepal, la India, China, Pakistán, Bangladesh y Birmania) para extraer el agua potable para sus habitantes. El mismo estudio señaló que el glaciar Gangotri, donde nace el río Ganges, está disminuyendo 23 metros cúbicos al año.

Los hielos del Ártico están sufriendo efectos parecidos a los glaciares asiáticos. Gracias a los satélites que observan esta zona, se ha descubierto que las masas de hielo de esa región están a 18.2 por ciento por debajo de sus niveles medios tradicionales y que las masas de hielo, que normalmente se recuperan anualmente, no han sufrido variaciones desde 2003. La preocupación de los científicos es que esta situación sea el inicio de una etapa sin regreso para el Ártico y otras zonas.

En Groenlandia, en su costa oeste, las temperaturas promedio han subido en los últimos años de 3.5 centígrados (38.3 grados Fahrenheit) a 4.78°C (40.6°F), el glaciar Sermillk, en el sur de Groenlandia, se ha replegado 11 kilómetros y el glaciar Serqep Kujaiieq también se está encogiendo. El Comité de Ciencia del Sistema Ártico de la Fundación Nacional de Ciencia informó que con las temperaturas cálidas, algunas bacterias, plantas y animales podrían desaparecer y otras florecer. Especies como el oso polar podrían llegar a extinguirse de continuar los cambios en su hábitat natural, ya que estos animales necesitan de los hielos y la fauna que ahí se desarrolla para su subsistencia.

Pero los osos polares no son los únicos que necesitan que sus ecosistemas sean preservados, también lo necesitan millones de personas que habitan en zonas en donde las sequías están amenazando su vida y su única forma de subsistencia: la agricultura. Los problemas del cambio climático no sólo son una cuestión de ecología, también lo son de economía, de desarrollo y de un sinnúmero de aspectos sociales como la migración.

El problema del calentamiento de la Tierra agravará la situación de millones de personas y causará que en los próximos años éstas se vean obligadas a abandonar sus hogares en busca de otros lugares en donde puedan subsistir. Si hoy en día los gobiernos se quejan de las migraciones masivas, no nos extrañemos que en los próximos años éstas aumenten de manera considerable en el mundo.

EU escéptico

La administración Bush no reconoce los peligros del calentamiento global, antes al contrario, sigue siendo escéptico en los estudios que más de dos mil científicos de 100 países, que conforman la Comisión Intergubernamental sobre el Cambio Climático, han elaborado respecto a la evidente relación entre el aumento de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera y el cambio climático.

Estados Unidos, que genera el 25 por ciento del total de las emisiones de CO2, se ha negado a firmar el Protocolo de Kyoto aludiendo que su participación en ese tratado perjudicaría la economía estadounidense y que no hay evidencias suficientes de que con la aplicación de ese documento se frenaría el calentamiento global. Según algunas estimaciones, las necesidades energéticas mundiales aumentarán 60 por ciento en los
próximos 25 años, lo que incrementará las emisiones de CO2. Obviamente, Estados Unidos está entre los primeros consumidores de hidrocarburos, por lo que sin su cooperación y con los pocos resultados del resto de los países desarrollados, las consecuencias del cambio climático se intensificarán.

Reflexión

Los países desarrollados y no desarrollados, deben de aceptar y entender que la aplicación del Protocolo de Kyoto tiene un costo pero que éste será muy inferior a las consecuencias que pueda tener el calentamiento de la Tierra. No acatar lo establecido en ese acuerdo puede ocasionar, en 2050, pérdidas económicas de más de 200 billones de dólares en todo el mundo (según estimaciones del Instituto Alemán de Investigaciones Económicas de Berlín).

Podemos seguir hablando de la lucha en contra del terrorismo, del crecimiento demográfico, de sólidas economías, de democracia y demás temas, pero si no tenemos un escenario natural en dónde desarrollar nuestra vida de poco servirá la demagogia.

Por supuesto el Protocolo de Kyoto no es la panacea, pero sí es un instrumento internacional útil, claro está que también debe de existir una educación ambiental para nosotros y las generaciones por venir. Es necesario que los estados inicien verdaderas campañas de concientización de la importancia del medio ambiente. Es un hecho que por más desarrollado y fuerte, en cuanto al aspecto económico, que sea un país no se garantiza que pueda hacerle frente a un desastre natural, como ocurrió en Nueva Orleans. Si eso padeció la potencia más importante del mundo ¿qué se pueden esperar los países menos desarrollados? Sin embargo, no todos los efectos que está sufriendo la naturaleza se deben al calentamiento global, en nuestras manos está que los microfactores que contribuyen a la degradación del medio ambiente puedan ser evitados, tratemos de ser un poco más responsables de nuestros actos y seamos ciudadanos más conscientes de que el problema del medio ambiente es nuestro y no de nuestros descendientes.

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