Internacional

Reflexión Global: El exilio Dreamer

Esteban Belmont Bernal*

El exilio DreamerTrump lo vuelve a hacer. Con su plumazo acostumbrado y remate en Twitter, Donald Trump ha puesto en jaque a una generación completa de inmigrantes. En estricto sentido, cualquier presidente de una nación democrática tiene la potestad y facultad de dirigir su gobierno como mejor le parezca siempre y cuando esté dentro de la ley.

Sin embargo, lo anterior no queda exento de controversia ni de polémica. Objetivamente hablando la generación Dreamer es capital humano sumamente valioso que aporta más de lo que toma y las razones por las cuales el presidente Trump ha tomado esta decisión se basan en especulaciones poco o nada fundadas en un intento desesperado por recuperar su ya dañada popularidad.

Uno recuerda los primeros días después de que se dieron los resultados de la elección presidencial estadounidense y los medios de comunicación más prominentes hablaban de “darle una oportunidad al presidente” pues, de acuerdo con su lectura, la radicalidad del discurso político de Trump disminuiría pues ya no estaba en juego ganar votos. Nada fue más equivocado que esto.

La administración Trump vive momentos sumamente complicados, en el círculo más íntimo del presidente se ha desgastado a un grado que solamente queda su vicepresidente y su asesor principal, Jared Kushner. Desde el punto de vista del presidente, la única manera de gobernar es a través de decretos y señalamientos acompañados de escándalo mediático.

Queda claro que Trump encuentra en los Dreamers otro enemigo imaginario, el cual, representa una amenaza para los intereses de los Estados Unidos y no ve en ellos valor suficiente como para continuar la protección legal que la administración Obama otorgó. Para él, el proceso de elegir un objetivo político consiste en ubicar todo aquello que no entra dentro del discurso ultraconservador político estadounidense, señalarlo, censurarlo y aplastarlo sin mesura.

Este discurso tradicionalmente ubica a una amenaza como algo externo. La medida responde a la constante presión del lobby conservador estadunidense preocupado porque, supuestamente, los inmigrantes ocupan posiciones laborales estratégicas que, en otras circunstancias, serían ocupadas por estadounidenses. La realidad es que aquellos puestos ejecutivos en sectores estratégicos como telecomunicaciones, salud, educación y seguridad son dominados por estadounidenses, y es poco probable que esta situación cambie. En suma, los Dreamers no son una amenaza al pueblo estadounidense.

Nos queda la duda del futuro en el mediano plazo. Los permisos otorgados por la ley DACA expiran entre 2018 y 2021, a menos que el Congreso apruebe una ley diferente. En una situación donde más de medio millón de Dreamers mexicanos están a punto de perder su permiso de trabajo y residencia, es difícil predecir lo que sucederá. La administración del presidente Enrique Peña Nieto afirma estar preparada para un regreso masivo de jóvenes mexicanos, pero no sabemos con certeza si se ejecutarán deportaciones masivas o si por cuenta propia ellos mismos regresarán.

Por ahora los permisos otorgados por DACA son válidos hasta su expiración, y aunque se esperan escenarios catastróficos es posible que el exilio de los Dreamers sea un proceso más lento que lo esperado. Además, todo lo anterior se verá reforzado o debilitado dependiendo de las acciones del Congreso de los Estados Unidos.

Por otro lado, si bien es cierto que el plumazo de Trump ha destrozado los avances en materia de inmigración, también es cierto que existe una mejor preparación de la sociedad civil latina que promoverá la protección legal a sus miembros. Asimismo, algunos Estados (predominantemente demócratas) han optado por llevar el caso a los tribunales de Nueva York para contrarrestar las medidas del gobierno federal y, si esto fuera poco, las ciudades santuario como Chicago, Nueva York o Los Ángeles se han pronunciado por el respeto irrestricto a los derechos de sus Dreamers y encontrarán en estos espacios urbanos un lugar donde podrían esperar a que se estabilicen las cosas.

Pese a que los escenarios son adversos e inciertos, pensamos que en los años venideros la administración Trump deberá afrontar las consecuencias de este acto que, como nos enseña la historia estadounidense del siglo XX, tomar decisiones mayores en materia de migración, sea cual sea su rumbo, tiene un alto costo político y que seguramente tendrá consecuencias directas en las elecciones presidenciales de 2020.

En efecto, México recibe con los brazos abiertos a sus paisanos, pero habrá que ver la eficacia con la que el gobierno mexicano los integre a la sociedad mexicana. Algo que las pasadas cuatro administraciones mexicanas no han sabido hacer es retener el talento mexicano pues, la realidad es que México vive una fuga de cerebros considerable desde hace décadas, ya que el mercado laboral mexicano es poco atractivo para personas altamente calificadas.

Quedan más dudas que respuestas en lo que sigue para los Dreamers mexicanos, pero si hay algo que han demostrado es que quieren hacer escuchar sus voces y no se irán sin dar batalla. Si la administración Trump hace caso omiso a estas demandas, la sociedad estadounidense se dividirá aún más y éste será el único legado del presidente Trump, pasando a la historia como el presidente que más ha fragmentado a su país.

* Esteban Belmont Bernal tiene un máster en International Relations por Queen Mary University of London y una licenciatura en relaciones internacionales por la UNAM. Ha sido merecedor de distintas becas de excelencia académica y actualmente es consultor en temas de política internacional y seguridad internacional.

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