Internacional

Reflexión Global. Fuego y Furia

Esteban Belmont*

El presidente Donald Trump no entiende de política exterior, no le importa o ambas. Siendo el “líder del mundo libre” sus declaraciones son tomadas al pie de la letra y ejercen un efecto directo en la toma de decisiones de todo el mundo. La Casa Blanca ha adoptado un modelo de política exterior basado en tácticas, mas no en estrategias de largo plazo que permitan a Estados Unidos mantener su liderazgo diplomático en el ámbito internacional.

Por otro lado, Pyongyang ve esto de la única manera en que lo puede ver: como un acto de agresión y le da la excusa perfecta al régimen de Kim Jong-Un para continuar con su programa nuclear con fines armamentísticos. Y es que el líder supremo no tiene razón alguna para creer en que su derrocamiento por una potencia occidental finalizará con siquiera un exilio. Muestra de ello es la muerte de Saddam Hussein en Iraq, Muamar el Gadafi en Libia y lo que la comunidad internacional pretende hacer con Al Assad en Siria.

Trump en su actuar demuestra una sobrevaloración de las capacidades militares de EEUU, y que toda declaración a los medios de comunicación puede salir a la luz sin costo político alguno. La realidad es que, si bien es cierto que EEUU es una potencia militar, tiene un límite concreto de acción por motivos logísticos y económicos.

Por otro lado, los ensayos de misiles norcoreanos se leen por la administración Trump como desafíos de Pyongyang al statu quo de EEUU. En realidad, el mensaje pretende ser un enunciado claro: la dinastía Kim hará lo que sea necesario para permanecer en el poder y no responder jamás a un tribunal internacional.Reflexión Global. Fuego y Furia

La situación se agrava con el hecho de que EEUU eligió a un jefe de Estado sumamente inestable y, por lo tanto, poco o nada predecible. Asimismo, la comunidad internacional pareciera no poder frenar tajantemente las acciones de Pyongyang en la medida en que dos de sus aliados más importantes, China y Rusia, no se encuentran dispuestos a obligar a Corea del Norte a acatar las disposiciones del Consejo de Seguridad.

El programa nuclear norcoreano traerá, en el largo plazo, consecuencias profundas en los complejos de seguridad de la región asiática si Estados Unidos no consigue convencer a Pyongyang de terminar su programa nuclear. Esto significa que de no frenar las aspiraciones armamentísticas de Kim Jong-Un, Corea del Sur y Japón tomarán las riendas del problema y responderán con una carrera armamentística para asegurar su supervivencia y ambos han ya previsto este escenario.

Por otro lado, la administración Trump no se puede permitir continuar en un juego de palabras entre ambas cabezas de Estado. Rex Tillerson demostró un fuerte distanciamiento de Trump por no estar de acuerdo en la conducción de la política exterior estadounidense, lo que le costará el puesto. Esto quiere decir que el presidente Trump no se encuentra dispuesto ni a escuchar a sus propios asesores y denota poca flexibilidad en la toma de decisiones; haciendo de la administración gubernamental un proceso totalmente vertical.

El desenlace de este episodio está por llegar y pese a que las expectativas son poco alentadoras, lo cierto es que toda la maquinaria de Naciones Unidas se encuentra trabajando para llegar a un acuerdo con Corea del Norte y frenar, de momento, sus intenciones de aniquilar a sus enemigos vecinos en su territorio. Lo que debe privar en el discurso de Trump es la prudencia y la congruencia, y dejar de amenazar con fuego y furia a un líder que no titubeará en apretar el botón rojo.

* Esteban Belmont Bernal tiene un máster en International Relations por Queen Mary University of London y una licenciatura en relaciones internacionales por la UNAM. Ha sido merecedor de distintas becas de excelencia académica y actualmente es consultor en temas de política internacional y seguridad internacional.

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